MISION APOSTOLICA CENTRAL ESTUDIO BIBLICO 26/9/13 Jeremías I. El - TopicsExpress



          

MISION APOSTOLICA CENTRAL ESTUDIO BIBLICO 26/9/13 Jeremías I. El hombre El nombre «Jeremías» significa «aquel a quien Jehová nombra». Sin el nombramiento de Dios, el profeta no podría haber continuado ministrando fielmente. Procedía del linaje sacerdotal y vivía en la ciudad sacerdotal de Anatot. Parece que tenía cierta riqueza personal porque pudo comprar tierras e incluso contratar a un escriba. Lo llamaron al ministerio cuando era «un niño» (1.4–6); esto fue en el año 627 a.C. II. Los tiempos Jeremías ministró durante los últimos cuarenta años de la historia de Judá, desde el año treinta y nueve de Josías (627 a.C.) hasta la destrucción de Jerusalén y más allá (587 a.C.) Menciona a los reyes durante cuyos reinados sirvió (1.1–3), los últimos líderes del una vez próspero reino de Judá. Josías fue un rey piadoso; murió en el 608 a.C. Fue durante su reinado que se halló el libro de la ley y se restauró la adoración en el templo. Joacaz le siguió, pero sólo reinó tres meses, de modo que Jeremías ni lo menciona. Siguió Joacim (608–597 a.C.); hombre impío que fue al extremo de perseguir a Jeremías. Fue quien quemó el rollo de las profecías de Jeremías, según Jeremías 36. Joaquín fue el siguiente rey, pero también sólo reinó tres meses antes de ser llevado cautivo a Babilonia. El último rey fue Sedequías (597–586 a.C.); presidió sobre la ruina de la nación y la captura de la ciudad de Jerusalén. De modo que el profeta Jeremías vivió para ver a su amada nación caer en el pecado, la guerra y el juicio; sin embargo, a través de todo eso fue fiel al predicar la Palabra de Dios por toda la tierra. Cuando Jeremías empezó su ministerio, Asiria era la mayor potencia del mundo, pero Egipto y Babilonia rápidamente fueron ganando fuerza. En el 607 a.C., Babilonia conquistó Nínive y destruyó el poder de Asiria. Babilonia entonces atacó a Judá y los «políticos» de Judá le aconsejaron al rey que pidiera la ayuda de Egipto. Jeremías siempre estuvo en contra de la alianza con Egipto. Sabía que Dios era la única esperanza de Judá, pero los pecados de la nación eran tan grandes que había perdido la bendición de Dios. Babilonia a la larga capturó a Judá y tomó a Jerusalén (606–586). Jeremías escribió Lamentaciones para conmemorar la muerte de la ciudad santa. III. El mensaje La tarea de Jeremías no fue fácil porque tenía que tañer la muerte de su nación. En la primera parte de su libro aparecen varios de sus sermones, dados en Jerusalén, en los cuales denuncia al pueblo, a los sacerdotes y a los príncipes por sus pecados, especialmente el pecado de idolatría. En el capítulo 25 anuncia que la nación irá setenta años al cautiverio y luego volverá para establecerse de nuevo. En el capítulo 31 profetiza un «nuevo pacto» entre Jehová y su pueblo, no un pacto de ley y obras escrito en piedra, sino uno de amor y fe, escrito en el corazón. En los capítulos finales Jeremías se refiere a las naciones gentiles que rodeaban a Judá y les cuenta los planes de Dios para ellas. Una de las palabras clave en el libro es «rebelde» o «rebeldía» (2.19; 3.6, 8, 11–12, 14, 22; 49.4). La nación le dio las espaldas al Señor y seguía a los falsos profetas que la llevaban a adorar ídolos. El profeta esperaba el arrepentimiento, pero la nación no se arrepintió. Leemos que Jeremías lloró, apabullado por la caída de su nación. Véanse 9.1; 13.17; 14.17; 15.17–18; Lamentaciones 1.2; 2.11, 18. Debido a que profetizó el cautiverio y les dijo a los reyes que se rindieran ante Babilonia, a Jeremías lo llamaron traidor y su pueblo lo persiguió. Ningún profeta del AT enfrentó mayor oposición de falsos profetas como Jeremías (véanse 2.8, 26; 4.9; 5.31; 6.14; 14.13–16; 18.18; 23.9–40; 26.8–19; 27.9–16; caps. 28 y 29). Si Judá se hubiera arrepentido y vuelto a Dios, Él la habría librado de Babilonia. Como la nación persistió en sus pecados, tuvo que ser castigada, pero entonces Dios prometió restauración «por amor a su nombre». Jeremías usó muchas ilustraciones dramáticas para presentar sus mensajes: fuentes y cisternas (2.13); medicina (8.22); un cinto «bueno para nada» (13.1–11); una vasija de barro (caps. 18–19); yugos (cap. 27); hundir un libro (51.59–64). IV. Jeremías y Jesús Las similitudes entre Jeremías y Jesucristo son dignas de notarse. Nunca se casaron (16.2) y a ambos los rechazaron sus propios pueblos (11.21 y 12.6 con Lc 4.16–30). Jeremías ministró bajo la amenazante sombra de Babilonia, Jesús bajo la sombra de Roma. A ambos el pueblo los consideró traidores. A Jeremías se le opusieron ferozmente los falsos profetas; a Jesús los escribas y fariseos, falsos líderes de su día. Ambos lloraron sobre la ciudad de Jerusalén y predijeron su ruina. Jeremías reunió un puñado de discípulos a su alrededor; Jesús tuvo un pequeño grupo que le seguía. A ambos los arrestaron falsamente y persiguieron. Ambos enfatizaron una religión del corazón y no una de simples formas y ceremonias externas. Fue Jeremías 7.11 que Jesús citó cuando limpió el templo y les dijo a los sacerdotes que lo habían hecho «cueva de ladrones». Ambos enfatizaron el nuevo pacto del corazón (Jer 31.31–37; Heb 8.7ss). En su predicación, usaron ilustraciones y comparaciones de impacto. Revelaron un corazón tierno y lleno de simpatía que se destrozó por la perversidad de una nación que debía haber obedecido a la Palabra de Dios. Al final parecía que ambos fueron fracasos en sus vidas y ministerio, pero Dios los honró e hizo su obra un éxito. DIOS LOS BENDIGA
Posted on: Thu, 26 Sep 2013 19:18:13 +0000

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