Ni los mismísimos dioses del olimpo llegaron a entender a las - TopicsExpress



          

Ni los mismísimos dioses del olimpo llegaron a entender a las claras por qué Heras condenó a Eco al silencio hasta la última sílaba de cada palabra. Según la mitología griega, Eco se enamoró de Narciso –aquel bellísimo Dios loco consigo mismo-, y al éste rechazarla, como a todas las demás Ninfas, se aisló en las profundidades de una gruta y se fue consumiendo poco a poco hasta quedar únicamente la vibración de sus últimas sílabas. Esa huella póstuma, -que los griegos sabiamente divinizaron a su imagen y semejanza- perdura lamentablemente en el imaginario sociocultural de nuestros pueblos latinoamericanos: el universo simbólico de la masa que sume al individuo en la corriente del estatus, la academia, los códigos de poder, masa descrita por el español Ortega y Gasset hace ya más de un siglo. Estas reflexiones, ahora sé, estaban latentes cuando hace unos días conversaba con el periodista José Alejandro Rodríguez, titular de la columna Acuse de Recibo del Diario Juventud Rebelde en un bar de esquina habanero. Sabios los griegos –pensé entonces- al concederle a sus divinidades arquetipos humanos. Se puede ser como Heras, andar cerrando la boca a conveniencia –a unos sí, a otros no, a unos hasta media palabra, a otros, palabras completas-, limitar una postura y, a la vez, ser paternalista y permisivo con otra postura. También se puede ser como Eco: acostumbrarse a repetir la última palabra de los dioses, la última sílaba, una y otra vez, letanía fatal de la autodestrucción de la creatividad y el criterio. Con muchas personas converso, debato acerca de los cambios, imprescindibles cambios, de mentalidad en los medios de prensa y comunicación cubanos; todos coincidimos en la majestad de la libertad de criterio, de opinión, incluso de discordancia o disidencia –que tampoco hay que temerle a la palabrita. La cuestión donde se complica es en la praxis, en la aplicación de ese ideal libertario, respetuoso del criterio ajeno, tolerante e igualitario en términos de expresión. Es en la praxis donde Eco suele mirar dubitativa a Heras, y Heras –incluso la poderosa Heras-, se arroba ante la belleza de Narciso, y Narciso que sólo mira en el espejo su propia belleza, o lo que cree su belleza, aunque también, irremediablemente, se vaya consumiendo de tanto contemplarse la apariencia sin profundizar en el entorno. En fin, creo: que sólo un Hércules, contestatario de Zeus y rebelde en el Olimpo, podría romper tal círculo vicioso, un Hércules armado con esa carga para matar bribones, que nos legara Villena, y que tanto tiempo llevamos sin detonar en el sector cultural. Giordan Rodríguez Milanés Columna de crítica cultural Pulsos. Revista Qué Tal, Manzanillo; Radio Granma.
Posted on: Tue, 24 Sep 2013 18:19:57 +0000

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