Mi pareja no cree en nada por Alejandra Stamateas Lucas - TopicsExpress



          

Mi pareja no cree en nada por Alejandra Stamateas Lucas 5:17-26: Un día, mientras enseñaba, estaban sentados allí algunos fariseos y maestros de la ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea y Judea, y también de Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para sanar a los enfermos. Entonces llegaron unos hombres que llevaban en una camilla a un paralítico. Procuraron entrar para ponerlo delante de Jesús, pero no pudieron a causa de la multitud. Así que subieron a la azotea y, separando las tejas, lo bajaron en la camilla hasta ponerlo en medio de la gente, frente a Jesús. Al ver la fe de ellos, Jesús dijo: -Amigo, tus pecados quedan perdonados. Los fariseos y los maestros de la ley comenzaron a pensar: «¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?». Pero Jesús supo lo que estaban pensando y les dijo: -¿Por qué razonan así? ¿Qué es más fácil decir: Tus pecados quedan perdonados, o Levántate y anda? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -se dirigió entonces al paralítico-: A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Al instante se levantó a la vista de todos, tomó la camilla en que había estado acostado, y se fue a su casa alabando a Dios. Todos quedaron asombrados y ellos también alababan a Dios. Estaban llenos de temor y decían: «Hoy hemos visto maravillas». Todos los seres humanos han sido creados para creer. Algunos creen en la amistad, en el amor o en la ciencia, mientras que otros creen firmemente en la existencia de Dios. Creer en el Señor no es una obligación sino una decisión, es decir que es una cuestión de fe. Dios te hizo libre justamente para que seas vos quien decida creer o no en Él. Si sos creyente, seguramente querrás que tus seres queridos y tus amigos no solamente amen al Señor, sino que además se comprometan verdaderamente. En otras palabras, deseás que se congreguen en una iglesia, que oren, que reciban revelación, que le sirvan a Dios y prediquen Su Palabra. Esto guarda relación con el pasaje citado al comienzo en el que se narra la historia de un hombre paralítico cuyos amigos lo llevaron delante de Jesús. Al enterarse de que el Señor se encontraba en una casa y advertir que había una multitud que lo rodeaba, estos hombres colocaron al paralítico en una camilla y con una admirable actitud de perseverancia, lo subieron al techo y comenzaron a abrir las tejas. Una vez que ingresaron a la casa, descendieron a su amigo desde el techo y lo dejaron delante de Jesús. En las próximas líneas voy a compartirte algunos principios que enseña esta historia bíblica. 1. Todo comienza con un día. Lo primero que dice este pasaje es: Un día.... Hay un día en el que Dios va a hacer ese milagro que tanto esperás; hay un día en el que el Señor va a tocar a ese familiar, a ese amigo, a ese jefe que parece ser intratable, porque Él es el dueño de todos los días y en cada uno de ellos hace sus obras. Es importante que sepas que la primera persona en convertirse suele ser más dura y le cuesta más creer en Dios que al resto. Por eso, aunque te parezca imposible, recordá que si Dios te pudo tocar, también lo podrá hacer con tus seres queridos. La Biblia narra que para que el Evangelio llegase a los gentiles el Señor tuvo que trabajar primero con Pablo. Él era el más duro ya que perseguía a los cristianos. Una vez que Pablo se convirtió, La Palabra de Dios llegó con mucha más facilidad a los gentiles. En mi familia la persona más dura era mi abuela, dado que tenía un carácter muy fuerte y siempre infundía temor. Sin embargo, Dios empezó por ella y luego se convirtió el resto de la familia, porque cuando se trata lo más difícil, el resto fluye. 2. El desafío no es para el que no cree, sino para el que cree. En el pasaje citado los amigos tuvieron que llevar al paralítico delante de Jesús porque él no podía hacerlo por su cuenta. De esa misma manera, una persona que no cree en Dios es alguien que no puede moverse espiritualmente por sus propios medios, y por eso es necesario que la lleven a la iglesia. Tal vez te preguntes: ¿Por qué mi pareja no cree?, frente a lo cual quiero decirte que un motivo posible es que él sienta enojo. Quizás esté enojado consigo mismo o sienta frustración por algo que no logró en su vida y cree que nunca va a lograr. Tal vez haya tenido una mala experiencia espiritual y fue objeto de manipulaciones, engaños o maltratos. Lo cierto es que esa emoción lo anula y la decepción no le permite volver a creer. También es posible que él sea una persona paranoica. Al ser desconfiado no puede creer y expresa frases como: En ese lugar lo único que hacen es sacarte la plata o Esos son unos estafadores que están buscando la manera de perjudicarme. Ese tipo de personas suelen ser celosas y controladoras: ¿Por qué vas a ver tanto a ese pastor? o ¿No tendrás algo con ese hombre?. Si tu pareja se comporta de esta manera, lo que en realidad está haciendo es desmereciéndote, pues considera que sos una persona ingenua que no decide lo que quiere hacer, sino que la obligan. Una persona paranoica siempre tiene una actitud hostil hacia los demás y tiende a ser solitaria. Por más que te esfuerces por demostrarle que las cosas pueden ser distintas, el paranoico solo cree lo que quiere creer, y a menos que decida hacer terapia, será muy difícil que cambie su percepción del mundo y esa actitud persecutoria. Muchas personas no creen porque tienen enojo con su pareja, es decir que por miedo a ser manipulados o heridos deciden hacer lo contrario a lo que hace el otro. Por ejemplo, te dicen: Si vas a la iglesia, entonces yo no voy o No quiero ser un títere tuyo ni que nadie me enseñe cómo tengo que organizar mi vida. En realidad no es que no quieran creer, sino que simplemente deciden llevarle la contra a su pareja. Ante un caso de estas características es importante que tengas sabiduría, ya que como dije anteriormente, el desafió no es para los que no creen, sino para aquel que sí cree. Cuando decidieron trasladar al paralítico hacia la casa en la que se encontraba Jesús fueron sus amigos quienes tuvieron que sortear todo tipo de obstáculos. Es importante que tengas presente que cuando quieras que un ser querido conozca al Señor hallarás múltiples obstáculos en el camino. ¡El desafío es para vos! 3. Ponete de acuerdo. La estrategia que utilizaron los amigos del paralítico fue ponerse de acuerdo, porque el milagro de uno es el resultado de la fe de muchos. Recordá que necesitás fe para que Dios te de la victoria y traiga ese milagro que tanto estás esperando. Ponerse de acuerdo implica que te presentes delante de Jesús y digas: Quiero que mi pareja, mi hijo o este ser querido crea, se comprometa, sea libre y pueda tener una vida con Dios. Los amigos del hombre lisiado actuaron con seguridad, porque al no poder entrar por la puerta, buscaron otra alternativa, en otras palabras, ellos quebraron los prejuicios que tenían. Al igual que el desafío, los prejuicios no son de aquellos que no creen, sino del que cree. Quizás pienses: No me imagino a mi esposo levantando las manos para adorar en la iglesia o No creo que él se atrevería a hablar con algún pastor. Los prejuicios te llevan a pensar en un formato determinado y crees que Dios solo va a actuar según dicho formato: Si no le ora el pastor general, seguro que Dios no lo va a tocar o Si no escucha el mensaje de la pastora sobre los problemas de estima, nunca se va a convertir ni se va a sanar. Quiero decirte que Dios esconde Su gloria en lugares distintos e inesperados, por lo que no tenés que limitar el modo en que Él va a obrar. Por el contrario, quebrá tus prejuicios y buscá la gloria del Señor. En cierta ocasión una chica asistió a la iglesia y en una de las reuniones se quebró y comenzó a llorar. Sorprendentemente, el Espíritu Santo la tocó mientras el pastor estaba ministrando la ofrenda, algo que no es muy común que suceda. Desde ese día se congrega con frecuencia y se ha convertido en una fiel discípula del Señor. Ciertamente, la gloria de Dios se esconde en lugares donde uno menos se lo imagina. Por esa razón, quebrá tus prejuicios y permití que Su gloria se manifieste en el tiempo, en la forma y en el lugar que Él quiera. Recordá que el Señor actúa libremente y que Él sabe de qué manera tocar a ese ser querido que tanto deseás que lo conozca. 4. Dejá que el Señor haga lo que tenga que hacer. El pasaje citado cuenta que los amigos del paralítico lograron el desafío que se habían propuesto y ninguno hizo más nada. Su objetivo ya estaba cumplido. Lo único que tenés que hacer es traer a tu pareja, a tu hija o a tu amiga delante de Jesús y dejar que Él se encargue de hacer lo que tenga que hacer. Al traer a esa persona delante del Señor ya no necesitás decirle más nada, porque la insistencia solo hará que aumente la oposición. Sé insistente con tu oración personal y limitate a mostrarle cómo Dios cambió tu vida desde el día en que lo conociste. Es fundamental que no lo presiones y le des espacio para decidir, porque Dios les ha dado libertad a todos los seres humanos para que elijan si lo quieren seguir o no. De nada sirve que estés todo el día diciéndole: Vení a la iglesia, porque si no Dios te va a castigar o Si no dejás ese hábito, algo malo va a venir sobre tu vida. Al hostigarlo con estas frases no le estás dando espacio al otro para que decida por su cuenta, sino que le estás imponiendo algo que debe ser producto de una elección propia. Recordá que la única tarea que tenés que realizar es espiritual, por lo que tenés que limitarte solamente a llevar a ese ser querido delante de Jesús. Tal como dije antes, una vez que lo hayas hecho, guardá silencio y dale el espacio necesario para que el otro pueda tomar una decisión que es personal. ¡El Señor hará la obra! Cuando Jesús vio al paralítico lo perdonó, lo sanó y finalmente lo envío a su casa. Cuando lleves a tu pareja delante del Señor Él lo perdonará, lo sanará y lo devolverá a tu casa bendecido y adorando. Del mismo modo que uno no puede ver cómo se va formando un bebé dentro del vientre de la madre tampoco se puede ver el proceso de Dios en la vida de una persona. Es importante que sepas que para que lleguen a Él, el Señor trata a cada persona de una manera diferente. En mi caso particular mi abuela solía obligarme a mí y al resto de mi familia a asistir a la iglesia. Sin embargo, durante mi adolescencia llegó un momento en el que dejé de congregarme por obligación y tomé la decisión personal de creer en Dios. Aunque no veas lo que Él está haciendo en tu pareja, en tu hijo o en ese ser querido que aún no cree, el Señor está transformándolo en una obra de arte, porque Él nunca rechaza a nadie. Dios va a tocar el corazón de esa persona, pero no aceptará que le des sugerencias. Te dirá: Esto es entre él y yo. No me hables de sus defectos ni de sus errores, porque yo soy su creador y por ende, lo conozco perfectamente. ¡Dejame a mí que yo me encargo!. El Señor quiere seducir a tu pareja, a tus hijos, a tus amigas y a todos tus seres queridos al igual que en su momento lo hizo con vos. Esa seducción no vendrá del pastor o de la pastora, sino de parte de Dios. Un hijo de un pastor contaba que tanto él como sus hermanos se habían criado en el evangelio desde muy pequeños. Como cada uno de ellos tocaba un instrumento musical ministraban adoración en la iglesia y proyectaban formar una banda en el futuro. No obstante, uno de ellos decidió irse a otro país en donde se juntó con malas compañías que lo llevaron a la droga y a la delincuencia. Un día tomó la decisión de volver a su casa y al encontrase con su padre, este lo abrazó y le dijo: ¡Bienvenido, siervo de Dios!. Durante esos años en los que se había ausentado su padre no le había dicho nada, pero en ese momento le dijo: Estás acá porque sé que fuiste tocado por el Señor para ser su siervo. Para la gloria de Dios, ese hombre hoy se congrega en un ministerio y es un gran adorador. Quiero decirte que no importa de qué persona se trate, Dios hará su trabajo de seducción, porque para Él no hay excepciones. No te preocupes de qué modo Dios trate a tu pareja, porque Él puede utilizar hasta un inconverso para que alguien se convierta y crea en Su Palabra. A modo de acto profético, escribí en un papel el nombre de esa persona que no cree en el Señor y que querés que lo conozca. Una vez que lo hayas escrito levantá el papel en alto para entregarlo simbólicamente a Jesús y dejá que Él haga lo que tenga que hacer en el momento, en el lugar y en la manera apropiada. Soltá tus prejuicios y declará: Jesús, pongo delante de vos a esta persona para que hagas tu obra en él, ya que así será perdonado y sanado, y volverá a su casa en paz. Amén.
Posted on: Sat, 23 Nov 2013 00:18:49 +0000

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