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MARCOS SUEIRO / ANA BRAVO NATALIA PUGA / Santiago Especial para EL MUNDO 25/07/2013 Alta velocidad mortal Al menos 60 muertos en el primer accidente ocurrido en vías del AVE / El Alvia Madrid-Ferrol circulaba con retraso y a gran velocidad al entrar en Santiago en la víspera del Día del Apóstol Al menos 60 personas fallecieron ayer en Santiago en el más terrible accidente de tren de las últimas cuatro décadas en España. Bien entrada ya la madrugada, los servicios de emergencia aún no habían podido completar el rescate en el interior de uno de los coches, que se encontraba partido y calcinado, con una de sus mitades destrozada y montada sobre el remolque posterior. El escenario de la tragedia en el primer siniestro en una vía del AVE era el de una catástrofe espeluznante de vagones ardiendo, decenas de pasajeros atrapados y cadáveres desperdigados, tendidos sobre las vías. El Alvia 151 que cubría la ruta Madrid-Ferrol, repleto con 218 viajeros además de la tripulación en la víspera de la fiesta del Apóstol, descarriló a la salida de una curva, a unos cuatro kilómetros de la estación. Eran las 20.41, exactamente la hora a la que estaba prevista la llegada a Santiago del tren, que circulaba con un ligero retraso y –según muchos testigos– a gran velocidad. Fuentes consultadas por este periódico aseguran que la velocidad máxima permitida en esa curva es de 80 kilómetros por hora y que el tren siniestrado iba a 180. Un portavoz de Renfe, sin embargo, aseguró a Efe que es «muy aventurado» atribuir el accidente al exceso de velocidad. Otras fuentes recordaron que ingenieros del Ministerio de Fomento cuestionaron en su momento la idoneidad del trazado de esa curva, que el día de la inauguración calificaron como «muy difícil». Por esa razón, se limitó drásticamente la velocidad en ese tramo, que es de conducción manual y no automática. El tren quedó dividido en dos en el momento del accidente: la locomotora y cuatro vagones por un lado, y los otros cinco coches, por otro. La primera parte del convoy quedó ardiendo y varios testigos aseguran que los remolques dieron vueltas de campana, hasta el punto de que uno de ellos quedó montado sobre el posterior, completamente calcinado, en una imagen dramática. El Alvia viajaba con tanta potencia que uno de los vagones de la parte posterior salió propulsado hacia arriba y se estampó contra la protección acristalada de las vías del AVE, a unos seis metros de altura, que superó, yendo a encallar en un quiosco de música de un camino vecinal de la aldea de Angrois, en la parroquia compostelana de El Sar. El resto de los furgones quedó en pésimo estado, atrapado entre las vías y la pared de hormigón. Algunos pasajeros salieron despedidos y fallecieron en el mismo acto. Otros muchos quedaron aprisionados, sin que al cierre de esta edición se hubiese completado el rescate. Los primeros datos apuntaban anoche a 111 heridos identificados y 15 sin identificar. Una veintena del total, de extrema gravedad. Inmediatamente, se desplazaron al lugar servicios de emergencia, ambulancias y bomberos. Tiempo después, tuvo que actuar una enorme grúa para mover los vagones volcados. La situación era desoladora. Los cadáveres estaban tendidos junto a las vías, algunos alineados y tapados con mantas y otros al descubierto. Los vecinos describían escenas de pánico y de desconcierto entre los viajeros supervivientes. Se escuchaban gritos y llantos de niños y se vieron numerosos desmayos. Antidisturbios de la Policía impedían acercarse al vagón que se encontraba en peor estado porque en su interior seguían escuchándose pequeñas explosiones. La primera asistencia corrió, precisamente, a cargo de los residentes en la zona, que colaboraron con mantas, edredones, colchas o jabón. En escenas que recordaron a las del 11-M, se arrancaron puertas para utilizarlas a modo de camillas. Incluso algunos de ellos desplazaron heridos en sus vehículos particulares hasta los centros sanitarios de Santiago. Después, cuando cayó la noche, tuvieron que contribuir con generadores e incluso con sus coches para iluminar la zona del tren y facilitar a los profesionales las tareas de rescate. Según el testimonio de Martín Roza, vicepresidente de la asociación de vecinos que participó en las tareas de rescate, «el tren chirriaba» a la salida de un túnel que desemboca en la curva donde se produjo el accidente. Después, escuchó «una gran explosión». Mientras esperaban a las emergencias, fue sacando junto con otros voluntarios a heridos y fallecidos de los vagones, colocando a estos últimos a ambos lados de las vías –«cinco, 10, 13, 17...»– y ayudando a evacuar a los primeros. Otro testigo, Demis, contó a EL MUNDO en el lugar del siniestro que pudo ver a madres saliendo del tren con bebés de muy corta edad y huyendo del lugar «como podían». «Había heridos desangrándose, mucho fuego y humo intenso y asfixiante», describió. Los dos maquinistas que conducían el Alvia siniestrado, que circulaba con cinco minutos de retraso y tenía previsto llegar a Ferrol a las 22.36 horas, sobrevivieron. Según recogía ayer la edición digital de La Voz de Galicia, uno de ellos hablaba por teléfono móvil después del accidente repitiendo de manera incesante: «Descarrilé, qué le voy a hacer, qué voy a hacer». Nada más conocer el gravísimo accidente, la Xunta y el Ayuntamiento suspendió cualquier acto festivo para hoy, cuando la ciudad de Santiago comienza uno de los puentes más concurridos del año en toda España, con peregrinos llegados de todas partes del mundo. Las autoridades gallegas hicieron ayer un llamamiento a la población para que se acerque al Hospital Clínico de Santiago, colapsado anoche, y al Centro de Transfusiones de Galicia para donar sangre, necesaria para atender a las decenas de heridos.
Posted on: Thu, 25 Jul 2013 09:24:07 +0000

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