Más que simplemente existir, vive. Más que simplemente tocar, siente. Más que simplemente mirar, observa. Más que simplemente leer, absorbe. Más que simplemente escuchar, oye. Más que simplemente presenciar, entiende. Más que simplemente pensar, reflexiona. Más que simplemente hablar, por favor, ¡di algo! Deja de sólo existir, ¡vive! “Deja de sólo existir, ¡vive!” eso fue lo que le dije un día en medio de mi felicidad y su amargura. La vi desolada, más que nunca; indecisa, ida por completo de este mundo, más seria de lo normal, parecía muerta en vida. Me intrigaba lo que pasaba por su mente, pues nunca expresaba con claridad lo que sentía, jamás se sentaba con alguien a conversar de sus penas y glorias, ya que todos la usaban como consejera, o sencillamente le contaban sus tristezas y dificultades, sin afanarse por lo que ella estuviera viviendo. Me cansé de verla decaída y tan deprimida; yo sabía por lo que pasaba, así sus contrariedades fueran superficiales o de poca gravedad, la entendía, porque sus problemas eran de raíz, comenzaron en el instante en que nació y se fueron acrecentando a medida que iba creciendo; eran como una pequeña bola de nieve que rodaba por una montaña y al mismo tiempo se iba haciendo inmensa. Un día, por fin le dije que la comprendía, que yo estaba junto a ella siempre y no tenía que contarme absolutamente nada para que yo supiera su agonía, no dijo nada, y ahí me di cuenta que había dejado de vivir. Es triste ver cómo siendo tan inteligente, tan joven, tan buena y con tantos sueños, su vida estaba derrumbada, no tenía alicientes, alegrías, sus sueños se habían escabullido como cuando una presa escapa de su depredador, había perdido el sentido de vivir, se llenó de tantos miedos que no dejaron brotar su juventud y esto implicó que perdiera la vida. No sé cómo me escuchó, pero añadí, que su error había sido tomarse la vida tan en serio, ya que en cualquier momento nos morimos definitivamente y nos arrepentimos de habernos amargado por completo. Creo que revivió, sus ojos se llenaron de lágrimas, lágrimas de alegría, que demostraban que aún tenía esperanza y que de ahora en adelante iba a vivir, a no tomarse la vida en serio, a relajarse y disfrutar cada instante de su existencia, a simplemente vivir. Ella simplemente era un ente, algo que existe, un relleno, algo allí parado, un adorno, que no supo valorar esa existencia; ahí va la gran diferencia entre vivir y existir, existes con sólo tu presencia, con mover tus ojos, tus manos; pero vives cuando aprovechas todos tus recursos para ser feliz y lograr lo que anhelas, cuando sientes adrenalina, cuando hay dolor, cuando ríes, cuando bailas, cuando disfrutas el momento, cuando haces lo que te apasiona, eso es vivir. Así que deja de sólo existir, ¡vive!
Posted on: Fri, 28 Jun 2013 02:42:26 +0000
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