NADA MEJOR QUE UN PINGÜINO EN OTOÑO No hay nada mejor que un pingüino en otoño, sobre todo cuando el crudo invierno amenaza los cocoteros y a los copos de los árboles tropicales. El pingüino en esta estación se siente como pescado en el agua, porque cuando se escapa de la imaginación glacial, se guarece en el iglú de mi poesía. Y es que a veces estoy más aburrido que un pin-güino en un garaje, porque la vida cotiza entre los que so-breviven y expiran, los que sienten piedad por los gélidos donde habitan estas palmípedas. En estos días de pingüinos, se ve como en Miami la gente se engarrota, se encoge en los hogares, mientras la Siberia sigue exportando vientos árticos por todo el continente. Tenemos frío y anhelamos ser pingüinos en otoño. ¡Está fría la vaina! Está helada la capa terrestre. Lo triste de todo esto, es que en verano nos recalentamos de mala ma-nera, de exuberante porción. No creo que sea un buen contraste. Esperemos positivamente que se controle el ecosistema, que las mariposas siguen volando en primave-ra, que no haya exterminio de amapolas y talas de pinos discriminadamente. Pues un pingüino en otoño, representa la magia de la cali-dez para la borrasca de los caprichos incoercibles, de los movimientos telúricos y las melodías de los pajarillos en los rosales del mundo. ¿Qué cuál es el mensaje de todo esto? Es fácil: paciencia, paz y amor. Todo se resuelve. Todo se transforma y volvemos a renacer mediante la tole-rancia y la acción de los movimientos al azar. Sincronización en la más absoluta convergencia de los pensamientos. Por eso nada mejor que un pingüino en otoño, para forrar-se en grasa y cavilar sobre la vidorria.
Posted on: Tue, 29 Oct 2013 16:05:51 +0000