Mat 26:1-75 h “ La predicción de la entrega del Rey, 26 : 1, - TopicsExpress



          

Mat 26:1-75 h “ La predicción de la entrega del Rey, 26 : 1, 2 “ Estos dos versículos marcan el fin del quinto y último gran discurso de Jesús (comp. 7:28; 11:1; 13:53; 19:1) y el comienzo de la última etapa de su vida terrenal. La expresión todas estas palabras (v. 1) se refiere al discurso que abarca los caps. 24 y 25. Los siguientes tres capítulos abarcan la historia de la pasión. A través de la sección que abarca 26:1–46 se repite la idea de preparación: Jesús prepara a los discípulos; los enemigos preparan el asesinato de Jesús; María prepara a Jesús para su sepultura; Judas prepara su traición; los discípulos preparan la pascua; Jesús prepara una conmemoración perpetua; y Jesús se prepara espiritualmente. De los tres estratos de la tradición evangélica —lo que Jesús enseñó, lo que hizo y lo que sufrió —, indudablemente el último constituyó la médula del evangelio que primeramente se predicaba. Un examen del mensaje que los apóstoles predicaban, llamado el kérugma G2782, según el relato del libro de Hechos, indica que su atención se enfocaba en el conjunto de cuatro eventos: cruz, sepultura, resurrección y ascensión. Jesús se dirigió a sus discípulos, en el monte de los Olivos, en las últimas horas de la tarde, o primeras horas de la noche del día martes. Después de ponerse el sol el día martes, ya comenzaba el día miércoles según la costumbre de los judíos. Les recuerda que después de dos días se celebra la Pascua (v. 2). La expresión dos días, según la costumbre de los judíos, podría abarcar una parte de dos días, o hasta dos días completos. Existe una aparente discrepancia entre el relato de Mateo y el de Juan. Este autor menciona que llegaron a Betania seis días antes de la Pascua (Juan 12:1) y en seguida describe el ungimiento por María (Juan 12:3). Sin embargo, el v. 1 se refiere a la llegada a Betania el sábado por la tarde, antes de comenzar la semana de la pasión. Entre el v. 1 y 2 pasaron cuatro días: domingo, lunes, martes y el comienzo de miércoles (nuestro martes de noche). Los israelitas comenzaban la fiesta pascual con el sacrificio del cordero pascual en la tarde del día 14 de Nisán, en esta ocasión el jueves. Comían la cena pascual entre la puesta de sol y la media noche del día 15 de Nisán, nuestro jueves de noche. El origen de la palabra “Pascua” es interesante. El término en hebreo, pesach G6453, significa “saltar por encima”, o “pasar sobre”, y de allí “salvar”. La “Pascua” era la celebración de la liberación de los israelitas de Egipto bajo el mando de Moisés. La liberación se logró cuando Dios mandó al “ángel de la muerte” a matar a todos los primogénitos en todas las casas donde no hubiese la señal de la sangre del cordero (Exo. 11:1–12:14). “Pascua” se refería a la acción del “ángel de la muerte” que pasaba por encima de las casas de los israelitas donde había señal de la sangre y los salvaba. Carr observa que el término griego pásja G3957 representa la forma hebrea de pesaj H6453 , pero la afinidad en sonido y letras al término griego pásjo G3958, que quiere decir “sufro”, llevó a una relación en pensamiento entre la Pascua y la Pasión del Señor. Jesús predice por cuarta vez su crucifixión (comp. 16:21; 17:22, 23; 20:18, 19). La noticia no sorprendió a los discípulos, pues sabían que tendría lugar en el futuro, pero por primera vez Jesús especifica cuándo. Su muerte estaría relacionada con la fiesta de la Pascua. La Pascua fue el método de Dios para librar a su pueblo de las injusticias y esclavitud en Egipto. La muerte de Jesús sería el método de Dios para librar a los seres humanos del dominio de Satanás y de la muerte del pecado. ( 8 ) El complot para prender a Jesús, 26 : 3 – 5. Mateo menciona dos grupos del Sanedrín que se juntaron en una consulta informal en la casa del sumo sacerdote para decidir su estrategia para matar a Jesús. Marcos incluye también a los escribas (Mar. 14:1). Ya habían decidido tiempo atrás matarlo, pero no querían crear una reacción violenta de parte del pueblo. Había muchos que abrigaban esperanzas aún de que Jesús los libraría de Roma. También estaban presentes en Jerusalén, por motivo de la Pascua, gran número de galileos que simpatizaban con Jesús. Josefo calculó que había entre dos y medio a tres millones de personas en Jerusalén durante la Pascua. Era una situación explosiva. En caso de insurrección sería difícil de controlar una masa tan grande de personas. El sumo sacerdote en funciones era José Caifás, yerno de Anás. Antes del dominio de los romanos, el oficio de sumo sacerdote se pasaba de padre a hijo. Después, los romanos ponían y sacaban a los sumo sacerdotes a su antojo. Entre 37 a. de J.C. y 67 d. de J.C. hubo nada menos que veintiocho sumo sacerdotes, un promedio de uno nuevo cada cuatro años. Esta práctica explica por qué había varios sumo sacerdotes en cualquier momento. El hecho de que Caifás haya permanecido en su puesto desde el año 18 hasta 36 d. de J.C. indica que había perfeccionado el arte de llevarse bien con los romanos. El sabía muy bien que los romanos no tolerarían un alboroto en el pueblo. Un disturbio no controlado significaría la pérdida de su puesto. Los miembros del Sanedrín habían intentado en distintas maneras deshacerse de Jesús: desacreditándolo ante el gobierno romano (22:15–17); desacreditándolo ante el pueblo con una pregunta difícil (22:23–28); desacreditándolo ante el pueblo en relación con la ley (22:34–36). Nada había dado resultado. Decidieron tomarlo por engaño (v. 4), pero no sabían exactamente cómo lo harían hasta que se presentó Judas con una oferta que les vino “al pelo” (vv. 14–16). Bruce acota que este método era característico del clero: cobarde y sin misericordia. La dama del perfume El perfume era muy apreciado por los orientales, y lo es hasta el día de hoy. Su uso es importante, y se hacía de diversas maneras. Servía para el cuidado personal, por ejemplo, para el cabello, para la barba, o en la cabeza de la mujer. Cuando asistían a ceremonias, se perfumaban todo el cuerpo, como también sus vestidos. En las habitaciones rociaban las cortinas, almohadones y la cama. La preparación de los perfumes era realizada por personas dedicadas especialmente para eso. Según Exodo 30:25, el aceite de la unción y el incienso que se utilizaba en el tabernáculo y para unción del arca y los demás elementos requerían una preparación según el arte del perfumador. El perfume se elaboraba con elementos de cortezas de ciertos árboles como el áloe y el cedro, y de flores y plantas. En el caso del aceite de unción del santuario, se agregaba el aceite de olivas. El incienso se hacía preparándolo en partículas de polvo que se quemaba luego por la mañana y por la tarde en el tabernáculo. Y este olor que despedía era sagrado; el incienso se dedicaba exclusivamente al Señor y no cualquier persona del pueblo podía aspirarlo. La mujer que se acercó a Jesús traía un frasco de alabastro, lo que significa que el frasco probablemente era de piedra marmórea, especial para guardar el perfume. Tanto el frasco como el contenido eran de alto precio. Tanto es así que se dijo en esa oportunidad (Mar. 14:5) que ese líquido aromático podría haberse vendido por más de 300 denarios, lo que equivalía al sueldo de un obrero de todo un año. El perfume que ungió la cabeza de Jesús responde también a la unción que se le hacía a un rey digno. Pero por la expresión de Jesús esto indicaba algo más: La dama del perfume estaba anticipando de modo fehaciente la muerte del Mesías. ( 9 ) Jesús ungido en Betania, 26 : 6 – 13. Este ungimiento no tiene nada que ver con el que se describe en Lucas (Luc. 7:36–50), excepto que en ambos casos una mujer ungió los pies del Señor. Lucas describe el ungimiento por una mujer pecadora que tuvo lugar en Galilea, en casa de un fariseo llamado Simón. Allí, Jesús le perdonó los muchos pecados de la mujer en respuesta a su mucho amor manifestado en muchas lágrimas y un perfume de mucho valor derramados sobre él. En contraste, Marcos, Mateo y Juan relatan un evento que tuvo lugar en Betania, en casa de un tal Simón que había sido curado de la lepra. Además, Juan identifica a la mujer como María, seguidora fiel de Jesús y hermana de Marta y Lázaro. El alto costo del ungüento llama la atención. Probablemente, representaba los ahorros de María, pues se describe como de gran precio (v. 7; comp. Mar. 14:3) y de mucho valor (Juan 12:3). Mateo emplea el término griego barutímou G927, una palabra compuesta que significa literalmente “de valor pesado” y que se usa solamente aquí en el NT. Marcos y Juan acotan que su valor se establecía en más de 300 denarios. El denario era una moneda romana que tenía el valor de un jornal de obrero (comp. 20:2). Por lo tanto, el ungüento representaba casi un año de sueldo de un obrero. No hay evidencia de que María y sus hermanos fuesen ricos, ni mucho menos. Era un verdadero derroche de valor, no reservando nada, pues no solamente derramó el ungüento, sino que quebró el frasco (Mar. 14:3). ¡Fue de veras un regalo digno de un rey! En varias ocasiones los discípulos habían manifestado una actitud contraria a la de Jesús, que él reprendió. Sin embargo, en ningún caso se ve el contraste en forma más marcada que en éste. Ellos se indignaron (v. 8) con María por lo que les parecía una gran pérdida y la condenaron por haber malgastado la fortuna. Cuando Jesús se enteró, se indignó con ellos y salió a la defensa de María. Parece que Judas tuvo la idea de vender el ungüento a gran precio y darlo a los pobres (Juan 12:5). Habrá convencido a los demás discípulos de sus “nobles propósitos”, pero Juan entendió luego que había utilizado este pretexto para cubrir su avaricia (Juan 12:6). Marcos limita la reacción negativa a algunos de los discípulos (Mar. 14:4), mientras que Juan lo limita aun más: Pero uno de sus discípulos, Judas Iscariote, el que estaba por entregarle, dijo... (Juan 12:4). Lo más probable es que Mateo, siendo testigo ocular, sabía bien que todos ellos se habían indignado, mientras que Marcos procuró suavizar la reacción y Juan se concentró en Judas porque sabía que la reacción se inició con él. En respuesta a la manifestación del gran amor de María y a la crítica de los discípulos, Jesús aprueba la acción de María y anuncia que ese acto formaría parte del evangelio que sería predicado en todo el mundo. Primero, aprueba lo que hizo María, contrarrestando la desaprobación de los discípulos. Jesús no consideraba que lo que María hizo fuese un desperdicio (v. 8). Se admite que según el punto de vista materialista, o el estrictamente práctico, pudo ser un desperdicio, pero hay momentos cuando este punto de vista falla. Por eso, Jesús lo llama una buena obra (v. 10), o literalmente, ella obró una hermosa obra para mí. Jesús da dos razones: (1) Les recuerda que a él lo tendrían por poco tiempo para hacerle bien, mientras que a los pobres los tendrían siempre. (2) Jesús interpreta el ungimiento como acto preparatorio para su muerte. No es necesario entender que María lo haya ungido con este propósito, es decir, para su sepultura. Puede ser que significó esto para Jesús, pero no fue el propósito consciente de ella. Sin embargo, no es necesario descartar la posibilidad de que fuese un acto consciente, pues María se mostraba muy sensible a los valores espirituales, tenía un agudo discernimiento espiritual (Luc. 10:38–42). Ella intuía que Jesús iba a ser crucificado en el futuro inmediato. Probablemente estaba enterada de que había dicho que ese evento tendría lugar durante la Pascua (v. 2). Segundo, Jesús anuncia que lo que hizo María formaría parte del evangelio predicado en todo el mundo para memoria de ella (v. 13). Con estas palabras el Señor otorga a María por este acto el encomio más alto registrado en el NT. Para María fue más que una expresión de amor y gratitud. Por este acto de fe y percepción espiritual que le permitió ver lo que otros no vieron en cuanto a la persona de Jesús y en cuanto a la verdad del reino de los cielos, María sirve de inspiración y ejemplo para los creyentes de todas las edades. Se observa otra vez que no hay ni un solo caso en el NT en que una mujer haya criticado o atacado a Jesús. La posición social de la mujer hebrea En los pueblos orientales, la mujer ha vivido recluida de modo casi total. Estuvo siempre dedicada al quehacer doméstico y a la crianza de sus hijos. Pero entre los hebreos, la aceptación de la mujer en la sociedad no era tan restringida. Había costumbres que debían respetarse, tales como no hablar con desconocidos, llevar siempre un velo, tener cubierta la cabeza, no andar con el cabello suelto en público. En las reuniones de hombres no debían aparecer sino para el servicio. Y en el templo había un patio donde debían reunirse durante el culto, que se llamaba precisamente "patio de las mujeres". No obstante lo dicho, los hebreos aceptaron en muchas oportunidades la participación de la mujer en los asuntos nacionales como el caso de Débora, o al festejar triunfos de guerras (1 Sam. 18:6), o el caso de Ester que salvó a su pueblo. De los trabajos ya mencionados de la mujer podemos agregar el tan conocido como el cuidado de los rebaños, acarrear agua con cántaros, ayudar a recoger la cosecha y moler el trigo. En el aspecto espiritual había respeto por las mujeres consagradas, que incluían algunas profetisas como Ana (Luc. 2:36). De todo lo que podamos seguir diciendo de la mujer hebrea, lo más importante es el hecho que Dios eligió a una gran mujer para ser madre de su Hijo. ( 10 ) El acuerdo para entregar a Jesús, 26 : 14 – 16. La acción de María se ubica contigua y en marcado contraste con la actitud tracionera de Judas. Si el acto de María fue el más elevado de amor y fe, el de Judas es el más oscuro de traición. Uno de los doce (vv. 14, 47) enfatiza la gravedad de lo que Judas estaba haciendo y como Stagg comenta, revela la honestidad de la iglesia primitiva de no esconder del mundo su vergüenza. Los Evangelios no revelan el motivo que llevó a Judas a arreglar la entrega de Jesús a los enemigos. Hay dos referencias al carácter de Judas que dan una pauta de lo que era capaz. Juan menciona que Judas teniendo la bolsa a su cargo sustraía de lo que se echaba en ella (Juan 12:6). Mateo observa que Judas tomó la iniciativa, fue a los sacerdotes y negoció la suma que ellos pagarían por su participación en la entrega. Se puso de acuerdo en la suma de treinta piezas de plata, conforme a una profecía (comp. Zac. 11:12). Esta suma era el precio de un esclavo (Exo. 21:32) y representa unos 120 denarios. Entre los posibles motivos que llevaron a Judas a entregar a aquél que fue su Maestro, Señor y amigo durante tres años, se pueden mencionar: Primero, la gran desilusión de Judas al comprobar que Jesús no iba a fundar un reino terrenal. Judas quería sacar el mayor provecho material de un movimiento que para él había fracasado. Segundo, quizá estaba resentido y enojado, porque Jesús le reprendió a él y a los demás discípulos públicamente y aprobó a María en relación con el ungimiento. Tercero, algunos sugieren que Judas solamente quería forzar a Jesús a manifestar su poder milagroso sin más demora y establecer su reino terrenal. Si éste fuera el caso, Judas no pensaba que Jesús moriría. Este motivo también explicaría por qué salió y se ahorcó cuando vio que Jesús no se defendía. Para los primitivos cristianos, el motivo de Judas permaneció siendo misterioso. Solamente podían decir con Lucas: Entonces Satanás entró en Judas (Luc. 22:3). Los líderes religiosos iban a esperar hasta después de la Pascua para prender a Jesús, pero la oferta de Judas fue tan tentadora que no pudieron resistirla. Los eventos se desarrollaron más rápidamente de lo que habían calculado. Adelantaron sus planes y decidieron actuar sin más demora, aun con los riesgos de provocar un tumulto durante la Pascua. Tan pronto como concretó el arreglo con los sacerdotes, Judas buscaba la oportunidad (v. 16), o “buen tiempo”, para llevar a cabo el acto de traición. 4 “ Miércoles : un día de retiro y descanso Desde el martes de noche hasta el jueves de tarde, casi 48 horas, no se relatan detalles del ministerio de Jesús. Se piensa que se retiró a Betania donde descansó en compañía de los discípulos, sus seguidores más íntimos. 5 “ Jueves : un día de traición y sufrimiento, 26 : 17 - 56 Jesús pasó el día jueves exclusivamente con los discípulos, hasta el arresto en Getsemaní. ( 1 ) Celebración de la Pascua, 26 : 17 – 25. La Pascua y la fiesta de los Panes sin Levadura eran realmente dos fiestas íntimamente relacionadas que se celebraban en la misma fecha (comp. Exo. 12:1–20; Lev. 23:5; Núm. 28:16–25). El cordero pascual era muerto en el patio del templo en la tarde del 14 del mes de Nisán (Abib); y asado y comido después de la puesta del sol, o sea, al comienzo del 15 de Nisán. Era necesario contar con por lo menos diez hombres para cada cordero, pues tenían que consumirlo totalmente durante la noche. Seguían comiendo panes sin levadura durante siete días. Las dos fiestas servían para recordar a los judíos de su liberación de Egipto y de los primeros días de la peregrinación en el desierto cuando comían “pan de apuro”. El término “Pascua” aquí podría referirse a tres cosas: (1) al animal que mataban; (2) a la cena en que comían el cordero pascual; (3) a la fiesta de los Panes sin Levadura. Mucho se ha escrito sobre la aparente discrepancia entre los sinópticos y Juan. Los tres sinópticos afirman claramente que Jesús comió la cena Pascual con sus discípulos. Sin embargo, hay cinco o seis indicaciones en Juan que, a primera vista, parecen indicar que comió la última cena con los discípulos el miércoles después de la puesta del sol, o sea, el día 14 de Nisán. Este arreglo establece la cena 24 horas antes del tiempo fijado por la ley para la cena pascual y ubica la crucifixión en la hora cuando normalmente sacrificaban el cordero pascual. Algunos autores no tienen ningún reparo en declarar que hay un error en el relato de los sinópticos, o en el de Juan, un criterio innecesario. La ambigüedad de Jesús al dar instrucciones a los discípulos en cuanto al lugar donde iban a preparar la Pascua se debió, según se piensa, a que no quería que Judas se enterase, sabiendo que le iba a entregar. Cierto hombre (v. 18) indica probablemente que Jesús sabía quién era, que probablemente era un seguidor suyo y que había arreglado el lugar con él anteriormente. Marcos y Lucas agregan que la señal segura para identificar a ese hombre sería que lo encontrarían llevando un cántaro de agua (Mar. 14:13; Luc. 22:10), un hecho no usual para un hombre. Mi tiempo (v. 18) traduce el vocablo griego kairós G2540. En el griego hay por lo menos dos términos que se traducen “tiempo”: crónos G5550 y kairós G2540. El primero se refiere al tiempo continuo cronológico, el segundo a un evento o época especial, a un momento oportuno (comp. 11:25). “Mi tiempo” en este contexto significa “mi muerte” (comp. Juan 7:6, 8). Juan usa “mi hora” para referirse a la misma idea (Juan 2:4; 7:30; 8:20; 12:23, 27; 17:1). Durante la celebración de la cena pascual, Jesús anuncia solemnemente —De cierto os digo, v. 21— que uno de los doce le iba a entregar a muerte. De repente, un manto de profunda tristeza los cubrió. Era un anuncio sorprendente, doloroso e inconcebible para ellos. ¿Quién sería capaz de semejante traición? Fue un momento de autoexamen para cada uno de ellos. Se preguntaban, uno por uno: “¿Acaso seré yo, Señor?“ ( v. 22). Otra manera de decirlo sería: “ No soy yo, ¿ verdad, Señor?“ La construcción anticipa una contestación negativa. El que mete la mano conmigo... (v. 23) es una expresión que sirve para subrayar que el traidor sería uno de los doce, sin aún identificarlo, pues todos habían metido la mano en el plato. La costumbre era la de comer acostado en el suelo, apoyando el codo izquierdo en una colchoneta y comer con la mano derecha. El estaba sentado (v. 20) debe entenderse como “acostado”, o “reclinado”. Comían con la mano derecha, sin cubiertos. El plato (v. 23) ( G5165) en que comían era un plato hondo en que se servía una mezcla de hierbas amargas bañadas en vinagre. Otros opinan que servían en el plato una especie de salsa o pasta hecha de fruta molida (pasas de uvas, dátiles, higos) mezclada con especias y vinagre. Bruce describe la salsa como de color de barro o ladrillos, en memoria de la esclavitud en Egipto. Comían este plato como entrada, antes de llegar al cordero asado. Lucas introduce, durante la cena pascual, un relato triste de la discusión entre los discípulos de quién era el más grande (Luc. 23:14–30). Sin duda fue el momento menos apropiado, para discutir tal tema si es que el tema merecía ser discutido. Juan completa el cuadro relatando cómo Jesús tomó una vasija y les lavó los pies, mostrándoles en una lección inolvidable lo que era la verdadera grandeza (Juan 13:1–20). A continuación, Jesús acepta el hecho de que sería entregado por uno de los suyos tal como está escrito de él (v. 24). Puesto que no hay una profecía específica con el detalle de su entrega, parece que es una referencia general al propósito de su Padre (comp. Sal. 41:9; Isa. 53:7–9; Dan. 9:26). Aceptando ese destino sin resistencia alguna, pronuncia un ¡ay! sobre el hombre que se presta como instrumento para realizar tal traición (v. 24). Finalmente le toca a Judas hacer la misma pregunta que los otros hicieron antes (v. 25). Mateo lo identifica otra vez como el que le entregaba (v. 25a), o “el entregador”. El verbo le entregaba es un gerundio del tiempo presente que denota acción en proceso; podría traducirse: el que estaba entregándole. La frase tú lo has dicho (v. 25c) es un modismo que equivale a una contestación afirmativa. Significa que quien hizo la pregunta, él mismo ya la había contestado (comp. 26:64). ( 2 ) Institución de la cena del Señor, 26 : 26 – 29. Aparentemente Judas salió de la Cena Pascual antes que Jesús comenzara la cena del Señor (ver Juan 13:27–30). Además del relato de la Cena en Mateo, hay tres más en el NT (Mar. 14:22–25; Luc. 22:17–20; 1 Cor. 11:23–26). Pablo usa cinco términos clave en referencia a la Cena: una conmemoración (1 Cor. 11:24, 25), un pacto (1 Cor. 11:25), una proclamación (1 Cor. 11:26), una esperanza escatológica (1 Cor. 11:26) y una comunión (1 Cor. 10:16). También es una ocasión de dar acción de gracias, o eucaristía G2169. La Cena es en realidad una parábola en acción. Ya no habría razón de matar otro cordero pascual, en adelante, recordando la liberación de Egipto. Ahora Jesús mismo era el cordero pascual (1 Cor. 5:7), inmolado una vez para siempre (Heb. 9:26) para quitar los pecados de su pueblo. En él se cumplió en un plano superior, el espiritual, lo que la Pascua simbolizaba en el plano terrenal. La Cena que el Señor instituyó estaba íntimamente relacionada con el reino que él vino a establecer. Históricamente ha habido cuatro interpretaciones en cuanto al significado de la Cena. Primero, la Iglesia Católica Romana desarrolló la teoría de la transubstanciación, o sea, que el pan y el vino se transforman literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo aunque su apariencia no cambia. Esta posición considera que la Cena es uno de los siete sacramentos por medio de los cuales la gracia de Dios se comunica a los fieles. Segundo, Lutero y sus seguidores adoptaron una posición media, afirmando la consubstanciación. Para ellos los elementos no se transforman; pero la sustancia divina de Cristo está presente en ellos, de modo que el que los toma por fe, toma a Cristo con ellos. Tercero, Calvino hablaba de la presencia real de Cristo en los elementos, una ligera variación de la posición luterana. Cuarto, la mayoría de los evangélicos afirman que los elementos son simbólicos, y el valor de participar en la Cena es el valor de recordar vívidamente el precio que Cristo pagó para librarnos de la esclavitud y condenación del pecado. Un análisis de los textos apunta claramente a este significado simbólico de la Cena. Esto es mi cuerpo (v. 26) y esto es mi sangre (v. 28) son dos expresiones que usan el verbo intransitivo, una cópula, de significado simbólico. Dos cosas merecen la atención en la consideración de estas expresiones. Primero, cuando Jesús pronunció estas palabras, no había sido crucificado aún; su cuerpo y sangre estaban intactos. Por lo tanto, en ese momento el pan y el vino no eran realmente su cuerpo y sangre, sino símbolo de ellos; y así los discípulos lo habrán entendido. Segundo, el pronombre demostrativo esto (vv. 26, 28) es neutro en griego en ambas expresiones, y por lo tanto no se refiere literalmente ni al pan, ni al vino, ambos de género masculino. Este fenómeno se explica más naturalmente si la referencia es simbólica. Cuando tomó un pan entero y lo partió (v. 26), estaba dándoles una ilustración gráfica e inolvidable de lo que otros harían con su propio cuerpo el día siguiente. El pan simboliza el cuerpo entero que fue entregado sin reserva en la cruz. Probablemente los discípulos se acordaron de este dicho cuando observaron el trato cruel al cual los soldados sometieron el cuerpo de Jesús en la crucifixión. La expresión lo bendijo (v. 26) incluye el complemento gramatical directo por el requerimiento normal del verbo en castellano, pero “lo” no está en el texto griego. Algunos opinan, de todos modos, que Jesús bendijo el pan (comp. 1 Cor. 10:16), tal vez porque “lo” tampoco se encuentra explícitamente con los verbos que siguen (partir y dar). Otros entienden que Jesús bendijo al Padre, o “pronunció bendición”. Sin embargo, ninguno de los cuatro relatos de la Cena especifica que se refiere al pan. Además, hemos de observar que el verbo habiendo dado gracias (v. 27; eucaristésas G2168), de donde viene eucaristía G2169, en relación con la copa, es idéntico en tiempo y conjugación con el verbo “bendijo”. En relación con la copa, Jesús evidentemente no la bendijo, sino dio gracias al Padre por ella. En la Cena, como en la mesa de todos los días, bendecimos y damos gracias al Padre por lo que él ha provisto, o pedimos que él lo bendiga. En los tres sinópticos no hay mandato de repetir la Cena, pero en el relato de Pablo se da por sentada la repetición (1 Cor. 11:20, 25, 26). En ninguna parte se establece la frecuencia con que la iglesia debe celebrar la Cena. Algunos entienden que el partimiento del pan (Hech. 2:42, 46), se refiere a la cena del Señor; pero en ese caso la práctica sería día tras día. Mi sangre del pacto (v. 28) se refiere al “nuevo” pacto que Dios estaba iniciando con todos los creyentes en Cristo Jesús. Algunos mss. antiguos tienen en este pasaje la variante “pacto nuevo“ (comp. Luc. 22:20; 1 Cor. 11:25). Los pactos que hizo Dios con su pueblo en el AT se hacían en base a la sangre de animales (Gén. 15:9–18; Exo. 24:8). Dios prometió por medio de Jeremías que haría un nuevo pacto con su pueblo (Jer. 31:31–33), lo cual cumplió en Jesús. Así fue que afirmó el nuevo pacto, no en sangre de animales, sino en la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación (1 Ped. 1:19). Sólo Mateo especifica el propósito del derramamiento de la sangre de Jesús: para el perdón de pecados para muchos (v. 28). La sangre era símbolo de la vida, pues se concebía que la vida estaba en la sangre (Lev. 17:11). De allí la prohibición de tomar o comer la sangre de los animales en el AT. Se derramaba la sangre de los animales sin defecto en lugar de los pecados de los hombres, pues sin derramamiento de sangre no hay perdón (Heb. 9:22). La sangre de Jesús, derramada una vez para siempre, logra el perdón perfecto, o remisión, de los pecados. Para muchos (v. 28) de ninguna manera habla de una provisión limitada, sino que es una expresión que significa literalmente “alrededor de muchos”. El modismo tiene la idea de encerrar a alguien con el fin de protegerlo. Lucas dice que su sangre fue derramada por vosotros (Luc. 22:20). Otros textos bíblicos indican que el sacrificio se hizo potencialmente a favor de todos, pero que es eficaz solamente para los que responden en fe (1 Tim. 2:6; Heb. 2:9; 1 Jn. 2:2). Hasta aquel día... (v. 29) apunta al futuro indefinido cuando Jesús reunirá a todos los suyos en el reino eterno para el gran “banquete mesiánico”. La Cena testifica de una muerte cruel y en sacrificio, pero termina con una nota triunfante; con una promesa de victoria sobre la muerte, victoria para su reino en el fin de los siglos. Nuevo (v. 29) traduce kainón G2537, un adjetivo griego que denota calidad o clase de vino que tomará, símbolo de una provisión sabrosa y perfecta del Padre. La Pascua La Pascua tiene el concepto original del momento en que el ángel de la muerte "pasó de largo" las puertas cuyos dinteles tenían señal de sangre del cordero. También significa pasar sobre" las casas donde estaban las familias hebreas (Exo. 12:13). No obstante, Jesucristo le dio un nuevo significado. Es la liberación de la esclavitud del pecado, la limpieza por medio de su sangre en la cruz, y el pacto celebrado entre la nueva comunidad redimida y el Salvador. Siendo Jesucristo el cordero sacrificado, lo es una sola vez y para siempre, de modo que no son necesarios otros sacrificios. Hoy el término "pascua" tiene otras connotaciones. En la India, lo mismo que en algunos países europeos como Alemania, significa "aurora". Entre los latinos, es frecuente mencionar solamente "domingo de pascua", refiriéndose a la resurrección de Cristo. También se ha añadido una costumbre social que se manifiesta tratando de indicar la "grata sorpresa" del hecho pascual más sobresaliente mediante "el nido de conejito" o "de la gallina". La grata sorpresa se refiere a lo sucedido en la mañana de la resurrección, que Cristo vive y no está muerto. Era sorpresa para las mujeres que fueron al sepulcro, y es sorpresa para muchos hoy en día también. Los elementos de la Cena Para la preparación de la Pascua se necesitaba el pan sin levadura, el cordero, una taza para poner agua salada, hierbas amargas, arcilla y cuatro copas para el vino. No usar levadura recordaba la prisa con que habían comido pan simple; pues si hubieran usado levadura el día que salieron de Egipto, se hubiesen demorado demasiado, ya que esto exigía un período de fermentación para la masa. Del cordero e extraía la sangre. En el momento del éxodo la sangre había servido para untar los dinteles de las puertas de los hebreos, de modo que el ángel de la muerte no entrara en ellos. Las hierbas amargas recordaban las angustias sufridas en Egipto. Y la arcilla servía para que no olvidaran los trabajos forzados a que habían sido sometidos al hacer ladrillos con los pies, con las manos y con la vida. Las cuatro copas reafirmaban las promesas dadas por Dios según Exodo 6:6, 7. Quizá lo que menos se menciona es la taza con agua salada que son las lágrimas derramadas por tanto dolor pasado en el período de la esclavitud. El fruto de la vid Las uvas de Palestina eran excelentes. Los hebreos pudieron compararlas con las de Egipto cuando entraron a reconocer la nueva tierra. Lo interesante es que la tierra las producía abundantemente. La calidad de los vinos de Gaza, Tiro y Sarón se compara con los de Sibma y Escol. Las cosechas se hacían todos los años, menos el sabático y el jubileo. En esa temporada se las dejaba a los pobres, huérfanos y extranjeros. La ley también permitía a los viajeros que pasaban cortar algunos racimos para comerlos en el mismo lugar. Junto con el cordero se bebía vino, según la costumbre de las cuatro copas. Cuando en la última cena Jesucristo ofreció la copa, habló del nuevo pacto diciendo que es e vino era la sangre que se derramaría para limpiarnos de pecado. Si bien en ese momento resultó una copa amarga, no por eso Jesús dejó de anunciar que en su regreso se bebería de nuevo el fruto de la vid como símbolo de alegría y de victoria (ver 26:29). ( 3 ) Jesús anuncia la negación de Pedro, 26 : 30 – 35. Entre los vv. 29 y 30, sólo Juan presenta el gran discurso relatado que abarca tres capítulos (Juan 14–17). Al finalizar este discurso, Marcos y Mateo relatan que cantaron un himno y salieron al monte de los Olivos. Se piensa que probablemente cantaron los Salmos 115–118, texto conocido como el hallel, lo que acostumbraban cantar al finalizar la cena Pascual. Llegarían al monte de los Olivos bajando al valle de Quedrón, al noreste de la ciudad, y subiendo el repecho del monte, a un km. de Jerusalén. Robertson arregla su Armonía de los Cuatro Evangelios de modo que Jesús anuncia la negación de Pedro durante la Cena. El relato de Mateo en realidad ubica el episodio después de salir del aposento, en el camino desde la ciudad al huerto de Getsemaní. Jesús predice que sus discípulos, sin excepción, se escandalizarían de él esa misma noche y que Pedro le negaría. “Escandalizarse” es la transliteración de un vocablo griego ( G4624) que se refería al gatillo de una trampa para cazar animales. Al tocar el gatillo, caerían en la trampa. En este contexto significa tropezar y caer. Según el relato de Mateo, Jesús relaciona esta “caída” con una profecía de Zacarías (Zac. 13:7). Si en realidad este episodio ocurrió en camino de la ciudad a Getsemaní, el valle de Quedrón, conocido como valle de Josafat, o valle de agonía, Jesús trajo a su memoria la profecía de Zacarías, y la relacionó con su propia experiencia. Jesús sigue con las instrucciones, indicando que después de la resurrección iría delante de ellos a Galilea donde se aparecería (28:7, 10). Pedro le interrumpe para protestar que siempre sería leal, aunque todos los demás tropezasen. Se sentía demasiado fuerte, como para resistir toda tentación, o prueba. En efecto, estaba negando que se cumpliría la profecía de Jesús en cuanto a él. En respuesta, Jesús le dice que su ofensa sería aun más grave que la de los demás. Pedro lo negaría no una vez, sino tres veces (v. 34), esa misma noche antes que el gallo cantara. El número tres indica la forma más grave, y se cumplió literalmente. Marcos agrega, que antes que cantara el gallo dos veces... ( Mar. 14:30). Una dificultad curiosa surge en que, según la Mishna, se les prohibía a los judíos criar aves dentro de la Santa Ciudad. Sin embargo, parece ser que no se imponía esa ley en el tiempo de Cristo. De todos modos los romanos no se someterían a tal regla. Posiblemente el canto del gallo se refiere a las vigilias de la noche, la tercera siendo desde las 24:00 hasta las 03:00. Esta última explicación es descartada probablemente por el mismo Mateo (26:74). La negación de Pedro, anunciada por Jesús, fue discutida otra vez por Pedro (v. 35). Esta afirmación de Pedro es muy categórica. Afirma estar dispuesto a morir con Jesús si fuera necesario y emplea una doble negación (ou G3756; mé G3361) ante el verbo. Una traducción literal se expresa así: No, no te negaré; o, ciertamente, jamás... Luego: Todos los discípulos dijeron lo mismo (v. 35b). En estas afirmaciones de Pedro, se manifiesta una excesiva confianza en sí mismo (comp. 1 Cor. 10:12). ( 4 ) Jesús ora en Getsemaní, 26 : 36 – 46. Cerca de la medianoche, el pequeño grupo de discípulos, guiado por Jesús, llegó al huerto de Getsemaní, lugar donde Jesús acostumbraba orar (Luc. 22:39). El término traducido lugar se refiere a una propiedad definida o a un lugar encerrado. Quizás era un huerto privado. Getsemaní (v. 36) es un nombre en griego ( G1068) que viene del arameo y quiere decir “prensa de olivas”. Allí sería la arena de agonía donde se libraría la batalla de los siglos. Jesús entró resueltamente a este valle de sombra de muerte (Sal. 23:4) con el fin de prepararse a sí mismo y a los discípulos para el suplicio del día siguiente. El Señor dejó a ocho de los discípulos en la entrada del huerto y llevó a Pedro, Juan y Jacobo más adelante. Estos tres formaban el círculo más allegado a Jesús que tuvo el privilegio de estar con él en tres momentos especiales: la transfiguración (17:1–13), cuando sanó a la hija de Jairo (9:23–26; Luc. 8:49–56) y ahora. Cuando se alejaron de los demás, Jesús dejó aflorar sus emociones delante de ellos. La plena humanidad de Jesús se deja ver en las emociones que manifestó y por el deseo de tener a su lado a los tres amigos más allegados para acompañarlo en su hora de crisis. Entonces comenzó a exteriorizar lo que había llevado en su corazón durante meses: una profunda tristeza y angustia de alma (v. 37). El verbo griego G85) que se traduce angustiarse (v. 37) es de origen incierto. Lo más probable es que se refiere a una “pena intensa” o “corazón pesado”. Mi alma está muy triste, hasta la muerte (v. 38) describe aun más la intensidad de las emociones que Jesús sentía, un grado que ningún ser humano puede entender cabalmente. Alma aquí se refiere al asiento de los sentimientos y emociones. El alma de Jesús se menciona sólo aquí y en Juan 12:27. El mandato, quedaos aquí y velad conmigo (v. 38), no tenía el propósito de alertarle cuando viniesen los enemigos para que él pudiese escapar, o se escondiera. Más bien, Jesús deseaba el sostén y compañía que estos discípulos podrían proporcionarle en su hora de angustia. Jesús elevó tres oraciones al Padre que los tres discípulos pudieron oír claramente. No fue una vana repetición, ni una mera forma mecánica o rutinaria de orar. Más que nunca desnudó su alma ante el Padre, en presencia de sus tres discípulos. Fue una prueba real, una lucha real, una angustia real y una victoria real. Se dirigió a Dios con la confianza de ser su Padre. Marcos registra el nombre en arameo, Abba G5, y en griego Páter G3962 (Mar. 14:36). A pesar de haber “afirmado su rostro” para llegar a Jerusalén (Luc. 9:51), sabiendo que lo iban a matar, en la primera oración parece que Jesús vacila ante la perspectiva de la cruz. Dice: De ser posible... (v. 39). Es una frase condicional “de primera clase” que da por sentada la realidad de la premisa. A veces esta clase condicional se traduce: Puesto que... Es decir: Puesto que es posible, pase de mí esta copa. Jesús sentía en ese momento que había una posibilidad de no ir a la cruz. Ratifica, sin embargo, su disposición de cumplir el propósito para el cual vino al mundo. En la agonía de este momento, como en la tentación después del bautismo, Jesús se somete a la voluntad del Padre. La copa (v. 42) se refiere a la muerte. Los tres discípulos, al oír el término copa, quizá recordaron lo que les había dicho dos días antes (20:22). En la segunda y tercera oración, desaparece toda indicación de vacilación. Si no puede pasar de mí esta copa... (v. 42) también es una oración condicional “de primera clase” que da por sentada la realidad de la premisa. Se puede traducir así: Puesto que no puede pasar de mí esta copa... Jesús pone en práctica lo que había enseñado a decir a sus discípulos en la “oración modelo”: Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (6:10). La lucha ha pasado, la indecisión ha sido resuelta, la victoria lograda. Treinta y tres años de perfecta obediencia a la voluntad del Padre culminan en el acto supremo de obediencia. Faltaba sólo que se realizara el sufrimiento de los clavos y la humillación pública. ¡Cuánta desilusión y dolor habrá pasado Jesús ese jueves por la noche! Anunció que Judas lo iba a entregar. Hubo controversia entre los discípulos en el aposento alto sobre quién sería el mayor. Jesús anunció la negación de Pedro; y ahora en el huerto, los discípulos se duermen a pesar de que él les había pedido expresamente que lo acompañasen despiertos. Velad conmigo (v. 38) es una súplica más que un mandato. Jesús los necesitaba, ellos le fallaron. La pregunta ¿Así que no habéis podido velar ni una sola hora conmigo? (v. 40) capta la desilusión de Jesús. No habéis podido... es un verbo que se refiere al poder físico. Les faltó la fuerza física. Puesto que Pedro había afirmado tan categóricamente su lealtad, Jesús se dirigió a él en particular. Pero había otro lado de la moneda: Ellos necesitaban también velar y orar por su propio bien, para que no entréis en tentación (v. 41). Solo Mateo menciona esta necesidad de parte de los discípulos. El término “tentación”, peirasmós G3986 en griego, puede referirse a una “tentación”, o “prueba”, según el contexto. Ellos iban a ser probados duramente el día siguiente. Por esto, quizá es mejor entenderlo como “prueba” aquí. Espíritu dispuesto... carne débil (v. 41) hace recordar la lucha que Pablo describe (Rom. 7:7–25). La tensión, o antagonismo entre los dos elementos, es parecido; pero los términos tienen un significado distinto. Espíritu y carne, en este contexto, se refieren a la tensión entre el buen propósito de agradar a Dios, por un lado, y, por otro, la debilidad física o falta de voluntad para realizarla. Velad y orad (v. 41) son imperativos en tiempo presente que denotan acción continua. El que vela y ora en forma continua descubre que aún cuando la carne es débil, el espíritu y la voluntad se imponen con fuerza y aseguran la firmeza durante las pruebas y la estabilidad moral ante las tentaciones. La expresión ¿Todavía estáis durmiendo y descansando? (v. 45) puede traducirse como imperativo o indicativo (interrogante). La RVR de 1960 la traduce como imperativo (comp. nota al pie), pero el modo indicativo, con interrogante, es más lógico en este contexto como traduce nuestra versión. La hora está cerca... (v. 45) se refiere a la cruz (comp. Mi tiempo, v. 18). La expresión va a ser entregado... (v. 45), según el texto griego, puede ser traducido literalmente es entregado, pues ya el proceso había comenzado. Este verbo ( G3860) se usa diez veces en este capítulo y comúnmente en los cuatro Evangelios para referirse al acto de Judas de entregar a Jesús. En manos de pecadores... (v. 45c) es una frase que alude a la parte que los gentiles, es decir los romanos, tendrían en su crucifixión. En seguida Jesús anuncia la llegada de los enemigos y manda levantarse a los discípulos. Por conocimiento sobrenatural, o por haber visto las antorchas y haber oído el ruido de la multitud, Jesús sabía que estaba cerca el que “estaba entregándole”. ( 5 ) El arresto de Jesús, 26 : 47 – 56. El beso fraternal se reserva para los amigos y hermanos espirituales más íntimos, expresando aprecio y afecto sincero. La hipocresía llegó a su colmo cuando Judas empleó la señal de amistad como señal de identificación para entregar a su mejor amigo a los enemigos, sabiendo que querían matarlo. Habrá sido uno de los momentos más tristes para Jesús que uno de los doce que él había escogido, uno que había caminado a su lado durante tres años, lo entregara. Mateo identifica a Judas otra vez como uno de los doce (v. 47). Parece que quiere decir: “Aunque parezca imposible, uno de los doce fue el que lo entregó.” Judas no solamente entregó a Jesús con un beso, sino que le besó con afecto. En la expresión al que yo bese... ( v. 48), el verbo griego es filéso G5368, expresión del amor de un amigo. Pero en la expresión y le besó... (v. 49) el verbo griego es katefílesen G2705, que tiene el prefijo perfectivo kata que sirve para intensificar el significado del verbo. Y le besó con afecto capta este énfasis, o según el comentarista Vincent: Le abrazó y le besó (comp. Luc. 7:38; 15:20; Hech. 20:37). Dos cosas más se destacan en este encuentro entre Judas y Jesús. Judas le saludó con el título Rabí (v. 49), que significa “Maestro”, cuando los otros discípulos normalmente lo llamaban “Señor”. Por otro lado, ¡Te saludo! (v. 49) es una expresión derivada del verbo griego jaíro G5463 y significa “me gozo”. El saludo es un verbo de presente activo imperativo de segunda persona y se traduce “gózate”, o mejor, “sigue gozándote”. De modo que, tanto el beso como el saludo estuvieron cargados de hipocresía. La respuesta de Jesús, por el contrario, está llena de compasión y disposición, aun en esta hora, de perdonarle. Amigo (v. 50) traduce un término ( G2083) que se usa solamente tres veces en el NT (comp. 20:13; 22:12) y significa “compañero”, o “camarada”. Las tres veces que se emplea se refiere a uno que había hecho mal al que habla. La RVR de 1960 traduce la siguiente expresión elíptica como pregunta: ¿A qué vienes? (v. 50; comp. nota RVA). Puede ser una pregunta o un mandato. La traducción literal del texto griego sería a lo que vienes. Si se sobreentiende el verbo “haz”, resulta como traduce nuestra versión: Haz lo que viniste a hacer. Juan agrega un detalle importante al describir la reacción espontánea de los soldados del sumo sacerdote cuando Jesús se identificó con la expresión Yo soy (Juan 18:5). Dice que se apartaron hacia atrás y cayeron a tierra (Juan 18:6; trad. del autor). ¿No sería éste un anticipo simbólico de la victoria final de Jesús sobre las fuerzas del mal? Uno de los que estaban con Jesús... (v. 51) es la expresión que los tres sinópticos emplean para referirse a Pedro, quien sacó su espada y cortó la oreja de uno de los siervos del sumo sacerdote. Solo Juan, habiendo escrito su Evangelio después de la muerte de Pedro, lo identificó por nombre a él y al siervo, Malco, al que hirió (Juan 18:10), cuando ya las autoridades no podían hacerle nada. Jesús mandó a Pedro guardar la espada y le dio tres razones para el mandato: (1) El que toma la espada se pone en peligro, (2) Jesús mismo tenía recursos para defenderse, si hubiera querido usarlos y (3) el uso de la espada para evitar el arresto impediría el plan establecido por Dios. El mandato no debe considerarse como regla general impuesta a todos los creyentes en toda circunstancia, como tampoco es cierto que todos los que toman la espada mueren por ella. Significa, sí, que hay un peligro real de morir por “la espada” si uno toma espada u otra arma de violencia. Es un milagro que no hayan matado a Pedro en el acto. Seguramente el milagro de Jesús, de restaurar la oreja sana al siervo, lo evitó (Luc. 22:51Segundo, Jesús rechazó el uso de armas para defenderse. Tenía acceso a recursos espirituales poderosos: doce legiones de ángeles (v. 53); siendo cada legión de 6.000. No fue forzado a ir a la cruz, sino que se entregó voluntariamente. Tampoco su reino se propaga ni se defiende con la espada de coacción, sino con la espada del Espíritu (Ef. 6:17). Tercero, el uso de la espada impide el cumplimiento del plan de Dios. Las Escrituras... (v. 54) es una expresión que se refiere a los libros del AT. ¿Cómo se cumplirían las Escrituras...? (v. 54) se refiere a todas las profecías acerca del Mesías, especialmente acerca de su muerte en la cruz por los pecados del pueblo (comp. Sal. 22; Isa. 53). Jesús manifestó sorpresa de que hubiese venido una multitud de personas fuertemente armadas como para prender a un criminal peligroso, sobre todo considerando el carácter público y pacífico de su ministerio (v. 55). Pero todo esto ha ocurrido para que se cumplan... (v. 56) podría ser una interpretación de Mateo, pero según Marcos (Mar. 14:49) es una explicación de Jesús mismo. Todos los discípulos “se escandalizaron” de Jesús en el momento del arresto, según la profecía de Jesús (v. 31) y a pesar de la negación de ellos (v. 56). La sombra de la cruz se extendía sobre Jesús. El hecho de estar íntimamente asociado con él traería sus consecuencias peligrosas. Por eso, el temor se apoderó de los once seguidores y por el momento, dejaron de ser seguidores de cerca. ¿Qué sentimiento habrá llenado sus corazones cuando se dieron cuenta después que Jesús había acertado en la profecía acerca de su abandono? El beso Entre los orientales el beso es una costumbre muy antigua. Puede expresar respeto y afecto. También se besaba el suelo, o la barba, como el caso que se menciona en 2 Samuel 20:9 cuando Joab toma la barba de Amasa para besarla y clava su daga. Era (y todavía es) común hacerlo entre parientes, padres e hijos. Entre los paganos se besaban las imágenes e ídolos, tal cual hoy besan en algunas religiones. En la iglesia primitiva los hermanos se besaban fraternalmente, pero esta costumbre casi ha desaparecido. Hasta el día de hoy se discute la intención del beso de Judas. Al parecer, Judas lo hizo repetidamente, como no dejando lugar a dudas de que estaba señalando a quién se debía arrestar. También se interpreta que lo hizo en forma de despedida. Lo cierto es que no hay beso tan histórico como éste. Pues si bien algunos a veces pagan por un beso, Judas pagó con su vida. 6 “ Viernes : un día de juicio y muerte, 26 : 57 - 27 : 66 Jesús inició el último día de su vida terrena en estas circunstancias: Arrestado en el huerto de Getsemaní por los soldados del sumo sacerdote y abandonado por sus discípulos. Viernes sería un día largo y de sufrimiento indescriptible. Jesús tendría que soportar un total de seis juicios: tres bajo autoridades judías y tres bajo los romanos. El día culminaría en la crucifixión. ( 1 ) Jesús juzgado por Caifás y el Sanedrín, 26 : 57 – 68. El primer juicio fue informal, realizado ante Anás, ex sumo sacerdote y suegro de Caifás. Anás había sido depuesto por los romanos, pero todavía era respetado por los judíos. Sólo Juan informa de este primer juicio. El segundo, relatado en detalle por Marcos y Mateo, tuvo lugar ante Caifás, el sumo sacerdote reconocido por los romanos. Mateo menciona el tercer juicio muy brevemente (27:1), mientras que Lucas lo describe en más detalle (Luc. 22:66–71). La jurisprudencia judía tenía una clara tendencia hacia la clemencia, pero varias de sus reglas fueron violadas en el juicio de Jesús. Por ejemplo, se prohibía sesionar de noche para juzgar a un criminal. No podían sentenciar a un criminal a muerte y ejecutar la sentencia en el mismo día. El hecho de “buscar” testigos estaba en contra del espíritu de la ley. Procurar testigos falsos merecía la pena de muerte. También era un delito sobornar a los testigos. Probablemente la falta más grave que el Sanedrín cometió fue la de juzgar y sentenciar a Jesús antes de llegar él. El Sanedrín estaba ya reunido cuando llegaron los soldados con Jesús. Todo el Sanedrín (v. 59) no significa necesariamente que todo miembro, sin excepción, estuviera presente. Las expresiones buscaban (v. 59) y por fin (v. 60) parecen indicar que hacía largo rato que estaban ocupados en la tarea de escuchar a muchos testigos falsos (v. 60) con el fin de encontrar a lo menos a dos que estuviesen de acuerdo y que tuviesen una acusación grave como para justificar la sentencia de muerte. La ley exigía que hubiese dos testigos por lo menos. Tal vez los miembros del Sanedrín no buscaban únicamente testigos falsos; realmente no les importaría si eran testigos verdaderos o falsos con tal de lograr su fin. Quizá el término “falso” expresa más bien el resultado práctico que vio el evangelista. Marcos dice que buscaban testimonio (Mar. 14:55), pero omite el término “falso”. Por fin, se presentaron dos que concordaron en hacer una acusación que era realmente una distorsión de lo que Jesús había dicho (v. 61; comp. 24:2; Juan 2:19–22). Es dudable que el hecho de afirmar que uno podría destruir el templo y edificarlo en tres días fuera motivo para sentenciarlo a muerte. Sin embargo, era lo más grave que los testigos podían presentar. La acusación ni siguiera expresa fielmente lo que dijo Jesús, pues lo que él dijo fue que después de tres días lo levantaría (Juan 2:19), refiriéndose a la resurrección, pero no que lo edificaría (v. 61). Ante estas acusaciones, Jesús guardó silencio. En esta ocasión fue un silencio sumamente elocuente. Por un lado, indica el control absoluto que Jesús tenía sobre sus emociones. Por otro lado, indica que Jesús sabía que las mentes estaban cerradas a la verdad y que sería inútil procurar defenderse. Además, ya había decidido permitir que lo crucificasen. Solamente cuando Caifás le puso bajo juramento, respondió. El silencio en ese momento hubiera significado negación. Cristo e Hijo de Dios (v. 63) son títulos esencialmente sinónimos. Si era Cristo, también era el Hijo de Dios. Sin embargo, probablemente no hubiera sido una gran ofensa pretender ser el Cristo, pues la nación vivía en esperanza de la aparición del Mesías. Por otro lado, el pretender ser el Hijo de Dios podría considerarse una blasfemia. La contestación de Jesús parece ambigua. Literalmente dice: Tu dijiste (v. 64). La respuesta fue en realidad una afirmación y así lo entendió Caifás (comp. v. 25). La contestación, según Marcos, es aun más clara: Yo soy (Mar. 14:62). Además (v. 64) introduce una promesa sorprendente que incluye citas del Salmo 110:1 y Daniel 7:13. En efecto, como Bruce parafrasea, Jesús dijo: “El tiempo viene cuando tú y yo cambiaremos lugares; yo seré el juez y tú el preso acusado. Diestra del poder... (v. 64) significa “diestra de Dios”. La primera parte de la cita (Sal. 110:1), introducida por de aquí en adelante (v. 64), se refiere al futuro inmediato a partir de la resurrección. La segunda parte se refiere a la parousía G3952. Caifás entendió que las palabras de Jesús eran suficientes como para condenarlo, sin contar con el testimonio de los falsos testigos (v. 65). Por lo tanto, cumplió con el rito establecido en reacción a lo que le parecía una clara blasfemia contra Dios. Sin embargo, lo que Jesús dijo no era en realidad una blasfemia, pues no habló en contra de Dios. Que uno pretendiera ser el Mesías, en una nación que esperaba la aparición del Mesías prometido, no sería considerado como blasfemia. Por lo tanto, la declaración de Caifás fue infundada y prematura. Es una evidencia más que indica que el sumo sacerdote estaba dispuesto a usar cualquier pretexto para condenar a muerte a Jesús. Una regla rabínica mandaba que para comprobar una blasfemia, había que ponerse de pie y rasgarse las ropas, tantas como se estuviesen usando, aunque fuesen diez, y no coserlas nunca más. Es interesante que el término que Mateo emplea se refiere a la ropa exterior, pero el de Marcos a la ropa interior. La injusticia judicial es seguida por tres indignidades personales (v. 67), las cuales representaban las formas más crueles de insultar a una persona. “Puñetazos” significa pegar con el puño cerrado, en este caso quizás en la cara. El verbo en griego G2852) que se traduce “dar bofetadas” se compone de elementos que significarían “pegar con una vara” pero en este caso probablemente significa pegar en la cara con la mano abierta. Se pregunta: ¿Quiénes insultaron a Jesús así? Algunos opinan que no es probable que los miembros del Sanedrín se hayan rebajado al punto de tratar a una persona de esa manera. Probablemente fueron los guardas o siervos de Caifás (comp. Luc. 22:63). Marcos dice que fueron algunos de los que estaban allí (Mar. 14:65). El juego que emplearon indica que los ojos de Jesús estaban vendados, o que le pegaban de atrás (v. 68). La prueba testimonial En un juicio ordinario, cuando la imputación o atribución de delito a la persona acusada tiene evidencias suficientes para seguir el proceso, la prueba testimonial es sumamente importante. Consiste en citar a los testigos para la declaración de lo que han visto o de lo que conocen. El testigo, que es una persona que ha visto y oído un suceso, generalmente es ajeno al proceso, pero ha sido espectador del hecho. Han habido testigos que pretendiendo defender al acusado no han hecho otra cosa que condenarlo más aun. Sus declaraciones, por falsas, han perjudicado, ya que esto es conocido en los estrados judiciales como "obstrucción a la justicia". Pero no debe confundirse testigos falsos con declaraciones falsas. El testigo falso carece de autenticidad por cuanto no ha presenciado el hecho, y se presenta a juicio manifestando que él ha estado en el lugar a la hora del suceso. En cambio puede ser que siendo efectivamente un testigo fehaciente haga declaraciones que no coinciden con la verdad. En los vv. 59 y 60 se habla de falso testimonio y testigos falsos, o sea que nos encontramos con un proceso que es una burla a la verdad y a la justicia. Eran testigos falsos que hacían declaraciones falsas. Esto había sido ya "arreglado" para hundir totalmente a Jesús; legalmente, claro está. Estos testigos no sabían en aquellos días que un día serán llamados al banquillo pero ahora como acusados, y no habrá "arreglos" posibles para librarlos de una sentencia que dicte su culpabilidad dolorosa. ( 2 ) Pedro niega a Jesús, 26 : 69 – 75. El triste evento de la negación se relata en los cuatro Evangelios. En vez de intentar encubrir la gran falta de uno de los más destacados de entre los doce, los cuatro evangelistas la describen con lujo de detalle. Este hecho en sí es una fuerte evidencia de la autenticidad de los Evangelios. También revela la honestidad de la iglesia y una sana autocrítica. Es importante recordar que Jesús y el cristianismo perdonaron a Pedro esta falta. Es casi seguro que cuando Juan menciona al otro discípulo, se refiere a sí mismo (Juan 18:15, 16). Si es así, fue él quien introdujo a Pedro en el patio del sumo sacerdote y estuvo allí durante este episodio. Comparando los cuatro relatos de este episodio, uno nota una serie de variantes de poca importancia y datos particulares que deben considerarse como elementos necesarios para completar el cuadro total. El v. 58 debe leerse como introducción a este evento. Pedro tenía una gran curiosidad de “ver cómo terminaba aquello”, o sea, el juicio ante el sumo sacerdote. Sin embargo, no quiso identificarse con Jesús; por eso le seguía de lejos hasta el patio de la casa del sumo sacerdote (v. 58). El patio era un terreno cerrado por muros y columnas. Daba acceso a la calle, por un lado, y a la casa donde juzgaban a Jesús, por otro. Había una fogata en medio del patio donde se calentaban. Pedro se acercó demasiado para calentarse, y la luz iluminó su rostro. Mateo describe las tres acusaciones y negaciones en tres pares de vv. 69 y 70; 71 y 72; 73 y 74. Obsérvese el orden: (1) Acusación: ¡Tú también estabas con Jesús el galileo! (v. 69). Negación: (delante de todos) No sé lo que dices (v. 70). (2) Acusación: Este estaba con Jesús de Nazaret (v. 71). Negación: (con juramento) Yo no conozco al hombre (v. 72). (3) Acusación: Verdaderamente, tú también eres de ellos, porque aun tu modo de hablar te descubre (v. 73). Negación: (Con maldiciones y juramentos) ¡No conozco al hombre! (v. 74). En cuanto a las acusaciones, lo encerraban más y más. Jesús el galileo era un título muy general, pues se refiere a la provincia. La segunda acusación lo identifica como Jesús de Nazaret, más específica, pues se refiere a su pueblo. La tercera es aun más comprometedora, pues Pedro no podía negar que tenía un acento parecido al de Jesús y los demás discípulos. Los galileos no podían pronunciar correctamente algunos sonidos guturales. Al intentar decir en arameo la palabra que significa “hombre”, es posible que Pedro haya dicho ith en lugar de ish. En cuanto a las negaciones, se nota también una progresión, cada vez más engorrosa para Pedro. En la primera, pretendió no saber a qué se refería la criada. Era una manera indirecta y suave de negarlo. Mateo observa que lo negó delante de todos (v. 70). Había muchos testigos y cada uno comenzaba a fijarse en Pedro. En la segunda, Pedro quiso reforzar su afirmación con juramento. No solo mintió, sino que se olvidó de la prohibición de juramentos en tales circunstancias (comp. 5:33–37). Tampoco utilizó el nombre de Jesús en su negación. En la tercera, parece que Pedro perdió total control de sus emociones. Comenzó (v. 74) probablemente indica que comenzó y siguió con maldiciones y juramentos en la negación. No sólo seguía de lejos a Jesús, sino también su conducta indica que estaba muy lejos, espiritualmente, de Jesús. Tal como Jesús había anunciado, el gallo cantó en seguida de la tercera negación de Pedro. Lucas acota que en ese instante Jesús se dio vuelta y miró a Pedro (Luc. 22:61). Esa mirada de amor de parte de Jesús y el darse cuenta que había fallado a su Señor produjeron en Pedro un profundo sentido de culpabilidad. En griego hay varios términos para expresar “llorar”. Uno describe el llanto en silencio, dejando caer lágrimas. Pero el que se emplea aquí ( G2799) describe los gemidos audibles y fuertes que expresan una profunda angustia de alma. Amargamente (v. 75) agrega una dimensión más al sincero arrepentimiento que Pedro experimentó después.
Posted on: Sat, 14 Sep 2013 13:06:16 +0000

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