Maduro instaura en Venezuela una economía de guerra El - TopicsExpress



          

Maduro instaura en Venezuela una economía de guerra El gobierno de Nicolás Maduro ha decidido huir hacia adelante como respuesta a la crisis económica venezolana, instalando una economía de guerra. Hace cuatro días ha iniciado una ofensiva contra la especulación que ha tomado con rapidez la forma de una espiral que puede terminar en sangre y más daños para los pobres. La crisis venezolana está en desarrollo abierto. La inflación de octubre fue de 5,1% y el acumulado de 12 meses supera el 53%. La inflación no es reciente; el país convive con ella desde hace 8 años y a sus efectos se suma el desabastecimiento por problemas de producción y divisas. La respuesta a la crisis sigue el guión de los gobiernos controlistas: echar la culpa a la oposición, extremando su política de control de precios y del tipo de cambio impuesta hace diez años y que no ha dado resultado. La tasa oficial de cambio es de 6,30 bolívares por dólar pero esta semana ha llegado a 60 bolívares por dólar en el mercado negro. A la guerra política se suma la económica o, mejor dicho, la guerra política se ha transformado en guerra económica. El Tribunal Supremo de Justicia instaló en los últimos días 53 Tribunales de Control y 24 salas de Cortes de Apelaciones, con competencias en delitos económicos, especialmente el encarecimiento y el acaparamiento de productos. El gobierno ha presionado a los operadores de internet y ha logrado el bloqueo de 50 páginas que informan el precio del dólar paralelo. La guerra se lleva a cabo en cadena nacional. Maduro ordenó por TV la rebaja de los precios de los electrodomésticos, a los que seguirán los textiles, calzados, juguetes, ferretería y automotor. El saqueo legal se ha militarizado; el gobierno ha ordenado sacar la milicia a la calle y ha activado comités de control compuestos por ciudadanos. El problema no solo reside en la militarización del comercio, una parte crucial de la economía. Maduro se equivoca de enemigo; pelea contra el acaparamiento cuando su verdadero adversario es la inflación, la falta de divisas y la caída de la producción. Las medidas de emergencia solo resolverán por unas semanas el problema de la escasez de productos pero no acelerarán la producción y la competencia de modo que los precios se reduzcan. Las políticas de fijar precios mínimos de los productos y ponerles topes máximos a las ganancias han fracasado en todos los lados. En una economía social de mercado, la aspiración del precio justo se relacionaba no con el control de las ventas sino con el ejercicio del papel regulador del Estado sobre las condiciones de la producción, la información al consumidor, la apertura del mercado contra la concentración de bienes y agentes económicos y el fomento de la competencia. Las decisiones de Maduro evidencian el inmovilismo del proceso venezolano al que más de una voz sensata le sugirió hace meses iniciar un proceso de reconciliación nacional y el diálogo con la otra mitad del país para normalizar la vida nacional. La economía de guerra es el ingreso a un callejón oscuro del que solo saldrán lamentos y dolor de los venezolanos. No es un destino justo para un país que hasta hace pocos años manejaba un volumen de divisas por la exportación de crudo que surtía la economía y financiaba el consumo. El comandante Hugo Chávez prometió nacionalizar esa economía para que dependa del trabajo de los venezolanos y no de los precios internacionales, forzando una rápida industrialización. A casi 15 años de su llegada al poder, su revolución no tiene ni industrias ni divisas, solo colas, escasez e inflación.
Posted on: Wed, 13 Nov 2013 17:27:50 +0000

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