“¿Nos maldecía, nos imprecaba, nos daba la bienvenida el - TopicsExpress



          

“¿Nos maldecía, nos imprecaba, nos daba la bienvenida el hombre prehistórico? ¿Quién podría decirlo? Estábamos incapacitados para comprender todo lo que nos rodeaba; nos deslizábamos como fantasmas, asombrados y con un pavos secreto […] La tierra no parecía la tierra. Nos hemos acostumbrados a verla bajo la imagen encadenada de un monstruo conquistado, pero allí…, allí podía vérsela como algo monstruoso y libre. Era algo no terrenal, y los hombres eran… No, no se podía decir inhumanos. Era algo peor, saben, esa sospecha de que no fueran inhumanos. La idea surgía lentamente en uno. Aullaban, saltaban, se colgaban de las lianas, hacían muecas horribles, pero lo que en verdad producía estremecimiento era la idea de su humanidad, igual que la de uno, la idea del remoto parentesco con aquellos seres salvajes, apasionados y tumultuosos. Feo, ¿no?. Si, era algo bastante feo. Pero, si uno era lo suficientemente hombre, debía admitir precisamente en su interior una débil traza de respuesta a la terrible franqueza de aquél estruendo, una tibia sospecha de que aquello tenía un sentido en el que uno -uno, tan distante de la noche de los primeros tiempos- podía participar. ¿Por qué no? La mente del hombre es capaz de todo, porque todo está en ella, tanto el pasado como el futuro. ¿Qué había allí, después de todo? Alegría, miedo, tristeza, devoción, valor, cólera… ¿Quién podría saberlo?… Pero había una verdad, una verdad desnuda de la capa del tiempo. Dejemos que los estúpidos tiemblen y se estremezcan… El que es hombre sabe y puede mirar aquello sin pestañear. Pero tiene que ser por lo menos tan hombre como los que había en la orilla. Debe confrontar esa verdad con su propia y verdadera esencia… , con su propia fuerza innata. Los principios no bastan. Adquisiciones, vestidos, bonitos harapos…, harapos que volarían a la primera sacudida. No, lo que se requiere es una creencia deliberada. ¿Hay allí algo que me llama, en esa multitud demoníaca? Muy bien, la oigo, lo admito, pero también tengo una vos y para bien o para mal no puedo silenciarla. Por supuesto, un necio con puro miedo y finos sentimientos siempre está a salvo. ¿Quién protesta? ¿Se preguntan si también bajé a la orilla para aullar y danzar? Pues no, no lo hice. ¿Nobles sentimientos, dirán? ¡Al diablo con los nobles sentimientos! No tenía tiempo para ellos. Tenía que mezclar albayalde con tiras de mantas de lana para tapar los agujeros por donde entraba el agua. Tenía que estar al tanto del gobierno del barco, evitar troncos, y hacer que marchara aquella caja de hojalata por las buenas o por las malas. Esas cosas poseen la suficiente verdad superficial como para salvar a un hombre sabio.” — "El corazón de las tinieblas", Joseph Conrad. -Psicopata
Posted on: Wed, 07 Aug 2013 23:11:52 +0000

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