México tiene, desde el 2006, un grave problema entre saber otorgar las libertades y hacer cumplir los derechos. El plantón de Andres Manuel Lopez Obrador, tras perder las elecciones contra Felipe Calderón, fue mucho más que un acto situado en el tiempo, donde ahora silbamos y parecemos no quererlo recordar siete años más tarde. El plantón significó, sencilla y efectivamente, “mandar al diablo a las instituciones” y desplazar todos los derechos, empezando por el de la libre circulación. Y ahora, lo que no se puede ganar en los escaños con votos, se pretende ganar con pedradas. Por ello me preocupa el resultado de lo que salga bajo esas condiciones, pero me inquieta, aún más, lo fácil que es, en nuestra condición humana, explicarle a la gente que lo normal es que las cosas fracasen y que por lo tanto, con todas estas condiciones, el fracaso ya anuncia el intento de cambiar las estructuras de México.
Posted on: Tue, 03 Dec 2013 18:18:57 +0000
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