"Me conmueven las menudas sabidurías que en todo fallecimiento de hombre se pierden -hábito de unos libros, de una llave, de un cuerpo entre los otros-, frecuencias irrecuperables que fueron la precisión y la amistad del mundo para él". Estas palabras -entra otras tantas- suelen acompañar mi caminar. En el subte, o camino a la facultad, me apropiaba de ellas con deleite, con fantasía, pero sin intimidad. Fueron para mí, un poco de la precisión del mundo. Destino extraño el que me hizo abandonar a Borges hace unos meses, y retomarlo días atrás, particularmente en este poema. Mientras caminaba a una de mis clases pensaba la poco que me habían visto los velorios. La conspiración se viste de formas insospechadas y con igual deleite, menos fantasía e infinita intimidad hoy releí estas lineas pensando y sintiendo el estrecho vínculo que nacía entre ellas y quien había muerto. No son la mejor manera de referirse a mi abuelo. No evocan su recuerdo. Al menos, no más que para mí. Habrá a quienes "el hábito de una llave" les parezca un detalle minúsculo en la constelación de recuerdos que evoque Su memoria. Las palabras que seguiré escuchando mientras camino y que ahora llevan su nombre, son la manera más sincera que encuentro para acompañarlo en su primera noche en la muerte. En la confianza que otorga la familia, espero que me permitan estas pocas letras -inevitablemente pretenciosas- y sientan el dolor que no quise compartirles. Qué esta noche todo lo demás es retórica.
Posted on: Sun, 08 Sep 2013 02:39:25 +0000
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