Maimónides reprendió que todo aquel que está sentado - TopicsExpress



          

Maimónides reprendió que todo aquel que está sentado confortablemente con su familia dentro de su Sucá y no comparte con los pobres, está realizando una mitzvá no para su júbilo sino solamente para su estómago. Además de formular invitaciones personales a gente necesitada (en otros tiempos se acostumbraba a tener al menos una persona pobre en la mesa de la Sucá; hoy en día no faltan los que recurren, a modo de sustituto, a la donación de dinero a causas nobles), también abrimos nuestra Sucá simbólicamente a próceres del pueblo judío, los ushpizin. Con una fórmula establecida por los cabalistas del siglo XVI, basada en el Zohar, en cada noche de Sucot invitamos a los ushpizin, o sea uno de siete exaltados prohombres de la historia del pueblo de Israel, a unírsenos en la Sucá. “Cuando un hombre se sienta en la Sucá, la Shejiná (Divina Presencia) extiende Sus alas sobre él, y Abraham con cinco otros Justos de Dios (y David con ellos) vienen a morar allí con él... Un hombre debería regocijarse cada día de esta festividad con semejantes invitados”. La inspiración de hajnasat orjim (hospitalidad) procede de nuestro primer patriarca, Abraham. Él solía sentarse a la puerta de su morada, esperando tener la oportunidad de invitar a los viandantes a que se repusieran en el abrigo de su tienda, y entonces se apresuraba a agasajarlos con una comida preparada con los mejores ingredientes. Un midrash basado en el apócrifo Libro de los Jubileos, pretende que la primera choza que dio origen a la festividad de Sucot, fue erigida por Abraham, nuestro patriarca, cuando acogió a los tres ángeles que vinieron a él para decirle que su esposa Sará iba a gestar un hijo (Génesis 18:1-10) El citado Libro de los Jubileos (16:21) refiere otras observancias de Sucot en las tiendas de Abraham en Beersheva, donde construyó un altar y lo rodeó mientras oraba. Volviendo a la costumbre de invitar a ushpizin (vocablo arameo que significa “huéspedes”), se efectúa una breve ceremonia. El texto de la invitación que se hace en dicha oportunidad, incluyendo las preces para que nuestro cumplimiento de la mitzvá de construir una Sucá y habitarla merezca el favor divino, se encontrará en un sidur (compendio de oraciones) para Sucot. Así, el primer día de la festividad diremos: “Yo invito a mi comida a los ilustres huéspedes Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, Aarón y David. Que le satisfaga a usted, Abraham, mi distinguido invitado, que los demás exaltados huéspedes se alojen conmigo y con usted: Isaac, Jacob, José, Moisés, Aarón y David”. A cada día sucesivo de la festividad un invitado distinto de los siete es resaltado, en orden progresivo. Los sefaradim, quienes frecuentemente colocan una silla especial repleta de libros sagrados para los ushpizin, invitan primero a los patriarcas, después a los líderes-profetas (Moisés y Aarón), luego a la realeza (José y David). Con frecuencia envían provisiones a los humildes con una nota que expresa: “Esta es la parte de los ushpizin”. Recientemente se ha hecho popular en ciertos círculos invitar a matriarcas y otras importantes mujeres del pueblo de Israel: Sara, Raquel, Rebeca, Lea, Miriam, Abigail y Ester, ya sea junto con los hombres o bien a ellas solas. Además de servirnos como recordatorio de nuestro deber hacia los pobres (se dice que los ushpizin se rehúsan a ingresar a una Sucá cuando en la misma los indigentes no son bienvenidos), cada uno de esos ilustres personajes representa el desarraigo. Abraham abandonó la casa de su padre para dirigirse a la tierra que Dios le prometió (Génesis 12:1). Isaac se fue a Gerar empujado por una hambruna (Génesis 26:1). Jacob huyó de su hermano Esaú para refugiarse en lo de Labán (Génesis 28:2). José fue vendido a mercaderes y llevado a Egipto (Génesis 37:23-36). Moisés escapó a Midián tras haber matado a un egipcio que atormentaba a los hebreos (Éxodo 2:11-15). Moisés y Aarón vagaron por el desierto durante cuarenta años (comenzando con Éxodo 13). David se escondió de Saúl en el páramo (Samuel 20,21). Cada uno de ellos, en sus tribulaciones, contribuyeron al mundo mediante su respectiva característica personal: hospitalidad, fuerza, esplendor, gloria, santidad, eternidad, soberanía. Reflejando los períodos de carencia de hogar y de trotamundos que caracterizaron sus vidas, nuestro refugio temporal que es la Sucá puede inspirarnos a emular los aportes que ellos le hicieron al mundo. Mucha gente acostumbra en Sucot a fijar en su Sucá placas o dibujos de homenaje a los venerados ushpizin, que contienen bendiciones o escenas de sus vidas.
Posted on: Mon, 23 Sep 2013 19:15:21 +0000

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