MÁCULA La espalda del hombre se cubrió de un hielo glacial - TopicsExpress



          

MÁCULA La espalda del hombre se cubrió de un hielo glacial desde el cuello hasta la base de su espina, mientras un mortal estremecimiento, se apoderaba de su cuerpo paralizado por el terror. En los oídos aún podía sentir el resoplar gélido de un murmullo que le decía: “Hoy morirás”. Muchos años atrás, cuando niño y por motivos inexplicables, el hombre había pensado en su muerte como lo haría un condenado a la pena capital, y este pensamiento se apoderó a tal grado de su mente, que decidió desentrañar sus misterios. En los años siguientes el hombre-niño razonó y ponderó la cuestión de que la muerte no era en sí lo contrario de la vida, sino más bien la transición que hay entre la vida y la no vida. La muerte era la tenue línea entre la existencia y la inexistencia, en fin, era el confuso linde entre el ser y el no ser. Pasó el tiempo y el hombre-niño tuvo la certeza de que había descubierto lo que era la muerte, pero aún no sabia lo que se sentía morir, y por este sentimiento funesto nació en su ser un deseo perverso. Tal fue la obsesión de descubrir lo que se sentiría morir, que de ello obtuvo un leve pero fatal esbozo. El hombre-niño llegó a la ineluctable conclusión de que para saber lo que se sentía al morir, se debía tener la certeza absoluta de que se va a morir. Pero infelizmente no supo como tener una certeza de ese porte sin el peligro inherente que conlleva, así que decidió imaginar su propia muerte cual si fuera una certeza a realizarse en los próximos segundos. Tanto pensó el hombre-niño en su muerte, que en la soledad de su cuarto la idea se le hizo certeza. En ese momento el hombre-niño conoció lo que es el miedo y pavor, el desespero y rescoldo, el horror y la angustia. Quiso apartar de su mente este terrible temor, pero era ya tarde, pues la plenitud del mismo lo había cambiado para siempre. En tiempos posteriores el hombre-joven se solazaba evocando el mismo temor a la muerte en la soledad de su cuarto. Pensaba que así viviría a plenitud, cada día como siendo el último, dando gracias a la vida por vivir, mas no se percataba de que poco a poco y cada vez más, sentía por este temor a la muerte un pérfido deseo. Era este deseo el que lo narcotizaba y le hacia gozar como ningún otro, hasta que finalmente llegó el día fatal. El hombre estaba como siempre encerrado en su cuarto, hasta que sintió la cruda presencia de aquella esencia que tanto había evocado, pero antes de verla escuchó la nefasta sentencia que penetraba como helada brisa por su oído, susurrando: “Hoy morirás”. En el acto quedo paralizado por el terror, su espalda se cubrió de un hielo glacial, y un mortal estremecimiento se apoderó de su cuerpo, al tiempo que el perverso y satisfecho deseo de un temor infinito, le hacia gozar como jamás hubiera pensado. Era un goce de amor. Giró su cuerpo y la vio, era mas bella que en sus pensamientos y sólo atinó a responder tembloroso: “Tómame”. Entonces la muerte tomo su mano y el hombre murió. El hombre-muerto observo su cuerpo inerte y a la muerte a su lado, entonces caminó seguro hasta ella y en un abrazo forzado la mancilló con un beso de amor. Empujó entonces la asustada muerte al hombre-muerto hacia su cuerpo y mientras huía con mácula, dejo al hombre en una vida eterna de agonía de amor a su muerte. Por Edgar Sandoval Y.
Posted on: Tue, 13 Aug 2013 00:26:44 +0000

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