La tumba de Hitler Adolfo Hitler pensaba en grande. En la exposición de París en 1937, la URSS levantó un pabellón ordenado por Stalin, un edificio de 30 metros de altura que remataba con dos gigantescas estatuas de un obrero y una campesina. Cuando lo supo Hitler, ipso facto dio instrucciones a sus técnicos para que el pabellón de Alemania fuera más grande que el ruso, así que en París, Hitler inauguró un pabellón de 150 metros de alto, con un águila arriba, cruz gamada y varias estatuas de arios. El jurado que calificaba los pabellones, impresionado con las dos obras de arte, declaró empate entrambas potencias y los especuladores dijeron que allí empezaba una verdadera competencia entre Stalin y Hitler. Bien, pues el día 9 de febrero de 1945, ocho años después y ya para finalizar la segunda guerra mundial, Hitler se reunió con su arquitecto para ver el proyecto de su mausoleo, que se construiría en su pueblo natal, en Austria, pues don Adolfo pensaba retirarse una vez que dominara el mundo, y quería morir a gusto. La maqueta indicaba un mausoleo muy parecido al Panteón de Roma, pero la diferencia es que Hitler no alcanzó a verlo construido mientras que el panteón romano fue disfrutado por muchos de sus futuros inquilinos. La casualidad –o el destino- hizo que la reunión entre Adolfo Hitler y su arquitecto, del que no encontré su nombre, fue celebrada en el búnker de Berlín, que terminó siendo la tumba del líder nazi. Hay veces que nos preocupamos por tener cosas que finalmente no las usamos, menos disfrutamos.
Posted on: Tue, 10 Sep 2013 05:33:52 +0000
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