Las incongruencias organizativas de una sociedad son tantas que el individuo societario se ha convertido en un mero eslabón de una compleja cadena de transmisión de absurdos. ¿coger el coche para desplazarse un par de kilómetros si no hay razones de déficit físico que lo expliquen? ¿Hundirse hasta el cuello en la ciénaga de hipotecas y pagos aplazados para tener el título de propiedad de cosas que no se necesitan? ¿Trasladarse hasta el gimnasio para usar una ciclostátic, una cinta de correr o un aparato de remos pudiendo usar la bici, ir a hacer footing al bosque o ir a navegar por ríos o estanques? Bill Nye da de lleno cuando dice que algo no va bien en una sociedad que permite ese tipo de cosas, lo cierto es que hay muchas cosas que van demasiado mal, pero esa categoría que tienen de aparente normalidad hacen que creamos que eso es lo habitual. ¿Qué es lo que da a un comportamiento humano categoría de normalidad? Sin duda su repetición, su extensión, su reproducción a porcentajes considerables. Lo anómalo es lo excepcional y lo minoritario. La gran paradoja actual es que quien hace cosas que se hicieron siempre en el pasado (como quedar con alguien para pasear y hablar en lugar de hacerlo encerrándose en un bar de ruidos, o hablar o tratar de flirtear en espacios abiertos en lugar de ir a discotecas o salas de baile para conseguirlo) resultan sospechosas. Algún día los tipos que se les vea leer libros sentados en una avenida o escribiendo un poema serán detenidos con los lazos atrapa librepensadores, no ya por los títulos de lo que lean o por los contenidos que escriban sino por hacer comportamientos anómalos que el sistema capitalista del futuro considerará como locos.
Posted on: Sat, 26 Oct 2013 09:37:46 +0000
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