Nos comparte Jose Blanca Saucedo La noche pasada. Noche calurosa que hace complicado combatir la calor en casa, impidiendo conciliar el sueño. Opté por visitar el atlántico, sentarme frente a el, bajo la gran bóveda oscura y salpicada de estrellas. Tras serpentear algunas calles podía sentir como el aire se tornaba más fresco y agradable. La gente paseaba a lo largo del bulevar que recorre y ofrece entradas a la playa de finas arenas, donde los chiringuitos camelan a sus clientes con su música y la gran variedad de bebidas que refrescan las gargantas y que son testigos de conversaciones, risas y conquistas veraniegas. Pero lo que yo buscaba se encontraba algo apartado de todo esto, más cerca de la orilla, donde la luz es escasa y el sonido de las olas, apaga el murmullo de la música. Tras pedir algo fresquito en el chiringuito, me adentre en las sombras donde se aprecia más las numerosas estrellas que en silencio nos observan. Sentado a pocos metros de la orilla, donde las olas parecen volverse arenas, en compañía de mi vaso. Fui dejando que el olor de la bajamar embriagara mi olfato, que la luz de la luna iluminase mis ojos y el susurro del viento de poniente enamorara mis oídos. Mis pies sentía el especial tacto de la arena, húmeda aún de las saladas aguas que momentos antes la cubría. Esta riqueza natural me hizo pensar en mi estado de ánimos, que lleva tiempo enterrado en tristeza, indecisiones, desmotivación, falta de iniciativa e incapacidad para valorarme, cegando la voluntad de vivir el día a día. Un amargo estado que nisiquiera me dejaba llorar, para que las lágrimas se lleven la tristeza. Me hice muchas pregunta, y con la mirada pérdida entre la espuma del oleaje, buscaba respuestas. No se si encontré entre las ola las respuestas, no se si esas respuestas me la susurró el viento o quizá me las hizo entender un ser querido que ahora brilla entre las estrellas. Lo que si, que es cierto. Es que cuando volvía a casa me sentía renovado. Como si ese veneno que atormentaba mis ánimos y mi persona hubiera quedado en la arena para que la pleamar se lo llevase. Hoy al despertar, me sigo sintiendo bien, con una sonrisa dibujada en mis labios, con ganas de hacer proyectos, con unos nuevos ojos para ver todos los colores claros que dan vida a los días.
Posted on: Mon, 05 Aug 2013 22:04:05 +0000