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Les comparto el link del artículo publicado por el periódico "Los Tiempos", de Cochabamba, Bolivia, en relación a lo acontecido durante el festival Cimientos. lostiempos/lecturas/varios/varios/20130609/%E2%80%9Ccimientos%E2%80%9D-arte-tierra-sangre-y-fuego_216127_465148.html Dado que no fue posible para este periódico el publicar de manera completa las preguntas que me hicieron, y no queriendo que las mismas queden descontextualizadas por lo breve del espacio de publicación, y por el respeto que me merecen las personas a las cuales allí menciono, les comparto a continuación las respuestas completas para que quien asi lo desee pueda leerlas en su extensión original. 1.- ¿Qué opinión tiene de su experiencia en el III Festival de Performance y Accionismo? Desde mi punto de vista, “Cimientos” ha sido un festival muy completo, donde no sólo se presentaron Acciones y Performances, sino también Conversatorios y Talleres en los cuales tuve el placer de poder compartir información y proponer experiencias a un grupo de personas que, en lo particular del Taller, han participado de manera muy comprometida y activa. Pero gracias a estos Conversatorios he podido también conocer la obra de Luis Gárciga, la cual me ha inspirado mucho. He tenido una experiencia muy interesante en el tránsito por este festival, no sólo por lo puramente artístico sino también por la calidad y calidez humana tanto de sus organizadorxs (Alejandra Dorado y Rodrigo Rada) como también de Daniel Abaroa, el productor, con quien además he compartido la Performance junto a Serena Vargas y Fabiola Morales. Ha sido una experiencia sin estrés ni presiones donde pude no sólo trabajar con calma sino también introducirme un poco en la escena boliviana de la Performance y el Accionismo. De los festivales donde participo, me atrae por sobre todo el lado relacional de los mismos, ya que no es el presentar obra lo que priorizo, sino el poder compartir conversaciones e intercambiar opiniones con otrxs artistas y gestorxs. Si mi objetivo principal fuese el realizar una obra, bastaría con salir a la calle a accionar. Pero de los festivales, me interesa el compartir ya que desde allí se amplía la gran red Latinoamericana de cooperación y asistencia y se amplía también mi campo de pensamiento. En Cimientos he podido relacionarme con muchas personas que no conocía y ello gracias a que se generaron los espacios adecuados para proponer encuentros, tanto en los Conversatorios y Talleres, como en las cenas y almuerzos donde continuábamos compartiendo el diálogo más allá de las formas institucionales. 2.- ¿Qué opinión tiene de los artistas bolivianos que han participado en este evento, a nivel estético y teórico? Me encontré en general con planteos estéticos y conceptuales muy sólidos e interesantes. Especialmente para mí, que viniendo de fuera, desconocía muchos de los aspectos que allí se trataron. En los festivales, en general no busco encontrarme con propuestas afines a mi modo de trabajar, sino aprender de los tantos otros modos de hacer que cada artista posee y que amplía por ende mi propia producción y modos de ver. Esto no implica que todos los trabajos presentados me hayan resultado interesantes, sino que en la amplia variedad de propuestas accionadas pude introducirme un poco también en el contexto que cada artista trajo a colación. No voy a explayarme aquí sobre cada trabajo ya que algunos de ellos no he podido presenciarlos por tener que preparar la Performance que he compartido. Por este motivo sólo he de referirme a dos de los mismos, sin que esto implique que hayan sido los únicos dos trabajos que me han interesado. De los artistas bolivianos participantes en Cimientos, conocía de antemano únicamente a Santiago Contreras ya que con él tuve el placer de compartir las experiencias y las acciones en “NÓMADES” y “DEFORMES”, dos festivales de Performance e Intervenciones Urbanas de los cuales soy co-organizador del primero. El trabajo de Contreras me atrae mucho. Posee una convicción tal en lo que hace que me es difícil no querer seguirle en sus proyectos cuando tengo la posibilidad de hacerlo. Sus obras son construcciones tanto matéricas (¿arquitectónicas podríamos decir?) como conceptuales. Pareciera una arquitectura social la que construye, o mejor dicho, la que (des)vela en sus acciones. He podido presenciar también el trabajo de Galo Coca de cuya obra solo había podido aproximarme a través de registros. Me interesó su acción porque trabajó con un tiempo dilatado que no es otro tiempo que el de la duración en presencia. Allí no hubo espectáculo ni el tiempo espectacular al que no tienen acostumbrados los medios masivos de comunicación y en particular los programas de TV. Frente al tiempo fragmentado y multisimultáneo de la cotidianeidad mediática, el trabajo de Coca nos colocó frente a frente con un cuerpo que al intentar enterrarse en un lento accionar, resultó en un intenso tránsito y esfuerzo por conseguirlo, aún más interesante que el logro del objetivo mismo. Al tiempo de observarlo ya no esperaba que completara su acción; me interesaba más ver en ella la condición humana de intentar algo que de entrada pareciera casi imposible de conseguir. Un “ir a contraviento” que, al esforzarse en conseguirlo, producía un desgaste en quien lo observaba haciéndonos físicamente partícipes de su esfuerzo. 3.- ¿El trabajo de cuál de los artistas bolivianos le ha gustado más? El trabajo que más me ha conmovido en este festival, y para ser sincero, uno de los que más me ha conmovido en los últimos años, fue el de María Riveros quién trajo una propuesta que, en tanto liminal, no me permitió encasillarla en una forma pre-sabida. Cuando intentaba verla como una instalación, la misma se desplazaba hacia la poesía plasmada en el Poemario que la acompañaba. Y al querer encasillarla en letras escritas, éstas me recordaban que lo allí narrado era a su vez registro de una acción que había acontecido en un otro tiempo y espacio distinto al allí presentado, cuando, para no quedarse sin nada, había querido robarle un pedazo de cielo a una persona antes de que ésta se fuera de su vida; que para ello había sumergido un vestido en el cielo que se encontraba reflejado en el agua, y que bajo esta misma agua, había bordado en este vestido las estrellas que allí se reflejaban. Un arriba que en tanto abajo, permitió a María Riveros “robar” un poco de ese cielo que, (res)guardado en ese vestido, fue transportado hacia una otra tierra para poder compartírnoslo. Ver, leer, sentir que alguien puede no sólo imaginar, escribir, sino también llevar la poesía al acto y aún más, convertir este acto poético en una instalación, me generó un desplazamiento tal de mi eje conceptual que, afortunadamente, me permitió sentir sin quedar atrapado en el análisis de la obra. Y por ello, por habernos compartido un poco de ese cielo que le “robara” a esta persona antes de partir, por permitirnos ser parte de ese momento, por emocionarme, es que quisiera antes de continuar mi viaje, visitar el lugar donde ella vive para, viendo el cielo que ella ve, procurar un imposible… comprender el por qué se roba un cielo, o el por qué a veces podemos llevarnos algo que ya previamente hemos regalado. Santiago Cao (La Paz, Bolivia, 6 de junio de 2013)
Posted on: Mon, 17 Jun 2013 17:49:23 +0000

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