Los Vascos ante las Guerras de Independencia de Cuba Alexander - TopicsExpress



          

Los Vascos ante las Guerras de Independencia de Cuba Alexander Ugalde Zubiri “A los cubanos conviene darles todo, todo menos la independencia” (Frase atribuida a Julián de Zulueta en conversación con el general Blas de Villate, conde de Valmaseda, Capitán General de Cuba) Las guerras de independencia cubanas “Al levantarnos armados contra la opresión del tiránico Gobierno español, siguiendo la costumbre establecida en todos los países civilizados, manifestamos al mundo las causas que nos han obligado a dar este paso, que en demanda de mayores bienes, siempre produce trastornos inevitables, y los principios que queremos cimentar sobre las ruinas de lo presente para felicidad del porvenir. Nadie ignora que España gobierna la isla de Cuba con un brazo de hierro ensangrentado (…). Cuando un pueblo llega al extremo de degradación y miseria en que nosotros nos vemos, nadie puede reprobarle que eche mano a las armas para salir de un estado tan lleno de oprobio. El ejemplo de las más grandes naciones autoriza ese último recurso. La isla de Cuba no puede estar privada de los derechos que gozan otros pueblos (…). Manzanillo, 10 de octubre de 1868. El general en jefe, Carlos Manuel de Céspedes”. Estas eran, entre otras plasmadas en el mismo texto, las argumentaciones sostenidas en el Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba, dirigido a sus compatriotas y a las demás naciones, con el que se inició formalmente el proceso emancipador. Durante la Guerra de los Diez Años diversos cubanos de ascendencia vasca ocuparon puestos de responsabilidad en las filas insurgentes. El historiador Eduardo Marrero en su reciente y laureado trabajo Julián de Zulueta y Amondo. Promotor del capitalismo en Cuba (Premio Uneac de Biografía 2005; Premio de la Crítica Científico-Técnica 2007), subraya que “algunos hijos y nietos de vascos militaron en el independentismo”, detallando que “un grupo de apellidos vascos se alineaban junto a la revolución: José María y Enrique Aurrecoechea e Irigoyen, muerto el primero con los grados de general de brigada del Ejército Libertador, y el segundo siendo coronel ayudante personal del presidente Carlos Manuel de Céspedes; el mayor general Ignacio Agramonte y Loynaz; el general Ramón Leocadio Bonachea, entre otros de menor renombre”. Asimismo, cita a “los cuatro legisladores que integraron la Cámara de Representantes de la República en Armas: Luis de Ayesterán, los hermanos Ignacio y Eduardo Agramonte y Loynaz y José María Izaguirre e Izaguirre”. Señalemos algunos breves detalles de los acabados de citar. Ignacio Agramonte y Loynaz (Puerto Príncipe, hoy Camagüey, 1841- Jimagüayú, 1873), miembro de una acomodada familia criolla de antecedentes vascos, fue abogado. Representante en la Asamblea de Guáimaro y uno de los redactores de la Constitución aprobada. Nombrado mayor general se distinguió en las operaciones militares (entre otras la dirigida a rescatar a Julio Sanguily), hasta caer en combate en 1873 en Jimagüayú. José María Aurrecoechea Irigoyen (Puerto Cabello, Venezuela 1842-Holguín, 1870), llegado desde Venezuela en 1865, asumió la dirección de las topas rebeldes en Vuelta Abajo, huyó a los EE UU, regresando con la expedición del vapor Perrit y siendo general de brigada del Ejército Libertador. Apresado, fue ejecutado en Holguín. Enrique Aurrecoechea, hermano del anterior, arribó desde Venezuela con la expedición del Virginius, siendo coronel ayudante personal del presidente Céspedes. Éste mandó en julio de 1873 una carta a la familia de ambos hermanos asegurando que habían servido a la causa cubana “generosamente”. Ramón Leocadio Bonachea (Santa Clara, 1845-Santiago de Cuba, 1885), nieto de un guipuzcoano emigrado, ostentó el grado de general de brigada en la primera guerra, siendo uno de los descontentos con la Paz de Zanjón contra la que protestó en abril de 1879 en El Jarao (Sancti Spíritus) –Protesta de Hornos de Cal–. Los firmantes del documento, antes de exiliarse, puntualizaron que “se retiraban de la lucha, bajo la inteligencia de que, de ninguna manera, se ha capitulado con el gobierno español, ni con las autoridades, ni se había acogido al convenio del Zanjón, ni estaba conforme con él, bajo ningún concepto”. En 1884 participó en una expedición procedente de Jamaica dirigida a reiniciar las hostilidades, pero fue capturado y fusilado en marzo de 1885 en Santiago de Cuba. De Bonachea diría Martí: “El hombre de Hornos de Cal no tiene igual entre los que protestaron de la paz. Con menos recursos que Maceo, menos prestigio, menos ascendiente, persistió por más tiempo en un gesto supremo y no arrojó nunca un ápice de sombra sobre aquella figura que no cede ni ante la hazaña estupenda de Baraguá”. Luis de Ayesterán (La Habana, 1846), abogado y miembro de la Cámara de Representantes de la República en Armas, también fue fusilado en 1870. José María Izaguirre e Izaguirre (Bayamo, 1828), fue diputado a la Asamblea de Guáimaro, representante por Jiguaní. Años después se trasladó a Guatemala, siendo director de la Escuela Normal Central. En este centro facilitó trabajo en 1877 a Martí, con el que colaboró económica y políticamente. JOSE MARIA AURRECOECHEA IRRIGOYEN Y ENRIQUE AURRECOECHEA IRRIGOYEN FUERON TIOS DE LUIS MARIA AURRECOECHEA
Posted on: Mon, 01 Jul 2013 01:11:45 +0000

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