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>> Los grandes hitos de la Historia. Durante siglos, desde que el hombre tuvo inteligencia y poder de raciocinio, se han afanado los estudiosos y los científicos por conocer el cómo, el cuándo, el dónde y el por qué apareció la vida en nuestro Planeta; y así mismo, desde cuándo, desde qué momento, existe el hombre sobre la Tierra. En el principio de los tiempos, durante las primeras fracciones de segundo, el Universo era tan sumamente pequeño y con una densidad tan asombrosa que, para explicarlo, sería necesario desarrollar una ‘teoría cuántica’ de la gravedad (Según Einstein, es un ‘estado matemático’, una singularidad de cero volumen que, sin embargo, contiene infinita materia y energía). De esta, que podríamos llamar ‘partícula elemental’, en determinado momento y por circunstancias aún desconocidas, surgió la gran explosión, el llamado ‘big-bang’, que iba a conformar lo que hoy llamamos Universo, con sus galaxias, cometas, estrellas, planetas, espacio interestelar, agujeros negros, asteroides, etc., que se originó entre 20. a 8.000 millones de años a.C. De todo ello surgió, hace ahora unos 4.600 millones de años, el planeta Tierra. Más tarde, existió una especie de magma, que luego se convirtió en lo que los científicos llamaron ‘sopa prebiótica’; y de esta –según una de las muchas teorías-, por un cúmulo de circunstancias y de especialísimas y muy favorables condiciones físico-químicas, ambientales y electromagnéticas, nació la vida. Y la vida, primeramente, trajo la existencia de seres muy indiferenciados, sencillísimos microorganismos: el primero de ellos, según recientes estudios, sería el ‘ferroplasma acidiphilum’, hace unos 3.500 millones de años. Y en –aproximadamente- esta secuencia, fueron sucesivamente apareciendo…: hace 1.400 m/a, primeras bacterias; hace 800 m/a, gusanos, medusas…; 370 m/a, arañas, escorpiones e insectos; 270 m/a, anfibios y reptiles; 220 m/a, los mamíferos; 70 m/a, los primates o monos; y 40 m/a después, los homínidos De entre aquellos animales, una rama de los abundantes símios, fue diferenciándose extraordinariamente de las demás, dando lugar en un proceso que duró siglos, a los llamados homínidos. Estos homínidos fueron a su vez evolucionando, llegando con el tiempo al denominado ‘homo erectus’ –que, por primera vez, andaba erguido-, y posteriormente al ‘homo sapiens’, que pudo surgir hace unos 4 millones de años. Esta gran población de individuos ‘homo sapìens’, llegaron a tener unos hábitos sociales, una especie de rudimentaria pero estructurada sociedad, rigiéndose ya por unas muy elementales normas de conducta. Todavía se desconoce cuándo comenzaron a emitir las primeras palabras y cuando, como consecuencia de esto, comenzaron a comunicarse verbalmente entre ellos. Los antropólogos, estudiando en diversas etapas de la evolución de estos homínidos la capacidad del cráneo y el peso del cerebro, así como algunas circunvoluciones relacionadas con el área del lenguaje, calculan que pudo ser hace como entre 35 o 30 millones de años. Dios, había sido el artífice, el arquitecto de absolutamente todo lo creado, de todo lo conocido y de lo desconocido. Y hubo un momento, cuando ya se habían establecido las circunstancias adecuadas, en el que creó al hombre y a la mujer, a los primeros seres humanos pobladores del Planeta, a Adán y a Eva, dándoles entre otras esta consigna, este mandamiento: ‘creced y multiplicaos’. Han pasado ‘una inmensidad’ de siglos; y hoy, el planeta Tierra, está habitado ya por más de 7.000 millones de mujeres y de hombres, de personas. Algunos estudiosos, historiadores, científicos, antropólogos, se inclinan por la teoría de que el hombre desciende del mono, de aquellos primitivos homínidos, tal vez de aquellos ‘homo sapiens’… En un momento de la existencia y de la evolución de estos, Dios les habría infundido su Espíritu, les habría dotado de un alma…, convirtiéndolos así en personas humanas. Y esta teoría –cada día más en boga y más aceptada por unos y por otros-, no estaría en absoluto ni reñida ni en contra de lo que pregona la iglesia católica y de lo que la Bíblia nos enseña. Pero, fuese o no fuese así, ¿cuándo pudo suceder este hecho?..., ¿en qué momento de la Historia?... Pasaron muchos siglos más… Hubo grandes núcleos de población, se construyeron las primeras ciudades, comenzó el comercio a gran escala… Fueron apareciendo las primeras civilizaciones, de las cuales se estima como cuna de estas, unos 9.000 años a.C., la región de Mesopotamia –actualmente Irak-, entre los rios Tigris y Eufrates, en cuyas fértiles tierras del desierto se desarrolló la agricultura y se estableció el sedentarismo (hacia 6.000 a 5.000 años a.C.); y hacia el año 3.000 a.C. aparece ya la escritura cuneiforme y se construyen los primeros grandes templos, dando comienzo así al período Neolítico. Se sucedieron luego importantísimas civilizaciones, como la sumeria, la egipcia, helénica, babilónica, hitita, persa, azteca, maya, vikinga, romana, bizantina, etc.…, con unos conocimientos en algunas de ellas –tanto en astronomía, como en ciencias, matemáticas, arquitectura, etc.- asombrosos para aquellos tiempos… Y llegamos a un momento clave, al acontecimiento más importante de todos los tiempos, de toda la historia del mundo y del hombre: en la pequeña Belén de Judá (una pequeña ciudad palestina situada a unos 9 kms. al sur de Jerusalén, en Cisjordania), nace Jesús, el Hijo de Dios, el que vino a salvarnos, el que iba a convertirse en el Redentor del mundo. Fue de tantísima importancia, de tal trascendencia y relevancia este hito, este acontecimiento que, a partir de él, la historia de los tiempos se divide en dos, claramente diferenciados: antes de Jesucristo, y después de Jesucristo. ---- El Planeta Tierra, desde su aparición en el Universo tras el ‘bin-bang’, siempre había estado –y sigue estando- en peligro de colisionar con algún otro cuerpo celeste, llámese cometa, meteorito, asteroide, etc. Ya en Canadá, concretamente entre las provincias de Alberta y Saskatchewan, una mole de unas 10 toneladas colisionó en aquellas tierras, y la luz de la explosión pudo verse hasta 700 kms. de distancia; y también en Canadá, en el lago Tagish, en 1908, colisionó otro gran meteorito; y en Tunguska (región de Evenkia, en Siberia, Rusia), en Junio de 1908, hubo otro suceso parecido, meteorito, asteroide o cometa, pero de magnitud muy superior, que poco antes de entrar en colisión con la superficie, explosionó con una potencia equivalente a 500 bombas atómicas, carbonizó y arrasó unos 2.150 kms. cuadrados, siendo detectado por los sismógrafos del Reino Unido (¡!). Sin olvidar, claro, a la tan famosa tremenda colisión que hace unos 65 millones de años, acabó entre otras especies de animales, con los mastodónticos dinosaurios. De todo lo muy sucintamente reseñado, puede deducirse lo siguiente: 1º, que seguimos sin saber con certeza cómo, cuándo y por qué surgió la vida sobre el planeta Tierra; 2º, que tampoco conocemos en qué momento de la historia de los tiempos, ni de qué manera, apareció el primer ser humano; ni cuándo comenzó a articular sus primeras palabras y a relacionarse con los demás; 3º, que lo que sí sabemos –hay veraces testimonios científicos-, es la evidencia de miles de meteoritos caídos sobre la superficie de nuestro planeta Tierra, y que estamos por lo tanto siempre en peligro. Pero, he querido dejar constancia –en lo posible, y muy sucintamente-, de los acontecimientos más relevantes, más importantes: a) la creación del Universo; b) la aparición de la primitiva vida sobre la Tierra; c) la irrupción del primer ser humano; y sobre todo, d) la venida de Jesús de Nazareth. Y así mismo, constatar esa… temerosa certeza de que, en cualquier momento, el planeta en el que vivimos puede colisionar con otro cuerpo celeste, con consecuencias inimaginables y tal vez dramáticas. Claro que, más que estar preocupados o inquietos por este hipotético impacto o colisión, deberíamos estarlo por otras muchas razones o circunstancias que ‘acechan’ constantemente, a diario, nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestras almas: cáncer, accidentes de tráfico, infarto de miocardio, ictus cerebral, enfermedades diversas, etc. Y es precisamente por todo ello que, en un pasaje de la Biblia, dice Jesús a sus discípulos: ‘Vigilad, porque no sabéis cuándo es el momento… ¡Velad!, pues no sabéis cuando vendrá a llamaros el dueño de la casa, cuando se acabará vuestra vida aquí en la Tierra. Os lo repito: ¡Estad siempre alertas!’ Raffaello Escrito íntegro, el M29.Nov.2011
Posted on: Mon, 23 Sep 2013 11:40:47 +0000

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