MUY INTEREZANTE Al principio esa dejadez parece más cómoda, - TopicsExpress



          

MUY INTEREZANTE Al principio esa dejadez parece más cómoda, pero acaba por convertir la vida en algo muy desagradable. Cada vez que se te presenta una ocasión de pecar, se te ofrece también una oportunidad de elegir el camino de la verdad. Mientras no consientas, mientras digas no –no importa cuantas veces tengas que repetir el no–, no habrá pecado. Lo que importa es resistir la tentación, no acercarse a ella temerariamente, esforzarse con determinación. Cada vez que se imponga tu debilidad y caigas en el mal, estás haciéndote daño a ti mismo, y quizá también a otros, y además estás rechazando a Dios. Te instalas en la mentira, una mentira quizá satisfactoria a corto plazo, pero que acabará por atraparte en la soledad o en la desesperación si no sales pronto de ella. Si es ahí donde te encuentras en estos momentos, sabes bien de lo que te estoy hablando y debes rogar a Dios que te conceda valor para cambiar. Debes decirle a Dios que le necesitas, para salir del pecado o para no caer en él. No es necesario que recites una larga oración formal. Una súplica de ayuda será oída, pero debes seguir rezando hasta salir de aquello. Dios está junto a ti. No hace falta que le expliques tu caso. Ha sido testigo de todo. ¿Confesar los propios pecados a otro hombre? —¿Y no es demasiado pedir que haya que confesarse y manifestar los propios errores ante otro hombre? Cuando un hombre se arrodilla en el confesonario porque ha pecado –escribe George Weigel–, en aquel preciso momento contribuye a aumentar su propia dignidad como hombre. Aunque esos pecados pesen mucho en su conciencia, y hayan disminuido gravemente su dignidad, el acto en sí de volverse hacia Dios es una manifestación de la especial dignidad del hombre, de su grandeza espiritual, de la grandeza del encuentro personal entre el hombre y Dios en la verdad interior de su conciencia. Los no creyentes se preguntan si es apropiado revelar los más íntimos secretos a alguien que tal vez sea un extraño. La confesión fue, sin duda, una innovación audaz de la fe cristiana. Es un mandato del propio Jesucristo a su Iglesia, cuando dio a los apóstoles ese poder para perdonar los pecados: a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Posted on: Wed, 16 Oct 2013 12:01:27 +0000

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