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"Ministerio de Magia, subsección: Departamento de misterios. Señor, Michael Corner Señor Corner, hemos recibido su petición para hacer parte del programa que entrena y potencia a los Inefables del departamento de misterios del ministerio de magia de Londres. Somos sabedores de sus excelentes calificaciones en el colegio de Magia y Hechicería de Hogwarts, además de recibir unas excelentes recomendaciones por parte de las directivas, y estamos impresionados con su currículum. Sin embargo nos gustaría entrevistarnos con usted antes de tomar cualquier decisión acerca de su inclusión en el programa. Gracias por su atención Ministerio de Magia Departamento de misterios." El pelinegro suspiró mientras releía una y otra vez los renglones que se encontraban en aquella carta que le juraría su futuro. Se levantó de su cama un poco meditabundo y miró por la ventana. Si tenía suerte (Cosa en la que no creía) Llegaría a ser incluido en el programa de Inefables del Departamento de misterios. Pocas cosas habían en la vida que podían significar un cambio notorio en las sensaciones de Michael Corner, y obviamente ser incluido en ese programa era una de ellas. Aun con toda su lógica, él no podía explicar el porqué de la necesidad de saberse dentro de aquel programa. Quizás la forma tan misteriosamente interesante en la que trabajaban los Inefables, o la impresión de lógica en cada una de sus acciones. O simplemente tendría qué aceptarse humano y saber que había algo más allá, por encima de la lógica, que lo obligaba a aceptar que se sentía sentimentalmente atraído por aquella incomprendida profesión. Sin saber qué pensar (Nada común en él) Con la mente trabajándole al mil, con cientos de ideas, sentencias y deducciones, se obligó a encaminarse fuera de su habitación y de la Torre Ravenclaw, y dirigirse al despacho de la directora McGonagall para informarle su retiro repentino. Si tenía suerte (Cosa en la que no creía) No volvería al colegio sino hasta finalizado su entrenamiento. ......................................................................................... Departamento de misterios. Oficinas. - Buenas tardes – Habló con su bajo tono común a la secretaria que yacía en el Hall de las oficinas del departamento. La bajita y regordeta señora lo miró con una dulzura tal que logró estremecerlo. - Buenas tardes, hijo ¿En qué puedo servirte? – Le dijo la señora mientras, nada disimuladamente, lo escudriñaba completo. - Tengo una cita con el jefe del departamento – La señora lo miró interesada y pareció recordar. Claro, él debía ser el nuevo muchacho. Asintió rápidamente y con su mano le indicó que se sentara en una de las sillas, al parecer muy incómodas, que se encontraban pegadas a la pared de la estancia. Él se sentó despacio, muy recto, con la mirada perdida entre los mil pensamientos que, ni en momentos de suma importancia como ese, parecían querer dejarlo en paz. Dos minutos contó Michael antes de que la puerta del jefe del Departamento de Misterios se abriera y, tras ella, se develara la figura de un hombre alto, fornido, de cara seria y aspecto impenetrable. El hombre le sonrió y lo invitó a pasar. Él se levantó despacio y caminó tranquilo hacia la oficina, ahora abierta. La puerta se cerró cuando él se encontró totalmente adentro de aquella pequeña y rústica habitación. El olor a café y a tabaco le inundó los pulmones. Se sentó en la silla en frente del escritorio cuando el hombre de tez un poco más oscura que la suya se lo indicó. Este tomó asiento en la silla principal, la del jefe. - Así que… Michael ¿Verdad? – Preguntó aquel hombre con una sonrisa - Michel - Repitió afirmando. - Bien, Michael… ¿Qué es lo que te trajo aquí? El chico tuvo mucha tentación de contestarle que los polvos flu, que los permisos de las directivas de Hogwarts, que la carta que él mismo había enviado hacía no más de 24 horas, incluso que los pies, pero no lo hizo. Se limitó a mirarle en silencio un segundo antes de hablar. - El programa – Dijo despacio - El programa ¿Eh? – Al hombre parecía divertirle la apariencia tranquila de Michael. Demasiado tranquila, pensaba el hombre divertido. Michael no dijo nada, no hacía falta, no lo encontraba necesario. El hombre lo miró por varios momentos, en los que cualquiera se hubiese sentido intimidado, o ansioso. Pero no Michael. - Eres un hombre de pocas palabras ¿Verdad? – Aunque el hombre finalizó con una pregunta, realmente no lo estaba preguntando, solo estaba constatando un punto. Michael tampoco dijo nada. - ¿Por qué quieres entrar en el programa? – Insisitó el hombre y Michael tuvo qué mirarlo a los ojos. Él no lo sabía y eso era lo que lo turbaba. Y se turbaba al saber que estaba siendo turbado. Apenas tenía un par de horas con noticias del ministerio y ya había experimentado más emociones que en toda su vida. Eso sencillamente no era normal. ¿Pero qué era normal? Michael rechazaba el adjudicarle sentencias a las variaciones que componían a la vida, porque sencillamente para él era así, y nadie más que no fuera él lo pudiera comprender del modo en el que él lo hacía. Parpadeó tres veces, intentando regresar a donde se supone que debería estar, su mente simplemente no se quedaba quieta. Eso lo turbaba también. Pasó saliva cuando se dio cuenta de que aquel hombre no despegaba de él su mirada. En realidad no le molestaba la mirada que lo escudriñaba, le molestaba el no tener respuesta a una pregunta. Una pregunta que seguramente definiría su vida. - No lo sé – Dijo por fin, con dos tonos más bajos de lo normal. El hombre simplemente asintió y se recostó contra el respaldo de su silla. Mientras encendía un nuevo cigarro de tabaco y lo calaba tres veces, solo se escuchó en aquella habitación el tic tac del reloj que no quería detenerse, que no lo haría. - ¿Entonces por qué crees que deberíamos dejarte estar en el programa? – Volvió a probar el hombre, quería ver hasta dónde podía llevar a su posible nuevo interno. - No lo sé – Volvió a asegurar él - Ya… - Dijo el hombre antes de darle otra calada a su tabaco. Se levantó de la silla del jefe y se asomó por la ventana. El día estaba frío, sin embargo el viento no se pronunciaba. Parecía que el mundo entero estuviera estático, de no ser por el tic tac del reloj que no quería detenerse, que no lo haría. – No creo que tengamos suficientes bases para aceptarte – Dijo él sin voltear a mirar a Michael, quien levantó la mirada de golpe. Por alguna razón aquello le disgustó sobre manera, y él no era precisamente persona que sucumbía ante sus sentimientos… O que sentía. No lo entendía, no comprendía absolutamente nada ¿Por qué tanto interés en ese programa? ¿Por qué tanta necesidad de que ese hombre lo encontrara suficiente para estar adentro? ¿Desde cuándo se preocupaba por ser suficiente para algo? ¿Quién determinaba la suficiencia de cada persona, si no eran ellos mismos? El dolor de cabeza volvió a envolverlo y esta vez, aunque parpadeó más de cinco veces, no pudo volver a ubicar su mente en el espacio en el que estaba. El hombre que calaba su cigarro de tabaco se volteó tranquilo a mirar el estado de pérdida de Michael. Él no se encontraba allí y eso lo hizo sonreír. Ese chico silencioso, perturbado por sus pensamientos, realmente sería de ayuda en el departamento. Allí se encargarían de moldear sus pensamientos y de enfrascarlos para que él pudiera desarrollarlos sin que le causaran esos terribles dolores de cabeza. Tuvo qué hacer una mueca al recordar los que lo acosaban a él cuando apenas tenía unos meses trabajando para el departamento de misterios. Se acercó despacio a Michael y se sentó sobre su escritorio - Tienes una migraña increíble ¿Verdad? – Nuevamente, era una pregunta que no necesitaba ser respondida. Michael no hizo nada. El hombre puso su pesada mano sobre el hombro del Ravenclaw antes de calar por última vez su cigarro y lanzarlo hacia atrás para que saliera por la ventana. Expulsó el aire muy lentamente antes de hablar - Aquí tenemos unas pociones increíbles para controlarlos – Y le guiñó el ojo. Michael entonces comprendió que era la forma sutil del jefe del departamento de misterios de decirle que estaba adentro del programa.
Posted on: Fri, 27 Sep 2013 23:20:44 +0000

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