NTRE LA INDIGNACIÓN Y EL DOLOR DE HIJO DE LA PAPA Arrastrar a los trabajadores y padres colombianos como si fueran chivos expiatorios es un crimen de lesa humanidad que escandaliza al mundo. Los derechos humanos en Colombia están en entredicho. Como escritor y como hijo de Boyacá me siento nuevamente fusilado por las políticas que queman arroz y favorecen las semillas transgénicas. No olvidemos que sin los campesinos de Boyacá Colombia no hubiera podido hacer su independencia ni alimentar a sus hijos. De la tan aclamada independencia de España no podemos pasar a la dependencia de importar arroz, leche, café, maíz, etc. Basta ya. El gobierno debe replantear su propia constitucionalidad o renunciar a su ejercicio. Es urgente poner fin al autoritarismo y de restituir al país su derecho al trabajo y el respeto a la tierra, sin yugos y sin patentes para sembrar la vida natural, sin patentes para beber el agua. Ya no se puede llorar sobre la leche derramada que millones de niños necesitan en el mundo. Corregir el rumbo es urgente antes de que hunda el barco. Para escuchar a un pueblo indignado por el hambre se hace inevitable tener un par de ojos para ver y un par de oídos para escuchar a 44 millones de colombianos grandes y nobles. Desplazar una nación hacia las fronteras del olvido sería el fin del fin. Sólo la sensatez es sostenible. El resto es silencio.
Posted on: Sun, 25 Aug 2013 00:57:06 +0000
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