«Mi sangre es más roja que la de una liebre», dice El Cabrero, - TopicsExpress



          

«Mi sangre es más roja que la de una liebre», dice El Cabrero, extraño personaje, imponente cantaor que lo mismo triunfa en París con su arte que se desvincula por completo de la civilización y se convierte en aire. El Cabrero es gloria bendita, cante del bueno, un tío singular: salvaje, bravo, auténtico. Hace, dice y canta lo que le da la gana. Brilló con su carisma habitual en el XVIII Festival Flamenco de San Pedro del Pinatar, que se celebró el sábado 3 en el Teatro Cine Moderno, a las 22.00 horas. El Cabrero (Aznalcóllar, 1944), está pasando el día en la sierra, fundiéndose con el paisaje. «Lo necesita», asegura Elena Bermúdez, su compañera y parte de su alma, que también le lleva los asuntos artísticos. «No puede vivir alejado de las cabras», dice tajante. Está feliz: en otoño saldrá el nuevo disco de El Cabrero, que cuenta con un tema escrito por ella, Pastor de nubes, que ha sido elegido como título. «Si el dolor templó mi voz, / como los buenos cencerros, / el miedo me hizo rebelde, / en vez de hacerme borrego», cantará el artista, que es realidad y es sueño, es invención y pureza. Elena Bermúdez facilita, a través de teléfonos móviles y de búsquedas apresuradas por la soledad del paisaje, que el cantaor por el que siente auténtica pasión pueda comunicarse con el mundo.Viene con ganas El Cabrero a San Pedro del Pinatar. Sabe que la afición lo espera y tratará de que el duende haga acto de presencia: poniendo al público en estado de trance. Con buen flamenco: «Yo creo que el flamenco, con mayúscula, está por encima de las modas. Hoy se llama flamenco a cualquier cosa, y eso es muy triste. Flamenco significa hondura, verdad, naturalidad, improvisación y entrega. Romperse en cada tercio», sentencia.Sigue siendo un rebelde, y un personaje fuera de traste que afirma: «Nunca renuncio a decir lo que siento. Tengo una letra de soleá que dice: Cuando hay que decir no se puede uno callar, porque callar es morir. Y dice bien alto que «hay mucha gente que sigue viviendo muy mal, y eso no puede dejarnos tranquilos a los que todavía tenemos algo de conciencia».Él, personalmente, se maneja bien en su impagable paz de espíritu: con sus cabras y sus actuaciones por el mundo, y con su sombrero. «No tengo ninguna frustración, hago lo que me gusta, día a día, y tengo la inmensa suerte de tener un público muy amplio que me aprecia y me sigue desde hace ya más de veinte años», indica orgulloso. Respeta profundamente a su audiencia: desea conquistarla y emocionarla, sin trampa ni cartón. «Lo que me queda por hacer es no defraudar a ese público y seguirme entregando como hasta ahora», indica (la voz es como una tormenta).El Cabrero está condenado a que nada de lo que canta conozca la indiferencia del público. Su experiencia con los tangos, por ejemplo, muy anterior al subidón que le ha dado ahora a Diego El Cigala, cristalizó en discos tan recomendables como Sin remache, un puro gozo que abrió un nuevo filón artístico en su carrera. Admira a Carlos Gardel, pero en su vida ha puesto un pie en Buenos Aires, ni en las tierras del tango. Qué grande es El Cabrero, que hace de los versos de Jorge Luis Borges puestos en su boca un río de oro.-¿A qué ha aprendido El Cabrero?-A darle agua al sediento.-¿Cuál es su reino?-Según dicen, para obtener un reino hay que tener la sangre azul, y la mía es más roja que la de una liebre.Patria-¿Quién es su Dios?-No tengo Dios ni tengo reino.-¿Adora al dinero?-No lo adoro, lo cambio por lo que me cuesta vivir.-Dice usted que las cabras le dan libertad. ¿A qué sabe esa libertad y qué color tiene?-A paz. A esa paz que yo me busco; y tiene el color del día, del amanecer y del atardecer.-¿Le gusta ser desobediente? ¿A qué cosas y a quiénes no les hace ni caso?-¡Uff, fíjate! Claro que me gusta y claro que lo soy. Desde chico intuí que lo más sano para mí era no cumplir órdenes, pero ser siempre responsable. Y, desde luego, no le hago caso al que pretenda que yo haga lo que no siento.-¿Tiene una patria?-Tengo un fandango que dice: «Andalucía es mi mare / y como un hijo la quiero / Andalucía es mi mare / de corazón la venero /pero yo soy como el aire / mi patria es el mundo entero». Me identifico con lo que dice este fandango.-¿Dónde encuentra usted la alegría?-En lo que doy por bien hecho, ahí.-¿A qué tiene miedo?-Le tengo miedo a la sed, le tengo miedo al hambre, y le tengo miedo a lo que sale del cañón.-¿De verdad que se sigue levantando a las seis de la mañana para cuidar su rebaño?-A las seis y media ahora, y cuando hay más leche a las cinco de la madrugá. Todavía ordeño a las cabras a mano.-Ya sabe que hay gente que cree que lo de sus cabras es un camelo publicitario. ¿Eso le hace reír?-No le echo ni cuenta.-«Cuando dicen que soy el mejor es como si a la duquesa de Alba le dicen guapa», es una frase suya. ¿No le gusta reconocer que realmente es usted un fenómeno?-Es que, en el flamenco, el mejor no existe, ni ha existido. Ha habido y hay grandes cantaores, pero el mejor, por tos los palos, nunca ha existido. Sin embargo, para el tango argentino, hubo uno que hasta hoy en día sigue siendo el mejor: Carlos Gardel.
Posted on: Sat, 23 Nov 2013 10:06:10 +0000

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