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MISHUM SAKANÁ Por: Salomon Michan Está escrito: “Cuídate a ti mismo y cuida mucho tu alma”; así como: “Y cuiden mucho sus almas”. Cuenta la Guemará que un hombre judío estaba rezando la Amidá cuando llegó un ministro gentil y lo saludó. El judío no le devolvió el saludo, por lo que el ministro esperó a que terminara de rezar. Una vez que terminó, el ministro le dijo: “¿Qué no sabes que en tu Torá está escrito ‘Cuídate a ti mismo y cuida mucho tu alma’, y también está escrito ‘Cuiden mucho sus almas’? Cuando te saludé, ¿por qué no me regresaste el saludo? Si hubiera querido, podría haberte cortado la cabeza con una espada.” Nuestros Jajamim escriben que de estos pesukim aprendemos la obligación de cuidar nuestra alma y no colocarnos en situaciones de peligro, pues quien no se cuida y se arriesga, transgrede la mitzvá de “No pondrás sangre en tu casa”. Por tanto, el que dice: “No va a pasarme nada” o “Es mi vida y puedo arriesgarme a hacer tal cosa”, comete un serio pecado. Al respecto, hay quien opina que esto constituye un pecado explícito de la Torá, aunque otros afirman que fueron los Jajamim quienes dictaminaron esas prohibiciones. Asimismo, hay quien dice que, si se trata de un peligro ineludible, se transgrede una ordenanza de la Torá, pero que si sólo hay duda de que se corre un riesgo, la prohibición proviene de los Jajamim. Sobre lo que no hay duda es que está prohibido ponernos en peligro o riesgo. Por eso debemos cuidarnos en todo momento, aun cuando tengamos solamente la duda de si corremos peligro o no. Las medidas para cuidarnos de peligros que amenacen nuestra vida están mencionadas en la mitzvá de Maaké, es decir, poner una barda o valla en el techo de las casas. Los Jajamim opinan que no solamente hay que poner una barda, sino que también debemos cuidarnos de cualquier peligro o daño físico, como está escrito igualmente en la mitzvá de Maaké: “No pondrás sangre en tu casa”. Es decir, esto no sólo se refiere a la mitzvá de Maaké, sino a cualquier peligro que pueda dañarnos. La raíz y el principal motivo de esta mitzvá es que Hashem creó este mundo para favorecernos y beneficiarnos, a fin de entender Su grandeza y ponernos a su servicio, al tiempo que cumplimos su Torá y sus mitzvot con el objetivo de recibir el pago de lo que hacemos. Evidentemente, si un ser humano se pone en peligro de vida o se daña a sí mismo, demuestra que desprecia la Torá y no desea cumplirla ni observar sus mitzvot. El Jafetz Jaim, uno de nuestros más grandes Jajamim, escribió que Hashem nos dio la fuerza necesaria para servirlo y cumplir su Torá. Esto equivale a que un esclavo se dañe a sí mismo: si por el daño que se hizo no puede cumplir con sus obligaciones, tendrá que rendir cuentas a su patrón. Sobre esta cuestión cabe citar una historia sobre el Rab MiTzantz, un sabio muy cuidadoso con la mitzvá de comer maror en Pésaj, precepto que cumplió durante muchos años con gran entusiasmo y agrado. Sin embargo, en su vejez, el médico le prohibió comer maror todo el año, pues ello representaba un serio peligro para su salud. Así que cuando llegó el momento de hacer el Séder de Pésaj, ya estaba todo listo sobre la mesa, incluyendo el maror. Al momento de pronunciar la berajá del maror, Rabí MiTzantz lo tomó y dijo: “Baruj Atá… asher kideshanu vemitzvotav vetzivanu… y cuiden mucho sus almas”. Después dejó el maror sobre la mesa y no lo comió. Lo que hizo este Jajam fue cumplir con la mitzvá de cuidar su salud, ya que el doctor le había prohibido comer maror. En el caso de que una persona muera por su propia culpa, por ejemplo, si se arriesga innecesariamente en alguna situación o se involucró en una acción de peligro, tendrá que rendir cuentas a Hashem, ya que ella misma se provocó la muerte. La Guemará habla con amplitud sobre temas y asuntos referentes al cuidado de nuestra salud y la forma de no sufrir daños, físicos y espirituales. Aunque hay algunos aspectos que hoy no se aplican tanto (como el caso del Ruaj Raá, y pese a las diferentes e opiniones sobre qué es exactamente), debemos cuidarnos mucho, aunque ciertas leyes ya no se apliquen en nuestros días (o cuyas transgresiones no son tan graves). Aunque es cierto que Abayé eliminó a los ángeles malignos, de todos modos debemos cumplir aquello en lo que nos cuidamos y cumplir esas leyes, como lo explicaremos más adelante. Muchas de las precauciones que se mencionan en la Guemará no aparecen en los libros actuales ni fueron escritas por los grandes Jajamim de generaciones más recientes. Sin embargo, hay quienes dicen que, si ya están escritas, deben cumplirse. Por ejemplo, se cuenta que en cierta ocasión Rab Simjá Zisel MiKelem estaba caminando con su hijo, Rab Hirsh. Sin poder evitarlo, Rab Zisel pasó entre dos mujeres. Ante la mirada de extrañeza de Rab Hirsh, le dijo: “Debemos cumplir con todo lo que está escrito en la Guemará, pero no aumentar a lo que está dicho.” En la Guemará dice que no se puede pasar entre dos mujeres, pero no se refería a pasar entre dos mujeres solteras, como lo son esas mujeres.
Posted on: Wed, 17 Jul 2013 03:13:12 +0000

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