Le Carré presenta a los adalides de la democracia como - TopicsExpress



          

Le Carré presenta a los adalides de la democracia como monstruos John Le Carré, conspiración en Gibraltar El escritor inglés publica la próxima semana en España su nueva novela, «Una verdad delicada» Quién le iba a decir a John Le Carré (Dorset, Inglaterra, 1930) que, en el invierno de su vida, cautivos y derrotados cientos de espías enemigos, iba a rotar el eje de sus convicciones hasta una posición inconcebible hace sólo un par de décadas. Es fácil imaginar a un Le Carré joven, inclinado sobre su Underwood, las manos sin arrugas moviendo cada uno de los 23 huesos que las forman, de manera precisa, quirúrgica sobre las teclas. Litros de ese café omnipresente en sus novelas corriendo por sus venas, estimulando sinapsis neuronales, conectando ideas con sentimientos. Si hay algo que ha caracterizado al maestro indiscutible de la literatura de espionaje es la capacidad de entrar en la mente de aquellos que habitan mundos de secretos y mentiras, de hacernos vivir sus cuitas y sus problemas, sin olvidarnos de que son gente que fuma, come, defeca, hace el amor y siente el dolor de la pena y la ausencia igual que el resto. Los pobres mortales que jamás hemos marcado un buzón, pinchado un teléfono o esgrimido una pistola para vender cara nuestra piel, con el aliento del enemigo en la nuca y un microfilm con planes secretos fijado al pecho con esparadrapo. Es fácil imaginarle, decía, porque en cada uno de nosotros subyace la convicción profunda de que el mundo es divisible en buenos y malos, en valientes y cobardes, en aquellos que odian el coco y las otras quince personas. Nuestras forma de entender la vida puede aceptar una Guerra Fría, un Telón de Acero, un Muro de Berlín, un nosotros contra ellos. Es más difícil, sin embargo, imaginar a Le Carré sentado frente a la televisión, viendo cómo caían las Torres Gemelas y con ellas la noción de blancos y negros, colores refundidos en una visión más sucia y oscura del mundo que nos ha dado un Superman que mata y unos guardias de seguridad insoportablemente arrogantes en los aeropuertos. Así, Le Carré, que es uno de los mejores escritores británicos del siglo XX, pese a quien pese, ha ido mutando sus convicciones, aquellas que permitían a sus personajes torcer las reglas en aras del bien común, la defensa de los valores occidentales y todas esas zarandajas vacías que no son sino relativismo moral camuflado, maloliente y peorpensante. Será por ir camino de los 84 años, será porque este mundo no es ya aquel en el que él eligió prestar batalla, Le Carré se ha convertido en un escritor menos sutil, menos preciso, pero mucho más contundente. Si el autor de «El Espía que surgió del frío» nos hablaba de pérdidas asumibles con una seguridad pasmosa durante sus primeras décadas como escritor, el cambio de siglo y el 11-S produjeron en su prosa un progresiva radicalización de las ideas; no ese buenismo guardiolesco y buenrollista que agitan los políticos frente a nuestras narices como muñecos de guiñol o señuelo de trilero, sino el rechazo del mal. Venga de donde venga, sea cual sea su autoría o su intención últimas, el mal es mal. Terrorismo en Gibraltar Si ya daba pinceladas de ello en «Amigos absolutos» o «Un traidor como los nuestros», Le Carré abandona toda discreción y liviandad para presentarnos en «Una verdad delicada» (Plaza y Janés, 2013) a los adalides de la democracia convertidos en monstruos conscientes de sí mismos, tomando como excusa la consecución de la libertad y la defensa de unos valores que pisotean para preservarlos. La trama arranca en 2008 en la más valiosa, querida e irrenunciable -para ellos- de las colonias británicas: Gibraltar. El gobierno británico ha montado una operación antiterrorista ultrasecreta para capturar a un peligroso yihadista, cuya captura se antoja esencial para preservar la seguridad del Reino Unido. Kit Probyn, diplomático inglés u convidado de piedra en el asunto, colabora tangencialmente en la Operación Naturaleza, que oficialmente es un éxito absoluto gracias a la participación de una empresa de prestación de servicios militares de origen estadounidense. Probyn pasará unos años en un cómodo puesto en el Caribe, recibirá el título de Sir de manos de la Reina y se retirará a disfrutar de una vida cuyo capítulo final es aparentemente feliz. Pero la visita inesperada de Toby Bell, que tiene información confidencial sobre lo ocurrido realmente aquella noche, obligará a Probyn a volver a la acción. La misma de la que deseamos que Le Carré no se retire jamás.
Posted on: Sun, 29 Sep 2013 14:56:59 +0000

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