No cabe duda de que quien fue un pésimo líder de la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona pilotado por Pasqual Maragall, y un mediocre jefe también opositor en la Generalitat presidida asimismo por el popularmente conocido entrañablemente como Pasquis, tiene ahora curiosamente la oportunidad de pasar a los anales de la historia como aglutinador de una voluntad colectiva del pueblo catalán. De la gestión de esa considerable responsabilidad simultaneada inexcusablemente con una tarea de tintes sociales que permita erradicar la pobreza en Catalunya desde escaseces presupuestarias, y de la tenacidad en ofrecer resistencia al filo-fascismo que emana de la Moncloa depende su éxito personal en tan árduo cometido,o simplemente situarse en la misma posición ante el liderazgo precedente de Jordi Pujol, como José Montilla lo hizo a expensas de Maragall, es decir en el terreno de la mísera sombra. El peso que puede lastrar a Artur Mas tras las últimas bravuconadas tanto de sectores gubernamentales de Madrid,e incluso hoy de Aznar, o de sus propios socios de gobiernos de ERC no configurará en el futuro excesivos ríos de tinta, y aún menos si acaba pactando con el legalismo vacuo. Saltar cada uno de esos obstáculos en cambio le encumbraría a la gloria, y, quién lo hubiera dicho años ha, a eclipsar al propio Jordi Pujol que barró ingenuamente el paso a figuras de gran talla para precisamente evitar que lucieran por encima de él mismo... Cosas veredes, efectivamente.
Posted on: Tue, 19 Nov 2013 17:46:03 +0000
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