Lo peor de lo peor de todas partes se unió en julio de 1980 para tronchar la vida de Marcelo. De Bolivia participaron los grupos más retrógrados y sanguinarios, reclutando como paramilitares a un grupo de delincuentes, a título de paramilitares, mientras de la Argentina la junta encabezada por Videla, Massera y Agosti desembolsó un crédito de 500 millones de dólares, para auxiliar a la aislada junta de García Meza y “donó” en calidad de “ayuda y asesoramiento técnico” la participación de un grupo de paramilitares italianos, encabezados por Pier Luigi Pagliai, corresponsable del bombazo de un tren en Bolonia con 85 muertos y 200 heridos, apadrinado por Stéfano delle Chiaie; estos dos últimos amigos de Ustariz, contralor de la dictadura y miembros de su grupo “Los novios de la muerte”. Detrás de ellos, células banzeristas y militancia de los principales de la derecha, impulsaron el golpe, proveyeron recursos, logística, asesoramiento y caldearon el torvo y viscoso odio que todos sentían contra Marcelo. La manera salvaje en que lo torturaron tratando de denigrarlo y quebrarlo es la prueba cristalina del rencor que se empozaba en sus corazones ante la fuerza y la transparencia de Quiroga Santa Cruz. El vacío que dejó Marcelo continúa ensanchándose este año, en el 6º año de vigencia de un gobierno popular que se ha negado a mover un músculo para esclarecer el destino de los desaparecidos, ordenar que se busquen y abran todos los registros castrenses secretos y confidenciales y que prefiere mantener con los aparatos de seguridad una relación cómoda, pragmática que alienta unilateralmente el olvido y la impunidad, a cambio, supuestamente, de una fidelidad postiza, frágil y mercenaria. Para hacer más amargo el trago y peores sus enseñanzas y ejemplos, no vacila en emplear propagandísticamente, la memoria y la imagen de Marcelo, ya que no el poderoso legado intelectual y ético que nos ha dejado.
Posted on: Thu, 18 Jul 2013 01:46:21 +0000
Trending Topics
Recently Viewed Topics
© 2015