MENUDO MENEO. Ayer fui cuesta abajo y sin cadena. Me lenvanté a - TopicsExpress



          

MENUDO MENEO. Ayer fui cuesta abajo y sin cadena. Me lenvanté a la 4 menos cuarto de la 4 y 10, me puse a ordenar libros y a escribir, a montar un power point y, ya en la frontera del alba, cansado como un perro, cometí un error y me cargué el ordenador. La cosa se puso muy fea. Quiso ayudarme, a través de facebook, con una paciencia infinita Mónica Castellano González aunque mi ciber-torpeza impidió que la máquina resucitara. Había perdido, así en un parpadeo, el trabajo de ocho años y, lo que es peor, todo el material de clases sedimentado durante tanto tiempo. Fui desesperado a una tienda de reparaciones informáticas y me trataron como si fuera un cretino (no les faltaba razón) y de ahí marché, contrariado a más no poder, hasta la Fundación Ortega y Gasset donde tenía que intervenir en el Congreso Internacional de Semiótica que versaba sobre la cuestión del Secreto y la Transparencia (con especial atención al caso Wikileaks). Coincidía en la mesa redonda, entre otros, con Jenaro Talens. Me tocó intervenir el último en una sesión que tenía la guillotina de los 30 minutos. Coloqué, como buenamente pude, un speech que tomaba a Duchamp como pretexto (bruit secret). Con el estómago vacío regresé a casa con tiempo para recoger el libro de Alberto Ruiz de Samaniego. A las 7,30 presentamos su libro en la Sala María Zambrano del Círculo. Agradezco a todos los que asistieron una noche de frío y multitud de ofertas culturales. Me alargué porque la cosa (el libro que es excelente) lo merecía. Tras lo que Samaniego calificó como perorata y tras sus comentarios aclaratorios sobre lo que ha escrito, nos fuimos a tomar algo. Ese algo fue un completo desastre de cañas y tapas en un local llamado Tigre, una sidrería llena a rebosar por estudiantes y jovencitos que recibían con satisfacción platos repletos de tortilla, montados de lomo, patatas bravas y chorizo rancio, regado todo ello por una salsa rosa que resulta peligroso preguntarse cual sería su composición química. El camarero recogía vasos y lanzaba platos como si estuviera repartiendo cartas en un casino de Las Vegas. Acompañado por Serzo y dos amigos suyos, Paco Mesa, Alberto Ruiz de Samaniego y mi hermano Javier (luego se incorporó a la trouppe mi hijo Ernesto), hablamos de lo humano y lo divino, incluso nos adentramos en terrenos heideggerianos en una falta de contexto evidente. Salíamos literalmente empapuzados y con la sospecha de que las tapas podrían estar sometidas a un proceso de reciclaje continuo. Pensé en una torre de Babel de salchichas, morcillas y calamares, con lonchas de jamón de la peor especie, junto a patatas bravas recalentadas en un micro-ondas. Para digerir ese mazacote de comida grasosa nos fuimos a tomar unos gin-tonics, como mandan los cánones, al Del Diego. Ahí los colegas y la familia se instalaron confortablemente y no querían salir ni a tiros. Con el frío de la noche y ya de largas despedidas (abracismo brutal) decidimos levantar a Samaniego a la sillita de la reina. Foto incluida que espero ver pronto. Un día denso y, lo tengo que confesar, feliz.
Posted on: Fri, 22 Nov 2013 21:02:58 +0000

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