Los primeros buzos de la Colonia fueron pescadores de perlas ALGO - TopicsExpress



          

Los primeros buzos de la Colonia fueron pescadores de perlas ALGO DE HISTORIA DE LAS PERLAS SUDCALIFORNIANAS. El religioso Joseph de Acosta escribió en 1587, la Historia Natural y Moral de las Indias, "vi en la memoria de lo que venía de Indias para el rey, diez y ocho marcos de perlas y otros cajones de ellas y para particulares mil y doscientos y setenta y cuatro marcos de perlas (...) Unas llaman avemarías, por ser como cuentas pequeñas de rosario; otras paternóster, por ser gruesas". En 1596, "...vino orden de fu Magestad, para que se fuesen a descubrir las tierras y puertos de las Californias, de donde avia mucha noticia, que avia en aquellos Mares gran numero de Perlas", nos refiere fray Juan de Torquemada en su Monarquía Indiana", comisionándose al capitán Sebastián Vizcaíno, quien encontró que eran recogidas (...) a tres, y quatro brasas dentro del Agua (...) Cogen los Indios gran Suma de estas ostias (ostras), y las hechan en hogueras, y alli se abren, y se queman las Perlas (que las ai mui grandes) y aprovechanse de la carne de las ostias". Alejandro de Humboldt, en su Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España, escribió en 1803: "... lo que más ha excitado a los navegantes a visitar la costa de aquel desierto de la California ha sido la pesca de las perlas que abundan señaladamente (...) tienen un oriente muy hermoso, son grandes, aunque la mayor parte de forma irregular y poco agradable a la vista. La concha que produce las perlas se encuentra principalmente en la Bahía de Cerrralvo y alrededor de las islas de Santa Cruz y de San José. Las más preciosas que posee la corte de España se encontraron en 1615 y 1665 en las expediciones de Juan Yturbi y Beran de Piñadero". De la Crónica de la Antigua California. Una descripción detallada de la pesca de perlas se la debemos a don Miguel del Barco en la Historia Natural y Crónica de la Antigua California, diciéndonos que quien tenía posibilidades adquiría una o dos lanchas, víveres y el equipo necesario, nombrándose "armador". Los buzos se contrataban "... unos a partido y otros a salario. A estos últimos debe el armador dar aquella paga en que se han concertado, pero toda la concha que sacan, es para el amo, a distinción de los que van a partido porque éstos no reciben salario pero parten con el armador cada día toda la concha que sacan ... ". "Los buzos bajan al fondo en donde están las conchas de perla (...) y conforme las van cogiendo, las van echando en la red. (...) En los primeros días hacen poco porque están como aturdidos, y con dolor de cabeza, ya por no estar hechos a detener tanto la respiración, y ya por entrárseles el agua por los oídos. Mas a los tres o cuatro días, echan sangre por los mismos oídos y, con esto, quedan con la cabeza despejada, ágiles y aptos para su oficio". Se buceaba diariamente de junio a septiembre, de diez a tres de la tarde "tiempo en que, por estar el sol en su mayor altura, alumbra mejor hasta el fondo del mar", en profundidades de diez a quince brazas por lo general. "Por los años de 1740, ya sea por alguna extraordinaria tempestad, o ya por otra cosa, el mar arrojó de sí una gran multitud de concha de perla amontonándola en la playa en algunos parajes desde el grado 28 en adelante hacia el norte, donde en aquel tiempo aún no habían llegado los buzos". Las perlas se enviaban a Loreto donde se separaba el quinto del rey, y de ahí a la capital de la Nueva España, vía Guadalajara. Desde finales del siglo XVIII, declinó la pesca de la perla, Humboldt lo atribuyó a "que los blancos pagan muy mal a los indios y a los negros que se habían dedicado al penoso oficio de buzo", y describe una campana de buceo que se experimentaba "en un pequeño estanque, cerca del Castillo de Chapultepec ... en donde el buzo podrá refugiarse cada vez que tenga necesidad de respirar. Provisto de una máscara y de un tubo flexible, podrá pasearse en el fondo del Océano aspirando el oxígeno que le dará la campana por medio del tubo (...) [Esto] ha fijado de nuevo la atención del gobierno sobre las perlas...". novohispano@hotmail También apreciaban el nácar Desde el descubrimiento de América se conoció en Europa la existencia de perlas en América, primeramente en las islas de Cubagua y Margarita en Venezuela, después en Panamá, y en 1534 Hernán Cortés las descubrió en el Golfo de Baja California. Según testimonio de fray Bernardino de Sahagún en la Historia General de las Cosas de Nueva España, los mexicas, les llamaban epyllotli "...que quiere decir corazón de concha, porque se crían en la concha ...", también usaban la concha nácar, "hay en esta tierra muchas maneras de conchas, de que usan estos naturales por cosa preciosa, son de diversas maneras y diversos colores por dentro que parecen de unos esmaltes muy ricos ...".
Posted on: Thu, 19 Sep 2013 18:33:14 +0000

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