Martiniano Chilavert Es un coronel de la Confederación - TopicsExpress



          

Martiniano Chilavert Es un coronel de la Confederación Argentina, nacido con un siglo libre y ensangrentado,hijio de Francisco,aquel oficial español que traicionó a su suelo natal por el amor a la exuberante tierra americana.Es hijo de un traidor y de un héroe. Con su padre y hermano mayor José Vicente viajó en el buque Canning que trajo de regreso a Buenos Aires a José de San Martín, a Carlos María de Alvear,a Matías Zapiola. Y fue uno de los 120 granaderos que empujó a las realistas hasta el río en las barrancas de San Lorenzo. En cuanto a Martiniano,sólo pudo defender a su patria en unas pocas batallas. Y la última, la definitiva, la más importante,la perdió perdido. Por lo demás,llevó durante su vida la tristeza de haber peleado como artillero durante treinta años en una miserable guerra entre argentinos. Ha servido a Alvear, el endemoniado Lavalle, al inconstante Fructuoso Rivera y siempre ha estado equivocado. Ha vivido equivocado. Ha luchado con empecinamiento a favor de su error. Lo descubrió tarde,es cierto,pero se ha dado cuenta de lo que estaba y ha intentado enmendar su falta. ...) Chilavert siempre ha odiado a la tiranía en todas sus formas. Lo saben quienes lo acompañaron en la gloriosa jornada de Ituzaingó, en aquella mal terminada guerra con los brasileños imperiales. Lo saben quienes han discutido con él cuando criticaba los atroces métodos de Lavalle y sus coroneles en la campaña del Sur. Durante años ha combatido a Rosas en los campos de Entre Ríos,Corrientes, Buenos Aires, en Quebracho Herrado y Famaillá, cuando Lavalle inició su "Campaña Libertadora",en la sangrienta batalla de Arroyo Grande. Nadie puede decirle que no ha sido un unitario consecuente. Aun cuando le cuestionara a Lavalle la presencia de los franceses,cuando le dijera que no era conveniente luchar contra Rosas con la ayuda de los extranjeros porque eso se asemeja a una guerra contra su patria más que una batalla política. Aun cuando en 1843, en el comando de campaña, discutiera con el oriental Rivera y lo acusara de querer desmembrar la Confederación. "Hace tiempo que veo que la guerra que usted hace no es a Rosas sino a la República Argentina,ya que su lucha es una cadena de coaliciones con el extranjero. De resultas de ello Argentina ha sido ultrajada en su soberanía, favoreciendo esto a Rosas,ya que la opinión pública ve amenazada la Patria",le contestó ante el silencio espasmódico de los demás jefes militares. Corrían tiempos difíciles para la Confederación Argentina. Desde 1838 la escuadra francesa había cerrado con su flota el puerto de Buenos Aires porque Rosas no exceptuaba a los ciudadanos de ese origen del servicio militar ni le ofrecía un tratamiento de "nación favorecida" al reino de Luis Felipe de Orleáns. Y en la flamante República de Uruguay Rivera había derrocado al presidente constitucional Manuel Oribe, de excelentes relaciones con los federales. El primer bloqueo culminó con el tratado Arana-Mackau el 29 de octubre de 1840. Pero la escalada del conflicto continuó. El 16 de febrero de 184y, Oribe impuso un sitio a Montevideo que duraría hasta 1851, tras el pronunciamiento de Justo José de Urquiza. Finalmente, el enfrentamiento estalló en julio de 1845, cuando las fuerzas navales de Francia y Gran Bretaña volvieron a bloquear el puerto de Buenos Aires,secuestraron los buques de la Armada Argentina capitaneada por Guillermo Brown y comenzaron el ataque contra las ciudades de Colonia del Sacramento, Gualeguaychú, Fray Bentos y Salto,entre otras. En noviembre la flota invasora decidió abrir y violar el río Paraná. El día 20 llegó a la vuelta de Obligado,donde el general Lucio N. Mansilla había atado una hilera de pequeñas embarcaciones con cadenas para impedirle el paso a los imperialistas y dispuesto tres baterías de cañones para atacarlos. La Vuelta de Obligado significó,entonces,un hito nacional,un bastión que Rosas ostentaba frente a sus enemigos unitarios que apostaban por los extranjeros desde Montevideo y desde las ciudades del sur de Brasil. ¿Nada ocurre en la conciencia de un patriota unitario cuando ve a su tierra violada por las dos potencias extranjeras más importantes de la época? Martiniano es un patriota de sangre en la sangre. Y comienza a dudar. Vive en la ciudad de Pelotas,en el estado de Río Grande do Sul,en Brasil. Desde allí le escribe una carta a Manuel Eguía, unitario exiliado en la capital uruguaya, donde le plantea sus cuestiones: "Para la prensa de Montevideo,la Francia y la Inglaterra tienen todos los derechos, toda la justicia. Aun más: pueden dar una puñalada de atrás, un tajo de pillo, arrebatar una escuadra, quemar buques mercantes, entrar en los ríos, asesinar a cañonazos, destruir nuestro cabotaje; todo eso, y mucho más que falta aún, es permitido a los civilizadores[...] Para esta prensa el francés maquinista que cae atravesado por una bala es digno de compasión y duelo; lo llama desgraciado, y ve rodar 400 cabezas argentinas y no derrama una lágrima, no muestra el menor sentimiento por la propia sangre; no hay pensamiento de nacionalidad, una palabra de dolor sobre la tumba de 400 hermanos [...] La prensa de Montevideo es completamente franco inglesa, y el pueblo argentino quiere y siente la necesidad de una que sea suya, teniendo elementos americanos que bastan ellos mismos, sin mezcla extranjera, para triunfar sobre Rosas: pero al poder material que avance contra él, debe asociarse el poder moral, porque esa empresa no es solo del sable: este sólo ha conseguido la mitad del triunfo, y más de una vez ha sido nuestra ruina el empleo de un solo medio. Queremos,pues, un escritor que no deprima a Rosas sin motivo ni alabe a Paz sin merecerlo". Las palabras de Chilavert resultaron un escándalo para los unitarios montevideanos. No era cualquiera Martiniano. Había sido el Jefe del Estado Mayor de Lavalle en su "Campaña Libertadora" muy pocos años atrás. Era la voz de un hombre comprometido con la causa(...)Un hombre que quebraba su lógica de grupo, que iba en contra de lo que pensaban los suyos, que enfrentaba el pensamiento curso de la manada y se permitía hacerse preguntas. Dudar. Reflexionar libremente. Volver a pensar. Se debatía en esa cuestión fundamental. ¿Ser fiel al grupo? ¿A las propias convicciones? ¿A la Patria?(...) Seis meses después de la batalla de Obligado, Martiniano tenía claras sus convicciones. Iba a dejar de ser unitario para pasarse a las filas enemigas. Él, que había combatido a la tiranía durante lustros, ahora escribiría las palabras más difíciles de su vida: la carta en que se declara un traidor. El 15 de abril de 1846 se dirige al gobierno de Montevideo: "Don Martiniano Chilavery, de nacionalidad argentina, coronel de Artillería de la República, ante V.E. con el mayor respeto expone: que ha servido durante nueve años a la República, sin que los más amargos sinsabores, ni las más atroces calumnias, ni injustas proscripciones hayan disminuido su ardiente celo y su constante adhesión a la causa que sostenía, pues consideraba en ella envuelta la dicha de la Patria;objeto de todos sus conatos y el más enérgico sentimiento de su corazón. Más ahora, Exmo. Señor, esa misma Patria querida a la que sirve desde la edad de quince años, se ve hostilizada por dos formidables potencias y ,a su juicio, amenazada en sus más altos intereses, en su dignidad, en su gloria y en su futura prosperidad. Estas razones, y ser opuesto a sus principios combatir contra su país unido a fuerzas extranjeras, sea cual fuere la naturaleza de gobierno que lo rige,lo han decidido a retirarse a la vida privada, a cuyo efecto a V.E. suplica se digne a concederle la absoluta separación del servicio". (...)Acompañaba el gesto sanmartiniano de apoyo a Rosas en defensa de la soberanía nacional frente a las potencias extranjeras. El viejo general le legaría su sable al Restaurador, Martiniano, su brazo fuerte. El 11 de mayo escribió una vibrante carta al jefe del Ejército Confederado, Manuel Oribe: "En todas las posiciones en que el destino me ha colocado, el amar a mi país ha sido siempre el sentimiento más enérgico de mi país. Su honor y su dignidad me merecen un religioso respero. Considero el más espantoso crimen llevar contra él las armas del extranjero. Vergüenza y oprobio esperan al que así proceda, y en su conciencia llevará eternamente una acusación implacable,que sin cesar le repetirá: ¡traidor,traidor,traidor! Conducido por estas convicciones me reputé desligado del partido a quien servía, tan luego como la intervención binaria de la Inglaterra y la Francia se realizó en los negocios del Plata, y decidí retirarme a la vida privada, a cuyo efecto pedí al gobierno de Montevideo mi absoluta separación del servicio,como se impondrá V.E. por la copia de la solicitud que tengo el honor de acompañar[...] Vi propagadas doctrinas que tienden a convertir el interés mercantil de la Inglaterra en un centro de atracción al que deben subordinarse los más caros de mi país, y al que deben sacrificar su honor y su porvenir. La disolución misma de la nacionalidad se establece como principio[...] El cañon de Obligado contestó a tan insolentes provocaciones. Su estruendo resonó en mi corazón. Desde ese instante un solo deseo me anima: el de servir a mi Patria, en esta lucha de justicia y gloria para ella. Todos los recuerdos gloriosos de nuestra inmortal Revolución en que fui formado se agolpan: sus cánticos sagrados vibran en mi oído. Sí,es mi Patria,grande,majestuosa,dominando el Aconcagua y Pichincha,anunciándose al mundo para esta ínclita verdad: existo por mi propia fuerza. Irritada ahora por injustas ofensas,pero genenora,acredita que podrá seguir quizás vencida,pero que dejará por trofeos una tumba flotando en un lago de sangre,alumbrada por las llamas de sus lares incendiados. Al ofrecer al gobierno de mi país mis débiles servicios por la benemérita mediación de V.E. nada me reservo; lo único que pido es que se me conceda el más completo y silencioso olvido sobre lo pasado. No porque encuentre en mi conducta algo que me pueda reprochar.¿Podrá un hombre deprimir al partido a quien sirvió con el mayor celo y ardor,sin deprimirse a sí mismo?. (...)A principios de 1847, Chilavert ya se encuentra en Buenos Aires. Rosas le da el alta en el Ejército de la Confederación y le mantiene el cargo de coronel de Artillería. Hace exactamente dieciocho años que Martiniano no pisa el suelo natal(...) halla un país diferente al que había imaginado en Río Grande por la prensa de Montevideo: la Buenos Aires federala es una ciudad segura por el exceso de fuerzas de seguridad y con más de dos mil comercios. La Ley de Aduana sancionada en 1835, junto con el bloqueo anglo francés, había favorecido al artesanado y a la incipiente industria del país: la azucarera en Tucumán,la textil en Córdoba y los astilleros en los puertos de Santa Fe y Entre Ríos,Corrientes y la Boca. En 1846 se instaló la primera fábrica a vapor,pero ya había más de cien empresas manufactureras, dos fundiciones y más de 700 talleres que trabajaban el cuerp. Cuando se abrió la exportación,aumentaron los salarios internos y la migración del campo a la ciudad. La Confederación tenía Bolsa de Comercio, una Casa de la Moneda fuerte,sin deuda externa, un banco de la provincia que emitía moneda garantizada por el Estado y las exportaciones, entre 1829 y 1849 se habían triplicado. Chilavert se sorprende con el gobierno federal. Y comienza a hacer militancia epistolar: le escribe a sus ex camaradas unitarios en Montevideo y se cartea con Juan Bautista Alberdi,el intelectual más interesante de su generación,exiliado en Chile. La escibe al tucumano: "Nunca ,jamás, el amor a la Patria ha sido ni más enérgico ni se ha hallado más profundamente radicado en el corazón de los argentinos que en esta época. Dos naciones poderosas prevalidas de su fuerza y de nuestra desgracia atacan nuestra independencia e intentan ponernos condiciones vejatorias y contrarias a los altos intereses y glorias de la Confederación. El general Rosas repele esta agresión-argumenta apasionado-.¿Habrá un pecho que se precie de ser argentino insensible a la magia de esta sublime y gloriosa situación? ¿Por qué,pues, no vienen a tomar parte en tan honrosa lucha? La puerta está abierta para todos,el general Rosas no excluye a nadie,para todos hay lugar[...] Usted,que tiene influjo sobre muchos de esos jóvenes hábleles a nombre de la Patria: estoy seguro que sus palabras serán oídas". Desde Montevideo las respuestas eran unísonas: "El traidor Chilavert" lo llamaban. (...) Día de gloria. El 26 de febrero de 1850. Nunca Argentina había sido tan digna como esa mañana soleada. Primero se escuchó el cañonazo de uno de los barcos ingleses que pasaba frente a la bandera azul-no celeste- y blanca de la Confederación,luego vendrían veinte cañonazos más y finalmente,otros veintiuno de la escuadra francesa. Los porteños hinchaban sus pechos orgullosos y festejaban a los gritos el espectáculo maravilloso. Las dos potencias más importantes del mundo desagraviaban el pabellón de un país perdido ubicado en el sur de América. La Confederación había triunfado. Obligado, Tonelero, el Rosario, Acevedo y Quebracho eran los sitios donde los criollos habían demostrado su bizarría con las armas. Juan Manuel de Rosas había doblegado a la diplomacia invasora: los ríos interiores pertenecen a la Nación Argentina, los invasores debían abandonar todas sus posesiones-territoriales y buques robados- y antes de irse estaban comprometidos a desagraviar el pabellón nacional. Desde el otro lado del Atlántico, el Libertador San Martín,apenas enterado de la firma del acuerdo,le había escrito a Rosas el 2 de noviembre de 1848: "A pesar de la distancia que me separa de nuestra Patria, usted me hará justicia de creer que sus triunfos son un gram consuelo para mi achacosa vejez[...] Así es que he tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa: esta satisfacción es tanto más completa cuanto el honor del país no ha tenido que sufrir, y por el contrario presenta a todos los nuevos estados americanos un modelo que seguir[...] Esta opinión demostrará a usted,mi apreciable general,que al escribirle,lo hago con la franqueza de mi carácter y la que merece el que yo he formado de usted. Por tales acontecimientos reciba usted y nuestra patria mis más sinceras enhorabuenas". Y tres meses después del desagravio del pabellón nacional,le transmitió el 6 de mayo de 1850: "Como argentino me llena de un verdadero orgullo al ver la prosperidad,la paz interior,el orden y el honor restablecidos en nuestra querida patria: y todos esos progresos efectuados en medio de circunstancias tan difíciles en que pocos estados se habrán hallado. Por tantos bienes realizados, yo felicito a Ud. sinceramente como igualmente a toda la Conferación Argentina.Que goce Ud. de salud completa y que al terminar su vida pública sea colmado del justo reconocimiento de todo argentino. Son los votos que hace y hará siempre a favor de Ud. este su apasionado amigo y compatriota Q.B.S.M". Los unitarios habían sido derrotados. Los invasores habían sido humillados. San Martín,ese capitán con el que Chilavert había viajado en la Canning en 1812, había apoyado la causa de la Patria. Martiniano era feliz. Era el traidor más feliz de esta tierra. Pero la felicidad iba a durar poco.Demasiado poco. (...) El 29 de mayo de 1851 el gobernador de Entre Ríos y segunda espada de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza,firmó con los uruguayos colorados y el Imperio del Brasil una Triple Alianza para vencer al presidente legal y legítimo de Uruguay, Manuel Oribe, y derrocar a Rosas. Hacia fin de ese año, el entrerriano cruzó el río Uruguay con una tropa de 7500 hombres, cercó a Oribe que continuaba con su sitio a Montevideo y lo obligó a rendirse. En noviembre de ese mismo año, Urquiza formó- con la subvención del imperio brasileño y de Gran Bretaña- el llamado Ejército Grande que contaba con 28.500 hombres,50.000 caballos y 45 piezas de artillería. Más de un tercio de esa formación estaba integrada por extranjeros,sobre todo brasileños deseosos de vengar la vergüenza de Ituzaingó. El 3 de febrero de 1852, en el campo que iba desde Palomar hasta Morón un Ejército Confederado esperaba al invasor extranjero unido a los unitarios. La decisión de presentar batalla por parte de los federales la tomó personal y exclusivamente Rosas la noche del 2 de febrero,durante un consejo de guerra en el que estuvo presente Chilaver(...) El 3 de febrero amanece caluroso. Insoportable. A las nueve de la mañana, Rosas recorre a caballo la formación. Luce cansado, como indiferente. Se detiene en el centro y arenga a Chilavert: "Coronel, sea usted el primero que rompa sus fuegos sobre los imperiales que tiene a su frente". Orgulloso, Martiniano manda cargar su batería y disparar contra las filas enemigas. Y sus baterías disparan. Y disparan. Disparan. Y cuando Urquiza manda a toda su infantería cargar contra el Ejército Argentino, disparan. Y cuando los orientales atacan por la izquierda, disparan. Y cuando la batalla comienza a inclinarse del lado de los imperales,disparan. Cuando Benjamín Virasoro y los brasileños arrollan la derecha argentina, los cañones de Martiniano giran hacia ese flanco y disparan. Y cuando el centro argentino se desbanda y la batalla está irremediablemente perdida, sus baterías disparan. Y hacia las dos de la tarde, cuando Chilavert se da cuenta de que se está quedando sin municiones, manda a sus valientes artilleros a recoger las balas enemigas en el campo de batalla y continúa disparando. Y cuando se da cuenta de que es el único sector del Ejército Argentino que todavía hace frente a los invasores, continúa disparando. Y cuando se queda sin municiones propias,dispara las balas enemigas. Y cuando se le acaban las bombas enemigas manda buscar piedras, y dispara. Y minutos después de las tres de la tarde, Martiniano manda realizar el último disparo. Fue el hombre que inició y terminó la batalla de Caseros. Exhausto, muerto de calor, destruido anímicamente, comprendió que estaba todo perdido (...) Día 4 de febreo de 1852. Rosas renunció por la noche. Urquiza,los unitarios y los brasileños son dueños de la Confederación Argentina. Chilavert pasó la noche encarcelado. Apenas pudo dormir. Esa mañana, el jefe de los invasores que ocupó la casa del Restaurador en Palermo, manda llamar a Martiniano. Cerca del mediodía, los dos traidores se miran a los ojos(...) Nadie sabe lo que se dijeron entre esas cuatro paredes. Seguramente,el entrerriano federal acusó de traidor al pequeño unitario. Y Martiniano le contestó que él volvería a hacer lo que hizo una vez y otra vez. Y soberbio, pasó al ataque; le dijo que el único traidor en esa habitación era Urquiza que había recibido 100.000 pesos de los brasileños para volverse contra su patria. Son especulaciones. Nadie sabe de verdad qué ocurrió. Excepto que el entrerriano traidor abrió la puerta con la cara desencajada,los ojos desorbitados y ordenó a los gritos: -¡Fusílenlo!¡Qué lo fusilen de inmediato!(...) Sin que Chilavert lo oyera, Urquiza bajó la mirada y cabizbajo completó hosco: -Por la espalda, como a los traidores infames (...) Cuando un oficial se le acercó para ponerlo de espaldas,el volcán de coraje estalló con su lava ardiente de gritos,insultos,puteadas,trompadas y patadas. El oficialito salió despedido de un golpe. -Tirad,tirad,¡carajo!- gritaba enceguecido golpeándose el pecho como enraibado-.Al pecho,cagones,¡que así muere un hombre como yo! (...) Se produjo una macabra danza en que un hombre se batió contra sus asesinos(...) La rodearon,lo golpearon con palos,le pegaron culatazos,le hundieron las bayonetas en su cuerpo,le abrieron la cabeza de un sablazo. Pero Martiniano seguía parado,peleando,sin entregarse(...) Martiniano llevó por última vez sus manos al pecho y antes de caer boca abajo,susurró,expulsando los coágulos de sangre de su boca: -Tirad, tirad al pecho,hijos de puta... Mutiladísimo texto de Hernán Brienza
Posted on: Thu, 01 Aug 2013 21:50:41 +0000

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