La valentía del joven aprendiz Narasu al querer salvar a su - TopicsExpress



          

La valentía del joven aprendiz Narasu al querer salvar a su maestro de los caballeros negros origina la llegada por sorpresa de la armadura de bronce de Casiopea, acudiendo en auxilio del joven aprendiz. Cuando parece que el joven esta en posición de actuar en la batalla, un nuevo y más poderoso hace su intervención, poniendo de nuevo en peligro la vida de Narasu, su maestro y todos los aprendices del campamento. Capitulo 04 El nacimiento de un caballero En capítulos anteriores… Mientras la paz y la normalidad regían en el santuario, unos extraños caballeros han atacado varios centros de entrenamiento pertenecientes al Santuario. En la isla de fuego, un grupo de caballero ha asesinado a muchos de los jóvenes aprendices y ha tomado prisioneros al resto. En el Santuario y tras ser avisados por un superviviente, el patriarca Shion ordena el envío de un grupo de caballeros, que liderados por el caballero de Oro de Leo, Ioras, deben recuperar el control de la isla y poner en jaque a esos caballeros, que son identificados como caballeros negros. Mientras tanto, en el Monte Lushan de China, otro grupo de caballeros negros se presentan ante el caballero de oro de Libra, Dohko, exigiéndole la entrega inmediata de la armadura de bronce del Dragón. Tras su oposición, el caballero de oro logra derrotar a dos de los tres caballeros negros y siembra la duda y el miedo en el tercero dado su mayor poder como caballero de oro. Finalmente Dohko tiene que enfrentarse a un nuevo caballero negro que viene en auxilio, el caballero negro Vega de Lira, uno de los más poderosos. Sin embargo y a pesar de un duro combate, Dohko logra deshacerse de su enemigo y expulsar al caballero negro superviviente. Al mismo tiempo y en la Isla de Andrómeda, otro caballero negro, Lamian de Camaleón, aparece amenazando al caballero de plata y maestro de la isla, Saúl de Cerbero, exigiéndole la armadura de bronce de Andrómeda cuyo poder en sus cadenas es legendario e insuperable. Para conseguir sus objetivos, Lamian esta dispuesto a matar a todos los jóvenes alumnos pero finalmente es derrotado por el caballero de plata Saúl de cerbero. En ese momento hace su aparición el caballero negro de Casiopea, Shedar, quien tras un duro combate logra dejar insconsciente al caballero de plata. Sin embargo y para su sorpresa, se encuentra con la oposición de varios jóvenes aprendices liderados por un muchacho llamado Narasu, quien esta dispuesto a sacrificar su vida si con eso se logra la victoria sobre el caballero negro. A pesar de sus intentos, los jóvenes no logran su propósito y Shedar derrota a todos menos a Narasu, a quien le prepara un golpe final con toda su energía. Pero en ese mismo momento, el ataque de Shedar es interrumpido al entrar en escena y por sorpresa la armadura de bronce de Casiopea, que logra detener el ataque y proteger al joven Narasu. Tanto Shedar como Narasu quedan sorprendidos y desconcertados ante la aparición de la armadura y su objetivo. Y ahora, la continuación. Isla de Andrómeda, cerca de las costas de Eritrea La llegada por sorpresa de la armadura de bronce de Casiopea ha sembrado el desconcierto y la duda tanto en Narasu como en el caballero negro Shedar. Ninguno de los dos puede comprender el por que de esta aparición. Mientras, los jóvenes aprendices que se habían ocultado en una de las cabañas del campo de entrenamiento han salido para atender a los dos compañeros de Narasu, heridos durante el intento para acabar con el caballero negro, así como para asistir a su maestro, Saúl de Cerbero, quien recuperaba el sentido aunque aun mostraba signos que mostraban su precario estado. - ¿Por qué ha intervenido la armadura de bronce?, no tiene sentido alguno. – Dijo desconcertado Shedar. - Es increíble, la armadura me ha protegido al detener el ataque del caballero negro. – Comentó un emocionado Narasu. – Shedar…la diosa Atenea esta con nosotros en esta isla y no desea tu victoria ante las fuerzas del bien y la justicia. - ¿Qué dices?..., la aparición de esta armadura no cambia nada, acabare contigo igualmente y me ocupare de tus compañeros antes de llevarme la armadura de Andrómeda. - Vaya, es la armadura de bronce de Casiopea. – Dijo Saúl ya recuperado en parte. – La armadura ha dejado su caja para ir en ayuda de Narasu. - Así es, maestro, apareció justo cuando parecía que Narasu acabaría por morir a manos del caballero negro. – Respondió uno de los jóvenes aprendices. - Solo hay una explicación para la aparición de la armadura… - Comentó en tono enigmático Saúl. – La armadura ha encontrado a quien debe portarla para defender la justicia y la paz en el mundo, las acciones de Narasu han hecho que la armadura intervenga a favor de aquel que se ha convertido en alguien digno en vestir una armadura de la diosa Atenea. - Esto empieza a durar demasiado, es hora de terminar contigo y rematar a esos estúpidos que esperan un milagro para salvar sus vidas. – Expuso Shedar. – Esta vez si terminare contigo, insecto. Una vez más, Shedar comenzó a aumentar su energía cósmica para lanzar un ataque con sus cadenas sobre el joven Narasu. En ese preciso momento, la armadura de bronce de Casiopea comenzó a brillar y a ser rodeada por una azulada aula, para instantes después, desensamblarse y vestir al joven y sorprendido Narasu. - ¿Qué es esto?, la armadura de bronce ha vestido a ese miserable, ¿acaso este joven era el caballero de bronce?...no, era un aprendiz y eso quiere decir que sus intentos por acabar conmigo le han servido para que la armadura de bronce acuda en su ayuda. – Reflexionó Shedar. - Es increíble, la armadura ha cubierto mi cuerpo y me esta protegiendo. – Se comentó para si mismo un emocionado Narasu. – Aun no puedo creer que vista la armadura por la que tanto he entrenado y luchado, siento como su energía corre mi cuerpo, es como su fuera parte de mi. - Te veo muy sonriente y contento por vestir esa armadura, pero no te hagas ilusiones, no te servirá de nada para vencerme y solo alargara un poco más tu vida en este combate. – Comentó Shedar muy sonriente. - Eso ya lo veremos, ahora estamos igualados, veamos quien es el verdadero caballero de Casiopea pues solo puede haber uno caballero con ese nombre. – Respondió Narasu con tono desafiante. Con la llegada de la armadura de bronce de Casiopea en ayuda del joven Narasu, el combate se había equilibrado y el caballero negro Shedar veía como el combate se le comenzaba a complicar. - Reconozco que ahora que vistes una armadura estas siendo un rival mucho más resistente, te felicito. – Dijo Shedar. – Aun así no te hagas ilusiones, acabaras por cometer algún error y estaré atento para aprovecharlo y acabar contigo de una vez. Shedar lanzó sus cadenas contra un Narasu que aun estando un tanto extraño vistiendo la armadura, parecía manejarse muy bien con ella puesta y logró evitar el ataque sin demasiadas dificultades. - Tu exceso de confianza ha hecho que no te percates ni tan siquiera de que tu combate con mi maestro te ha debilitado mas de lo que crees y de que tu poder ahora mismo no es mucho mayor que el mío. – Comentó Narasu. - ¿Qué dices, insolente?, aunque eso fuera cierto y estuviera algo agotado, mi poder seguiría siendo muy superior al de alguien como tu. – Respondió Shedar presa de la ira. – Ahora veras, miserable…¡¡¡Por la cadena negra!!!. - ¡¡¡ Defensa circular!!! . – Gritó Narasu haciendo uso de su cadena. Mientras Shedar lanzó sus cadenas negras contra su oponente, Narasu hizo lo propio y extendió sus cadenas alrededor de su posición formando un circulo defensivo, provocando que al final ambas cadenas se atraparan entre si y diera comienzo un tira y afloja entre ambos caballeros. - Empiezas a ser un estorbo importante, no pensé que durarías tanto, pero no pasa nada, acabaras cediendo ante mí. – Dijo Shedar. La lucha entre ambos caballeros para liberar sus respectivas cadenas acabó con Narasu en el suelo tras lograr Shedar liberar sus cadenas del circulo defensivo creado por el caballero de bronce. Aturdido por el golpe de la caída, Narasu se encontraba en el suelo indefenso ante un sonriente Shedar que vio una gran oportunidad para ganar al fin el combate. - Este si que es tu fin, caballero. – Exclamó Shedar mientras preparo su ataque. El caballero negro intensificó su cosmos al máximo y muy sonriente, lanzó sus cadenas contra un Narasu aun en el suelo y descolocado sin poder defenderse. En ese momento, las cadenas negras se vieron atrapadas por otras cadenas, que para sorpresa de Shedar, pertenecían a Saúl, el caballero de Plata de Cerbero quien habían se aparentemente se había recuperado lo suficiente para volver al combate a pesar de mostrar el esfuerzo para mantenerse en pie al estar malherido. - ¡¡ Tu!!!. – Gritó con sorpresa Shedar. – Ya pensé que estarías muerto, pero veo que los de esta isla sois muy cabezotas para aceptar vuestra derrota y morir de una maldita vez. - Te dije que no lograrías salir victorioso de esta isla y suelo cumplir mis promesas, caballero. – Respondió con firmeza el caballero de plata. Llevado por la ira y la frustración de ver al caballero de plata aun con vida, Shedar lanzó sus cadenas contra él con la intención de terminar con su vida de una vez por todas. Sin embargo, Saúl uso sus últimas fuerzas para aguantar el ataque del caballero negro, quien concentrado en el caballero de plata, no se percató de que Narasu se había puesto en pie y estaba preparándose para atacar. - Caballero, serás tu el que finalmente acabe derrotado y pague por todas sus acciones en esta isla. – Dijo Narasu concentrando sus cosmos. – Ha llegado tu hora… - ¿Qué…?...se ha puesto en pie y su energía crece y crece…no puedo creerlo, pero si ya le tenia derrotado. – Se dijo para si mismos un sorprendido Shedar. - ¡¡¡Dame tu energía, Casiopea!!! – Gritó Narasu al lanzamiento de sus cadenas. Ante el desconcierto que reinaba en Shedar, Narasu lanzó sus cadenas de bronce contra el caballero negro, que a pesar de intentar defenderse se vio superado y alcanzado de lleno por la fuerza del ataque lanzado de Narasu. Como si de una tormenta de lanzas se tratara, las cadenas de bronce de Casiopea alcanzaron una y otra vez a Shedar, golpeándolo por todo el cuerpo y destruyendo por completo su armadura negra antes de caer ya muerto a pocos metros de distancia. - Lo ha conseguido, Narasu ha derrotado a ese caballero. – Se dirigió uno de los jóvenes al resto de los presentes. - Ha sido increíble, ha concentrado su energía al máximo y ha atacado a ese caballero con un golpe letal. – Añadió otro de los jóvenes. Tras quedar unos segundos parado contemplando el cuerpo de su enemigo ya muerto e intentando asimilar todo lo ocurrido, Narasu salió corriendo hacía donde se encontraba su maestro, de nuevo tendido en el suelo con las fuerzas agotadas y siendo atendido por varios aprendices. - Maestro, ¿lo ha visto?, he sido capaz de aumentar mi cosmos y lanzar el ataque de la victoria sobre ese caballero negro. – Dijo un entusiasmado Narasu. - Has logrado encontrar tú cosmos y saber controlarlo, has logrado hacer uso de toda la energía interior de tú cuerpo llegando a controlarla según tu voluntad. – Comentó Saúl. – Además has mostrado tú valentía, tu atrevimiento y tú fuerza junto a una gran nobleza de corazón, por eso la armadura de Casiopea te ha elegido como su portador…ha nacido un caballero, Narasu de Casiopea. - No podría haberle vencido sin su ayuda e intervención, maestro. – Respondió Narasu. - Has sabido aguantar a tu enemigo y encontrar no solo su punto débil, si no también tú fortaleza y espíritu interior que te ha dado la fuerza y la voluntad para vencer. – Respondió Saúl. - Tuya ha sido la victoria, estoy orgulloso de ti. - Será mejor que le llevemos dentro de la cabaña, allí le curaremos las heridas y podrá descansar. – Dijo una de las alumnas. – Ven Narasu, tu también estas herido. - Es enternecedor, pero creo que aun tenemos algo que tratar como para que os marchéis sin más. – Comentó una extraña voz. - ¿Quién eres?... – Preguntó Narasu con voz desafiante. - Soy, Euristeo de Minotauro. - ¿Eres el caballero negro de Minotauro?... – Preguntó con sorpresa Saúl. – No existe una armadura dentro de las protectoras de Atenea, eso quiere decir que los caballeros negros han logrado crear nuevas armaduras al margen de las 88 del Santuario. - ¿Qué es lo que quieres, caballero?...vamos, responde. – Dijo Narasu. - Creo que es obvio, he venido para completar la misión que mis compañeros no han sabido terminar, llevarme la armadura de bronce de Andrómeda. – Respondió Euristeo de Minotauro. – No pensé que dos caballeros negros pudieran tener problemas para derrotar a un caballero de plata y a unos simples aprendices, que terrible decepción. - ¿Eso quiere decir que has estado observando todo el tiempo y no has intervenido en ayuda de tus compañeros?. – Preguntó Narasu. - Así es, he estado viendo en todo momento vuestro combate contra los caballeros negros y debo decir que me has sorprendido vuestra capacidad de resistencia. – Expuso el caballero negro. – Aunque debo admitir que me ha sorprendido aun mas la inoperancia de mis dos compañeros. Pobres desgraciados, dejarse vencer de esa manera, no merecerían en absoluto mi intervención y mi ayuda. - No siento la muerte de esos caballeros, representaban el mal e intentaron matarnos, pero tus palabras son inhumanas y fuera de cualquier entendimiento teniendo en cuenta que se trataban de compañeros tuyos, eres despreciable. – Dijo Narasu. - Francamente me cansas con tus palabras y no he venido hasta aquí para aguantar discursos de un vulgar caballero de bronce. – Respondió Euristeo. – Bien, supongo que no me entregaréis la armadura de bronce de Andrómeda por las buenas, ¿no?. - Estas en lo cierto y como tus compañeros de los que reniegas, tendrás que luchar para conseguirla y te aseguro que correrás su misma suerte. - Jajaja, te has vuelto muy atrevido por momentos, mi joven caballero. – Dijo Euristeo con una gran sonrisa en su rostro. – Pero siento decirte que no tengo la intención de perder el tiempo en un combate contra ti y ese moribundo caballero de plata, tengo otras cosas más importantes que hacer. - ¿Cómo dices?...mas te vale no confiarte o tú también serás un cadáver en esta isla como tus compañeros. – Intervino Saúl de Cerbero. - Vaya, así que después de todo estas aun con fuerzas para luchar, no esperaba menos pero me temo que no será suficiente. – Dijo el caballero negro. – Contrariamente a lo que pensáis, os quedan pocos segundos de vida, una pena, pero como os dije, no he venido aquí para luchar con vosotros si no para cumplir mi misión. - Eso ya lo veremos, caballero, te haremos tragar esas palabras. – Dijo Narasu. - No tengo la intención de perder el tiempo con vosotros. – Comentó Euristeo. – Acabare con todos de un solo golpe…¡¡¡Vientos de fuego!!! Euristeo elevo su energía al máximo y sus cosmos fue aumentando poco a poco hasta finalmente descargarlo en su ataque, el cual creo unas fuertes y violentas corrientes de aire caliente que debido a su fuerza, comenzaron a levantar el suelo y a destruir las rocas cercanas. Sin ser capaces de protegerse de un ataque tan poderoso, Narasu y su maestro salieron volando por los aires junto a todos los jóvenes aprendices, al mismo tiempo que tras intensificarse los vientos y el calor que originaban, el campamento entero comenzó a arder. - Y pensar que han sido los causantes de la muerte de dos caballeros negros, que humillación. – Dijo Euristeo mientras contemplo con una sonrisa como los cuerpos inmóviles y mal heridos de sus oponentes yacían a lo largo y ancho de la explanada donde se encontraba el campamento, cuyas estructuras ardían por completo. Una vez derrotados sus oponentes y tras asegurar la zona, un grupo de cinco guerreros aparecieron tras Euristeo. Vestían armaduras, pero no parecían ser caballeros negros, sin no simples soldados con armaduras normales. - Traerme la armadura de Andrómeda, quiero partir de esta isla lo antes posible. - ¡¡A la orden!!. – Respondieron casi a la vez los soldados. Mientras los soldados comenzaron a registrar los alrededores sabiendo que la armadura de bronce se encontraba cerca, Euristeo se acerco hasta el cuerpo del caballero negro Shedar de Casiopea al ver que aun se movía. - ¿Aun sigues vivo?...no esperaba que aguantaras ese último ataque que te lanzó el caballero de bronce. – Dijo Euristeo. - Eres tú, el caballero negro de Minotauro, no esperaba tu llegada. – Respondió Shedar con gran dificultad debido a sus importantes heridas. – Ayúdame y sácame de esta maldita isla. - ¿Acaso piensas que voy a perder mi tiempo en salvar la vida a alguien que se ha dejado vender por dos caballero de Atenea en un combate que tenia mas que controlado?. – Respondió muy serio el caballero de Tauro. - ¿Qué?...me tendieron una trampa, se unieron… los dos contra mi y me pillaron desprevenido,…no pude hacer nada. – Expuso con dificultades el moribundo caballero de Casiopea. - Precisamente, te pillaron desprevenido y eso fue por que debiste acabar con el caballero de plata cuando tuviste oportunidad, así solo te hubieras tenido que preocupar de un simple caballero de bronce. – Comentó Euristeo. – Sin embargo no solo no diste el golpe de gracia al caballero de plata, si no que además no fuiste capaz de doblegar a un caballero de bronce que acababa de obtener su armadura. - ¿Cómo…como sabes eso?...¿ha estado aquí en todo momento viendo el combate?...pero entonces…¿Por qué no…por que no has intervenido?. – Preguntó insistentemente Shedar. - Si, he estado viendo el combate tanto tuyo como el que antes había enfrentado a Lamian de Camaleón y en ambos casos no me pareció oportuno intervenir en ayuda de vosotros dos viendo como fracasabais estrepitosamente cuando teníais todo a vuestro a favor. Por vuestro fracaso solo merecéis la muerte y sinceramente, sería mejor para ti morir cuanto antes, así al menos no sufrirías. - Mi señor. – Dijo uno de los soldados. – Tenemos la armadura de Andrómeda. - Excelente. – Respondió muy sonriente Euristeo. – Ya nada nos retiene aquí, será mejor que nos vayamos. - No…no me dejes aquí, Euristeo…tienes que prestarme ayuda…soy un caballero negro. – Dijo una y otra vez Shedar mientras el caballero de Minotauro se alejaba con los soldados. – No te vayas, no puedes dejarme aquí. Estas últimas palabras de Shedar hicieron pensar a Euristeo, quien paro la marcha para volverse lentamente y mirar desde la lejanía el cuerpo del caballero negro de Casiopea. En ese momento y aumentando su cosmos, el caballero negro de Minotauro fijo su mirada en el cuerpo de su camarada volviéndose sus ojos de un extraño fuerte color rojizo. Al cabo de unos segundos, el cuerpo de Shedar y sus alrededores fueron presa de unas llamas creadas por Euristeo, quien tras una leve sonrisa, se volvió de nuevo para proseguir con su marcha junto a los soldados. Santuario de Atenea, Grecia El patriarca Shion había decidido salir de su residencia para acercarse y contemplar a los jóvenes aprendices a caballero que se entrenaban en el coliseo. Aunque veía los combates con gran interés, analizando a todos los jóvenes allí presentes, Shion no podía dejar de reflexionar sobre el ataque a la Isla de Fuego y supuesto regreso de los caballeros negros, una orden de renegados destruida hacía ya muchos años y cuyos supervivientes habían sido encerrados para siempre en la Isla de la Reina de la Muerte. - Shion…¿puedes oírme?. – Escucho Shion dentro de su mente. – Me dirijo a ti, sumo sacerdote del santuario y antiguo caballero de Aries. - ¿Quién es?...- Preguntó desconcertado el patriarca. – Ya te reconozco…eres tu, viejo amigo, el caballero Dokho de Libra, cuanto tiempo sin saber de ti. Pero tengo la sospecha de que no te has comunicado conmigo telepáticamente solo para saludarme. - Me temo que así es, mi antiguo camarada. – Respondió Dohko, quien permanecía sentado a los pies de la cascada en el monte Lushan en China. – Me temo que soy portador de inquietantes noticias que tú, como gran patriarca del santuario debes conocer de inmediato. - ¿Qué ocurre, Dohko?. - He tenido una visita inesperada aquí en el monte de los cincos picos, unos extraños caballeros que se han identificado para mi sorpresa como caballeros negros. – Expuso Dohko. – Lejos de tener como objetivo el atacarme, su único interés era conseguir a cualquier precio la armadura de bronce del Dragón. Pensé que los caballeros negros ya no existían como orden y que los pocos que quedaban permanecían exiliados en la isla de la Reina de la Muerte. - Yo pensaba igual que tu, amigo, pero parece ser que hemos desatendido demasiado esa isla maldita y estamos pagando las consecuencias de nuestros aptos. – Respondió Shion. – Tu información es perturbadora pero debo decirte que no es la primera que recibo acerca de los caballeros negros, precisamente me he visto obligado a enviar a un grupo de caballeros a la isla de fuego con el fin de plantar cara a unos atacantes que según nuestras informaciones se han denominado así mismos como caballeros negros. - Si eso es cierto, podríamos estar ante un nuevo levantamiento por parte de los caballeros negros. – Dijo Dokho. - Eso sería muy difícil pues como sabes, las armaduras negras creadas en su momento por los alquimistas rebeldes y contrarios a la diosa Atenea, fueron destruidas en la última batalla. – Expuso Shion. – Además, ya no quedan creadores de armaduras, los últimos alquimistas cayeron en esa batalla. Es imposible que los pocos supervivientes de entre los caballeros negros, se atrevieran a desafiar a santuario. - Sin embargo parece que no todo esta claro, Shion. – Dijo Dohko.- Estos caballeros negros a los que me he enfrentado, portaban armaduras negras pero con un diseño único y totalmente diferente al creado para los armaduras de la diosa Atenea, eso quiere decir que alguien ha creado toda una nueva hornada de armaduras basadas en las constelaciones al servicio de Atenea pero con un diseño totalmente nuevo e independiente salvando algunos parecidos con las originales. - Tal vez esa sea la respuesta al por que fueron hasta China a por la armadura de bronce. – Dijo Shion. – La armadura de bronce del Dragón posee el escudo más poderoso de toda la orden de la caballería y los conocimientos que podría ofrecer a un alquimista rebelde le servirían para poder crear armaduras similares e incluso mas poderosas. En cualquier caso parece que no podemos desviar la mirada mucho mas tiempo de lo que ocurre en la isla de la muerte. No obstante, esperare a ser informado sobre lo ocurrido en la isla de fuego antes de actuar, tal vez los caballeros que he enviado puedan arrojar algo de luz a esta situación. - Muy bien, Shion. – Respondió Dokho. – Yo por mi parte estaré en guardia pues estoy seguro de que volverán a intentar conseguir la armadura del Dragón. - Cuida tus espaldas viejo amigo, sospecho que hay mucho más tras estos ataques inesperados. – Comentó Shion. – Siento una extraña sensación al respecto que no hace mas que inquietarme. - ¿Os sucede algo, alteza?. – Dijo el caballero de bronce de Canis Menor. - No…nada en absoluto. – Respondió Shion una vez su comunicación con Dohko se termino. – Arsal, tú estas a cargo de los soldados que vigilan y guardan el santuario, quiero que a partir de este momento dobles la guardia en todos los accesos. - Muy bien, alteza, como ordenéis. Tras estas instrucciones, Shion dejo el coliseo para dirigirse rumbo al edificio principal donde se ubicaban sus estancias personales bajo la seria mirada del caballero de bronce de Canis Menor. CONTINUARA…
Posted on: Fri, 28 Jun 2013 16:50:48 +0000

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