Mi hija y mi amante I Durante la semana siguiente le comente a mi - TopicsExpress



          

Mi hija y mi amante I Durante la semana siguiente le comente a mi amante que Paloma quería estar con nosotros. El me comento que no podía vencer sus tabúes. No se imaginaba haciendo el amor con mi hijita. El la veía como su niñita, aunque ya Paloma había cumplido los 18 años. El caso es que una de esas noches, mientras hacia el amor con mi amante le volví a insistir sobre el tema y, por fin, él accedió, con la condición de que yo debería estar con él, para ayudarle y que no fuera en nuestra casa. A la mañana siguiente llamé a mi hija y se lo dije. Ella se puso contentísima y, entre las dos, trazamos el plan. Nos iríamos los tres de viaje, el siguiente fin de semana. Ese mismo día, miércoles, me fui a una Agencia de viajes y solucioné las reservas de avión y hotel. El viernes por la mañana, partimos y a media tarde, ya estábamos en un hotel, junto a una playa. Disponíamos de dos habitaciones, comunicadas entre sí por una puerta. Yo había previsto las dos habitaciones, para que mi amante no se sintiera incómodo, sobre todo, al principio. Nos duchamos y cambiamos de ropa y nos fuimos pronto a pasear por el Puerto. Dejamos a mi amante sentado en la terraza de un bar y nosotras nos fuimos a recorrer las muchas boutiques de lujo que hay por allí. Cuando volvimos, después de dos horas, ya no estaba allí mi amante. Lo localizamos por el móvil y nos indicó que estaba en un restaurante cercano y nos indicó cómo llegar a él. Cuando nos vio aparecer con tantos paquetes, de las compras que habíamos hecho, se lo tomó con buen humor y le dio por reírse de nosotras. Después, habló con un camarero y ellos se hicieron cargo de llevar todos los paquetes al hotel. Nos prepararon una mesa en la terraza, frente a los muchos y grandes yates, que siempre hay en el puerto y nos tomamos unos aperitivos, mientras nos llegaba la cena. Fue una comida muy variada y con buenos vinos. Una vez terminada, nos dispusimos a dar un paseo y conocer el ambiente nocturno del Puerto. Entramos y había mucha gente, y buena música. Una vez en la mesa y encargadas las bebidas, mi hija se llevó a mi amante a la pista, para bailar con él. Yo los observaba, feliz y preocupada. Notaba a mi amante un poco tenso, pero mi hija, que es muy alegre y mimosa, consiguió enseguida que él se centrara en el baile y en ella. El abundante vino de la comida, sin duda, también ayudaba a desinhibirlo bastante. Pronto estaba yo también bailando. Acepté la invitación de un hombre, que me agradó y comprobé que bailaba muy bien, cosa que me gustó aún más. Y, como las mujeres, a veces, somos un poco malitas, busqué la manera de excitar a mi amante con celos. Me pegué mucho al desconocido y rozaba mi cara con la de él, cosa que mi amante advirtió enseguida y vi cómo él pegaba más su cuerpo a Paloma y también le rozaba su cara a ella. Paloma no perdió esa oportunidad y le pasaba su lengua a mi amante por la oreja y sus duras tetas sobre el pecho de él. Como vi que mi estrategia surtía efecto, me dejé besar en la boca por el desconocido y yo simulaba entregarme a él. Mi hija se dio cuenta de mi juego y aprovechó la excitación de mi amante, para ir pasando su lengua, de la oreja al cuello, a la cara y después, directamente le plantó su boca sobre la de mi amante, que él aceptó, aturdido por la excitación. Mi hija no perdía el tiempo, le pasó los brazos por detrás del cuello de mi amante y no aflojaba el beso de lengua que le estaba dando, al mismo tiempo que restregaba su pubis sobre la erección que ya lucía mi amante. Yo bailaba muy cerca de ellos y mi hija y yo nos mirábamos con picardía. Con disimulo, pero buscando que mi amante lo viera, bajé mi mano hacia la bragueta del desconocido, que la tenía muy abultada y mi hija me imitó, metiendo su mano entre su cuerpo y el de mi amante, apoderándose de la erecta polla de él, sobre el pantalón, mientras algo le decía al oído. Veía que mi amante asentía con la cabeza, diciéndole sí a lo que ella le decía y volvían a besarse en la boca. Después supe que ella le estaba pidiendo que le diera esa noche la felicidad, que tanto había deseado, que le hiciera el amor. Y Cuando llegamos a nuestra habitación, mi amante se vino a mí, me abrazó y me besaba ansioso. Con disimulo, le hice señas a mi hija para que se fuera a su habitación y yo me desnudé y ayudé a mi amante a desnudarse. Lo tumbé en la cama y le atrapé su durísima polla con mi boca, acariciándole los huevos. El, con los ojos cerrados, gemía de placer. Mi hija, ya desnuda, se asomó a la puerta y yo le hice señas para que se acercara. Le cedí la polla de mi amante y ella la acarició y besaba el glande, con la admiración de ese momento tan importante para ella, de cumplir uno de sus mayores deseos. A continuación, abrió todo lo que pudo su boca y se tragó toda entera, la tan deseada polla de mi amante. Yo acerqué mi cara a la de mi amante y lo besaba y le acariciaba su cara. Ya él era consciente de quién Paloma le estaba mamando tan concienzudamente su polla. Le notaba una excitación muy especial, le notaba su tremenda calentura y la emoción que estaba viviendo. Mi hija pronto se subió sobre él y con la lentitud de la emoción de la primera vez, fue bajando su cuerpo e introduciendo centímetro a centímetro la durísima polla de mi amante en su caliente y joven coñito. Mi amante seguía con sus ojos cerrados y, al sentir la penetración, empezó a gemir fuerte y me abrazaba y besaba, fuera de sí. Estaba viviendo uno de los momentos más emocionantes de su vida, estaba penetrando a su hijita, a su Palomita. Cuando mi hija la tuvo totalmente dentro, se inclinó y yo me aparté un poco, ella quería besar a mi amante. Y, mientras lo besaba, repetía…gracias papi, gracias mami, me siento la hija más feliz del mundo. Mi amante nos abrazó a las dos y nos besaba. Los tres estábamos muy emocionados y nuestra felicidad no tenía palabras, solo besos y mucha ternura. Mi hija se incorporó y con sus manos sobre el pecho de mi amante, empezó un sube y baja sensual, gozando esa primera vez, moviendo su cuerpo para sentir mejor y más profunda, la polla de mi amante dentro de ella. Mi amante empezó a mover su pelvis hacia arriba, buscando el cuerpo de Paloma, buscando sentir en su plenitud esas sensaciones que, por primera vez, le estaba regalando a Paloma. Ella empezó a sentir sus primeros orgasmos y se movía agitada, enfebrecida por el mucho placer que su cuerpo recibía de mi amante. Movía sus caderas a un lado y otro, para sentir la polla de mi amante en cada rincón de su coño. Chillaba y se agitaba enloquecida y, de vez en cuando repetía, gracias papi, gracias mami… qué feliz soy…. El cuerpo de mi amante empezó a agitarse más rápido y, con un fuerte estertor, soltó en el interior de Paloma, fuertes chorros de su caliente leche. Mi hija, al sentir la corrida de mi amante dentro de ella, cayó sobre nosotros, presa de un orgasmo bestial, alucinante, estremecida y con un aahhh interminable. Seguía moviéndose sobre la polla de mi amante, con espasmos incontrolados y nosotros la abrazamos para tranquilizarla. Poco a poco se fue quedando quieta, serena… nos besaba en silencio, con lágrimas de felicidad. Miré a mi amante a los ojos y lo veía feliz, tremendamente feliz. Lo besé con ternura, con intenso amor y agradecimiento y también besé a mi hija. Me sentía la madre y la amante más feliz del mundo. Ayudé a levantarse a mi hija y la acompañe al cuarto de baño, para lavarnos. Mi amante se fue a lavarse al otro aseo. Dormimos en la misma cama, mi hija en el centro, acariciada por mi amante y por mí. Cuando desperté, vi a mi hija estirada, sobre mi amante, le tenía su cara entre sus manos y no paraba de besarlo. Él le acariciaba la cabeza y la espalda. Me acerqué a ellos y nos acariciábamos los tres. Ya eran más de las diez de la mañana y vi, por el ventanal, que lucía un buen sol. Mientras yo besaba a mi amante. Mi hija se deslizó hacia abajo, buscando acomodarse entre las piernas de mi amante, para hacerle una larga y sensual mamada. Le tomaba la polla a mi amante entre sus manos, con mimos, con besitos cortos en el glande y pasaba la punta de su lengua a lo largo del tallo, hasta llegar a sus gordos huevos, que también besaba emocionada. Mi amante se estremecía de placer por el sabio trabajito que le hacía Paloma. Ella, con sus tetas sobre los muslos de mi amante, ya tragaba una y otra vez su durísima y palpitante polla, mientras con sus manos acariciaba sus huevos. Yo, de vez en cuando, apartaba mi cara de la de mi amante y lo miraba a los ojos, para sentir con él, ese momento sublime que estábamos viviendo los tres. Mi amante no podía retener por más tiempo su eyaculación y aviso oohhh… no puedo más… me vengoo….. Y mi hija tragó más profunda en su garganta la polla de mi amante y aceleró sus movimientos de sube y baja, para provocarle una corrida sensacional, quería hacerlo feliz, quería que mi amante se acordara, para siempre, de esa primera mamada que le hacía Paloma. Se abrazó fuerte mi amante a mí, con su cara pegada a mi cuello y resoplando, mientras inundaba con su caliente leche la garganta y boca de Paloma. Ella se afanaba porque no se perdiera ni una sola gota, tragaba con glotonería, con deleite y seguía chupando su tesoro. Ese tesoro que tanto tiempo le había costado conseguir y que ahora se deleitaba con él en su boca y manos. Nos miraba a los dos, con cara de felicidad y cierta picardía. Mi amante se levantó a lavarse y nosotras nos quedamos abrazadas y besándonos.
Posted on: Fri, 21 Jun 2013 22:54:45 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015