La última ocasión en que platicáramos, lo hicimos del cine. - TopicsExpress



          

La última ocasión en que platicáramos, lo hicimos del cine. Hablamos de películas y que si me gustaban las de acción. Brotó el tema de los directores y de los que dan vida a las películas mediante la música. Recordamos a Sergio Leone, a Federico Fellini, a Bernardo Bertolucci. Evocamos la música de John Williams y la de Ennio Morricone... Pronto brotaron a la charla esas obras maestras del cine donde no hallando de dónde escoger, nos quedamos con las que dejaran una huella indeleble en nuestras memorias: Malena, Cinema Paradiso, Amarcord, Once Upon a Time in the West, The English Patient. Películas épicas como Lawrence of Arabia, A Passage to India, The Man Who would be King... Pero para mi yerno Asgardd, más allá de la trascendencia de una buena película con la mejor dirección y una música inolvidable, está el ambiente donde se proyecta esa cinta y el contexto de las personas que asistiendo al cine ignoran en realidad a qué carajos se metieron. Por eso brotó el tema de los nacos que van al cine y los tipos con que podemos identificarlos: El de sala, que llegando se quita los zapatos y se desparrama ocupando de manera imbécil hasta tres asientos valiéndole madres quienes estén cerca. O el sonriente, que se ríe de todo como pendejo a todo volumen para que todo mundo sepa de su alegría y de que sabe reírse aunque se ignore de qué, dando a maliciar que algo no le funciona bien en el coco o, anda bajo el influjo de un buen porro... O el fotitos, que en cuanto comienza la película en lugar de verla se dedica como idiota a tomar fotos a la pantalla para presumirle a sus amigos que en ese momento se encuentra en el cine viendo la película de marras cuyo nombre ya olvidó, pero para que sepan todos, les envía unas fotos para que adivinen de qué películas se trata... O los del dos pos uno, que son un par de nacos que entran al cine aparentando que se conocen pero en cuanto nomás comienza la función, se separan y dejan de conocerse. O ese naco disc jockey, que lejos de mirar la pantalla se dedica a prender y apagar su celular como retardado mental quizá para alardear ante la sala sobre la marca y modelo de su aparato... O el vocerrón, que es un pendejo que luego de comenzar la película le suena su teléfono una y otra vez sin que lo conteste, y para cuando lo hace, lo contesta a gritos de tal manera que todos en la sala sepan quién cabrones le llama y para qué. Por regla este tipo de naco es el objetivo favorito de los que avientan cosas de más arriba... O el payaso, que es aquél que gasta el resto de su semanario comprando una cubeta tamaño familiar de palomitas, las cuáles masca con la jeta abierta de manera exageradamente ruidosa como para antojar al auditorio; pero ya apagándose las luces, este imbécil se dedica a divertirse arrojándoles palomitas a los demás, hasta que alguien se levanta y le pone un ojo de cotorra... O los de urbano, que luego de encontrarse un par de asientos se acomodan para comenzar a hablar de sus cosas en voz alta sin importarles que al apagarse las luces sigan hablando sobre sus vidas y vicisitudes de trabajo o sobre tal o cuál fulana que quiere pero no puede o puede pero no quiere; hasta que luego de muchos, sssshhhh-sssshhh, llega el policía y los calla so pena de sacarlos... O los cibernéticos, que luego de iniciar la función encienden su celular a todo brillo y le cuentan al compañero de asiento qué aparecerá en la película mostrándole vídeos tomados del Facebook o del YouTube, sintiéndose la chucha de la jauría y sin importarles un pito, el que les esté echando a perder la función a todos los que tuvieran el puto infortunio de tenerlo cerca... O el inevitable ligador, que busca enredar a las jovencitas que cometieran el error de sentarse adelante o detrás de él, al que no le para el hocico argumentando sus mejores tácticas para convencerlas sin que en esto medie para nada las inconformidades de quienes le rodean y pretenden moderarlo con el consabido, ssssshh-sssshhhh... O como todos esos nacos que pululan invariablemente; desde el estúpido que malabarea con su celular antes, durante y después de la función; hasta ese cabrón pulguiento que se remuele en su asiento y lo revisa, se vuelve a remoler, para decidir cambiar de asiento en una y otra vez; o el que sintiéndose vidente babeando dice lo que sigue en voz alta... Como verán mis amigos, eso explica en corto el por qué ya tengo tanto sin ir al cine y ahora me conformo con las películas en la Internet o las que pasan por fortuna en la tele. Me pregunto si los cines volverán a ser lo que antes fueran para no tener qué soportar tanta distracción, destellos y conversaciones imbéciles... Introspectiva y tema de Asgardd Morales; redacción de Ramiro Arredondo-Hernández
Posted on: Fri, 02 Aug 2013 03:24:13 +0000

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