Meditación diaria para hoy Septiembre 16, 2013 Meditación: Lucas 7, 1-10 “Merece que le concedas ese favor.” (Lucas 7, 4) Los mensajeros elogiaron la generosidad del centurión romano. Este soldado era fiel y temeroso de Dios, incluso había construido la sinagoga local, por lo que los discípulos pensaban que merecía el favor de Jesús, en el sentido de que fuera a curar a su criado. En cuanto supo el centurión que le habían comunicado su petición a Cristo, se apresuró a rectificar la situación. Estaba perfectamente consciente de que Jesús no le debía nada; y solamente se apoyaba en su gran necesidad, no en su mérito, y no quería incomodar al Maestro, que sin duda tenía otras cosas más importantes que hacer. Dicho de otra forma, simplemente se entregó a la misericordia de Jesús, porque estaba convencido de que el Señor tenía poder para curar a la distancia simplemente pronunciando una orden. A Jesús le agradó mucho curar al criado de este hombre e incluso lo puso como un notable ejemplo de fe. Con todo, es posible que el Señor haya quedado un poco decepcionado también, porque no tenía el hábito de usar intermediarios para atender a los necesitados, y tal vez quería ir a la casa del centurión, donde pudo haber hecho todo lo que éste le pedía con una sola palabra, pero seguramente quería haber hecho mucho más. Tal vez quiso haberlo mirado a los ojos para ayudarlo a acercarse más al Dios verdadero; tal vez quiso haberle preguntado al centurión qué era lo que entendía del judaísmo y por qué había querido ayudarles a construir la sinagoga. Y seguramente quiso haberle dicho que él había venido al mundo a satisfacer los anhelos más profundos del corazón humano y no sólo a hacer curaciones. Lo cierto es que sabemos que no somos dignos de una redención tan grande, pero al mismo tiempo también sabemos que Jesús quiere llevarnos a una experiencia profunda de comunión con su persona. Siendo así, abre la puerta de tu corazón e invita hoy a Cristo a entrar en tu vida. Permanece en su presencia contemplando su amor y su misericordia, y pídele que te ayude a conocerlo más plenamente. ¡Deja que él te diga palabras de sanación para tu corazón y tu alma! Oración: “Amado Señor, me asombra el saber que tú quieras tener amistad y comunión conmigo. Enséñame a permanecer en tu presencia y disfrutar de la bendición de tu compañía y tu amor.” Amén.
Posted on: Mon, 16 Sep 2013 09:51:47 +0000
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