No creo en brujas; pero... Sentado sobre una raíz, la espalda - TopicsExpress



          

No creo en brujas; pero... Sentado sobre una raíz, la espalda recostada a un tronco, esperaba pacientemente, escuchando los sonidos de la noche. Desde mi posición, bastaba levantar la cabeza para ver a la luna brillando sobre el follaje del bosque. Me ocultaba un arbusto, y en una horqueta de él tenía afirmado mi rifle, apuntando hacia un sendero de liebre que atravesaba un claro del bosque. También tenía una linterna pequeña asegurada con cinta al rifle, para encandilar a los animales. No estaba allí para cazar por “deporte”, sino para llevar carne a la mesa en una época difícil. Sentado, oculto entre los árboles, en silencio, escuché que algo se acercaba por el sendero; pero inmediatamente supe que no era una presa, pues era mucho ruido para ser una liebre, y sonaba distinto al sigilo de un ciervo. Pasando entre sombras y luz de luna, avanzaba lentamente una persona; una mujer anciana, distinguí, y llevaba una cabra de tiro. Paró en el claro que estaba a unos cinco metros de donde me encontraba. Era una anciana encorvada y temblorosa, de largos cabellos blancos, y estaba vestida de negro. La vi girar en todas direcciones como cerciorándose que nadie la veía. Volteó hacia donde estaba yo pero sólo un instante, y siguió buscando con la mirada; el arbusto y la sombra de un árbol me ocultaban bien. Seguidamente comenzó a murmurar algo al tiempo que agachaba y levantaba la cabeza, como hacen algunos al rezar. La cabra se había acostado sobre sus patas delanteras, y parecía muy tranquila. De pronto la vieja buscó entre su ropa negra y sacó un cuchillo reluciente, lo acercó al cuello de la cabra y la sacrificó. Hasta ese momento sólo estaba curioso, creyendo que espiaba a una vieja loca, pero de a poco empecé a sentir miedo. Cuando la cabra dejó de patalear, la vieja se fue agachando hasta quedar arrollada, y se cubrió la cabeza con los brazos. Estuvo así unos minutos y de repente se irguió con rapidez. Al levantarse, parte del cabello le cubrió la cara, y enseguida me dio la espalda, pero fugaz y parcialmente alcancé a distinguir que había rejuvenecido, y sus cabellos, aunque seguían siendo claros, ahora eran rubios. Había llegado encorvada y temblorosa, y se marchó bien erguida y caminando elegantemente. Me fui de allí un rato después, lleno de terror por lo que acababa de ver; una ofrenda al Diablo. La necesidad me hizo volver al bosque durante el día. Pasé por el claro donde estaba la cabra sacrificada y, vi que el cuerpo estaba descompuesto y lleno de gusanos, a pesar de llevar pocas horas de muerta.
Posted on: Sat, 20 Jul 2013 15:33:25 +0000

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