Me acuerdo de la anécdota de Howard intentando vender sus - TopicsExpress



          

Me acuerdo de la anécdota de Howard intentando vender sus trabajos a revistillas para poder cambiarle la cinta al sombrero y comer caliente, así que acepto la invitación y escribo. W.I.P «Elsa había descubierto que la mayoría de los escritores no decía nada. Quizás, mirados por separados y sin pensar en el conjunto de la obra, algunos párrafos parecía que tenían algo de sentimiento y de sentido, pero si te alejabas dos pasos, como la gente que sabe mirar un cuadro y no los paletos que se agolpan sobre el cordón rojo, te dabas cuenta que a lo máximo que llegaba su prosa era a alcanzar el volumen del mugido de una vaca. Siquiera de un toro. Llevaba algún tiempo pasándose por las lecturas y presentaciones, para gonorrear café y tabaco, si había suerte, una copa de ron barato a la que había que extirpar los hielos para no morir luego deshidratada por el cólico. En una de estas ocasiones, en una noche tan caliente que las gatas no se atrevían a mirar los tejados de zinc, coincidió de nuevo con Zeifre. Lo que a Elsa más le molestaba del escritor argentino era su meloso acento porteño, sus ridículos rosarios de cuero en las muñecas, que sus cuentos gustasen a las señoras más abajo del ombligo y que su mujer lo mantuviese. Joder, siquiera sabía hacer de florero con dignidad. La erección frustrada se le reflejaba en los ojos sin poder ocultarse tras el ego de autor. Pero era una noche caliente que despertaba el celo; él olía a lima con un fondo de resina y a eso que los hombres llaman amor. Elsa nunca había sido una dama, solo una niña de barrio que había aprendido a escribir por pura hambre…» youtube/watch?v=Cwl7tZRFzwI
Posted on: Fri, 26 Jul 2013 21:01:05 +0000

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