OPERACIÓN BORBON La isla Borbón no era más que una gigantesca - TopicsExpress



          

OPERACIÓN BORBON La isla Borbón no era más que una gigantesca estancia de 8.000 hectáreas destinada a la cría de miles de ovejas. Originalmente, unos 25 kelpers vivían en la isla, la cual era una prolongación natural de la isla Gran Malvina. Después del desembarco argentino, y con el aumento de las tensiones entre ambos países, su importancia se revelaría como muy importante, la estructura geológica de la isla y sus suaves ondulaciones hacían de ella una posición ideal para establecer un aeródromo avanzado capaz de operar con aviones ligeros de combate y apoyo. El aeródromo consistía en tres pistas de turba, como toda la isla, totalmente libres de obstáculos y próximas a los edificios de la estancia. Las pistas estaban ubicadas en una meseta en un istmo que forma la Bahía Elefante al pie de un morro de 277 metros. Formaban una H siendo la utilizable la central, de aproximadamente 600 metros; las otras dos tenían alrededor de 400 metros y no eran apropiadas para la operación. Se conversó con el administrador (SR.ADAMS) y se recorrieron las instalaciones, requisando armas y equipos de comunicaciones con el correspondiente recibo. El personal de la estancia sumaba 25 personas entre hombres y mujeres a quienes se les explicó la situación y se les aclaró que se interferiría lo menos posible en sus tareas. Se utilizaron como alojamientos la escuela, una casa y el galpón de esquila. Los habitantes permanecieron en sus respectivas casas y podían cumplir sus actividades normales mientras fuera de día, debiendo permanecer en sus casas durante la noche. El casco de la estancia tenía ligeramente alejado un edificio que constituía la escuela, que fue elegido como COC. Se informó la elección al Comando de la Aviación Naval Argentina y se le requirió personal de la Infantería de Marina, para la defensa terrestre, coordinación que fue realizada, designando el Comandante de la Infantería de Marina a una compañía del BIM 3. Entre el 24 y el 30 de abril se trasladaron los 4 T-34C y mediante helicópteros y SKY-VAN, el resto del personal de mantenimiento e IM con el material correspondiente, combustible en tambores y un equipo de comunicaciones con el que se comunicaron hasta último momento con RIO GRANDE y PUERTO ARGENTINO. El personal de Infantería de Marina determinó el plan de defensa dándole absoluta prioridad a la pista y a los aviones, mientras que la defensa de los alojamientos quedaba a cargo del personal aeronáutico. De esta manera, el Comando de la Aviación Naval Argentina, creaba la Estación Naval Calderón en la isla Borbón, donde había desplegado cuatro entrenadores avanzados MB-339A, de la 1ª Escuadrilla de Ataque, y cuatro entrenadores básicos T-34C, de la 4ª Escuadrilla de Ataque. Aunque asignados a misiones de entrenamiento en tiempo de paz, ambos modelos fueron alistados para misiones de ataque ligero. La base se declaró operativa el 29 de abril y de inmediato los aviones fueron transferidos desde Puerto Argentino para realizar misiones de reconocimiento armado y ataque ligero a blancos de ocasión, aunque los MB-339 podrían realizar misiones de ataque ligero anti buque. Después del primer ataque aéreo británico contra la Base Aérea Malvinas, en Puerto Darwin, la Fuerza Aérea Argentina, decidió evacuarla hacia la isla Borbón, compartiendo las instalaciones con los medios del Comando de la Aviación Naval Argentina allí destacados. De esta manera, la posición se transformaba en una importante base de operaciones aérea, teniendo en cuenta que fueron desplegados allí una gran cantidad de medios. En la evacuación se sufre un ataque de los aviones Sea Harrier del HMS “Hermes”, el cual destruye uno de los Pucará, donde muere el teniente Jukic y siete suboficiales, además de catorce heridos. Sin embargo, los aviones de la Fuerza Aérea Argentina, lograron llegar a la Estación Aeronaval Calderón y lograron establecer nuevamente la Base Aérea Cóndor, compartiéndola con el Comando de la Aviación Naval Argentina. Allí se desplegaron seis Pucará, con las matrículas A-502, A-520, A-523, A-529, A-552 y A-556. En lo que respecta a la parte aeronáutica, el personal se dedicó a la puesta en servicio del 1-A-401 que tenía fallas y al mantenimiento de los demás aviones. Este personal había sido trasladado por un Skyvan de la Prefectura, el cual junto a su tripulación permaneció en la isla. Los aviadores, por otro lado, efectuaban diversas planificaciones, entre ellas: posibles navegaciones rasantes de reconocimiento, posibles formas de ataque para apoyo aéreo cercano, formas de atacar helicópteros y distintos perfiles de navegación. Este pequeño grupo de aviadores navales e infantes de marina, con aviones de adiestramiento primario y armamento terrestre básico cumplieron su misión, y mantuvo el pabellón argentino al tope en esa isla hasta el final. Los británicos sabían de la presencia de los Pucará desplegados en Malvinas, pese a ser aviones toscos y decididamente escasos de tecnología, sus prestaciones, armamento interno y capacidad de carga los transformaba en una seria amenaza para los desembarcos y la operación de los helicópteros británicos. Ante el consejo de sus asesores, el brigadier general Thompson solicitó la destrucción de estos medios con ataques aéreos y fuerzas de operaciones especiales. Después de que el día 8 de mayo una fragata británica bombardeara las instalaciones de Darwin, donde la Fuerza Aérea Argentina, mantenía abandonados dos Pucará que eran empleados como fuentes de repuestos, los británicos comenzaron a pensar en infiltrar una patrulla del SAS en la isla Borbón con el objeto de monitorear las actividades aéreas de la unidad y proceder a la destrucción de los aviones si esto era posible. Allí también se ubicaba un radar que podría perjudicar las operaciones británicas en la zona. De esta manera, en la noche del 11 de mayo, dos “sticks”, o equipos, de la sección anfibia del D Squadron, pertenecientes al 22º SAS Regiment, son alistados para ser infiltrados en helicópteros hacia las cercanías de las posiciones argentinas. El desembarco se produjo bajo la cobertura del bombardeo naval de una fragata británica contra Darwin, a fin de mantener oculta la infiltración de los comandos. En la madrugada del 12 de mayo, los dos equipos, de cuatro hombres cada uno, llegan a la isla Keppel e inician su movimiento con el objeto de establecer un puesto de observación. Allí permanecieron hasta el 13 de mayo, cuando a bordo de sus kayaks se desplegaron hacia isla Borbón durante la noche. Apenas llegaron, los comandos desarmaron sus kayaks, rápidamente los dos primeros hombres se adelantan y buscaron la mejor posición para establecer un puesto de observación, verificaron la presencia de personal argentino en las inmediaciones y controlaron los puntos de desembarco para las restantes embarcaciones. La operación se estaba retrasando, la lluvia y el mal tiempo reinante hacía muy difícil el movimiento de las patrullas, al igual que cualquier despliegue de fuerzas especiales en la zona. De inmediato, con todos los hombres ya en la isla Borbón, inician su movimiento hacia Firts Mount Hill, una pequeña elevación de 300 metros de altura ubicada al Noroeste de la EAN Calderón. De inmediato se establecieron e iniciaron la observación específica y lograron ubicar el radar emplazado por las fuerzas argentinas en la posición, poco después se percataron de las patrullas argentinas ubicadas en la zona para dar protección en tierra. La lluvia era constante y los aviones argentinos no podían operar desde el pequeño aeródromo debido a la situación de la pista, la cual estaba demasiado anegada para permitir su despegue, la situación era óptima para el ataque. Durante el día lograron hacer un croquis detallado de las posiciones defensivas argentinas, la cantidad y ubicación de las aeronaves. El atardecer del 14 de mayo se hizo esperar, sin embargo los comandos de inmediato radiaron la información hacia el portaaviones HMS “Hermes”: “Once aviones, al parecer reales. Ataque esta noche”. El corto mensaje fue rápidamente recibido y de inmediato se dio la alerta al resto del D Squadron del 22º SAS Regiment. Un personaje no integrante de esta unidad volvería a tomar acción en las operaciones, era el capitán Chris Brown, de la 148th Battery del 29º Commando Artillery Regiment, que había reglado el fuego de los buques británicos en la captura de Grytviken, en las islas Georgias. Los comandos contarían con el fuego de apoyo de los dos cañones de 114 mm del destructor HMS “Glamorgan”. Rápidamente, dos helicópteros Sea King HC.Mk.4 fueron alistados para transportar al personal implicado en la primera operación de ataque contra un aeródromo enemigo que el SAS realizaría desde la Segunda Guerra Mundial. Los pilotos de los helicópteros británicos utilizaban anteojos de visión nocturna para la navegación, lo que facilitaría moverse en la oscuridad, en tanto que las dos patrullas se desplegaron rápidamente para señalizar la zona de aterrizaje de los helicópteros. Depósitos de combustible y municiones, así como la posición de radar. Ahora solo restaba esperar. Durante la noche del 14 al 15 se produjo el desembarco en la isla de 45 hombres del Escuadrón D del S.A.S bajo las órdenes del Mayor Cedric DELVES, junto con el Capitán Christopher BROWN y su equipo de apoyo de fuego, de la Batería 148, Comando 29 de Fusileros, utilizando dos helicópteros Sea King del Escuadrón 846 y botes. A las 0400 hs. se recibió el primer ataque inglés. Todo comenzó con disparos de artillería desde un buque (HMS GLAMORGAN) que tiraba a las proximidades de la pista; luego se detectó la presencia de tropas en tierra avanzando hacia aquélla. La oscuridad reinante hacía imposible para el personal de Infantería de Marina poder determinar los movimientos del enemigo; en cambio éstos tenían muy claro el movimiento de los nuestros, mediante el uso de anteojos de visión nocturna. Minutos más tarde las tropas se dividieron en dos equipos, el primero de ellos se encargaría del asalto, mientras que el segundo actuaría como elemento de cobertura y apoyo de fuego. El primero tomó posiciones, su misión consistía en destruir los aviones, el radar y, si había tiempo, los depósitos de combustible y municiones. Por su parte, el segundo realizaría una misión de diversión con el objeto de atraer la atención de los equipos de seguridad de la base, así como a los pilotos. Pero no todo había salido tan bien como parecía, los helicópteros se habían retrasado excesivamente, y una larga marcha nocturna esperaba a los hombres, los cuales ahora deberían atacar casi con las primeras luces del amanecer. Debían acelerar su avance, cada soldado estaba pesadamente cargado, pues además de su fusil M-16 de 5.56 mm y ametralladoras medianas, los hombres transportaban lanzacohetes, explosivos, morteros de 81 mm y municiones para éste. Tan pronto como se ubicaron en la zona, los hombres instalaron las posiciones para los morteros, logrando dejar allí a las granadas que transportaban, en tanto que se iniciaba el montaje de las armas. Paralelamente, las fuerzas de asalto iniciaban su camino, apresuradamente, hacia las posiciones iniciales para lanzar el ataque. El plan original establecía contactarse con la población local, sin embargo ya no había tiempo, si el ataque quería tener éxito solo restaba media hora. El capitán John Hamilton encabezaría al equipo de asalto. Se habían movido bajo la cobertura nocturna y lanzan el ataque bajo la confusión que estaban creando los proyectiles de morteros y el fuego de artillería naval. Rápidamente, los especialistas en demolición se ubicaron en las aeronaves, donde instalaron los explosivos plásticos y los detonadores de tiempo, éstos les darían muy poco tiempo para ponerse a cubierto. Los explosivos se ubicarían en la zona de los motores y tanques de combustibles de los aviones, con el objeto de producir la mayor destrucción y evitar que puedan ser empleados como fuentes de repuestos. Asimismo, el radar, el depósito de municiones y el de combustible también fueron destruidos con explosivos. Las explosiones se suceden una tras otra. La sorpresa había sido bastante grande. Los comandos del SAS iniciaron su repliegue a las 0745 horas, aproximadamente, inicialmente lo hicieron hasta la base de morteros, después se retiraron hacia la zona de extracción, donde los helicópteros ahora los aguardaban para llevarlos de vuelta al portaaviones. La misión realizada por el D Squadron del SAS había sido muy exitosa, sus hombres habían logrado sabotear los once aviones presentes en la isla, habían destruido: Un avión de transporte Shorts Skyvan de la Prefectura Naval Argentina. Dos Pucará de la FAA, los A-502 y A-520. Fuera de servicio a otros cuatro Pucará. Cuatro T-34C del Comando de la Aviación Naval Argentina, de los que dos habían resultado completamente destruidos. Esto significó el fin de las operaciones argentinas desde esa posición. Aunque no se destruyeron todos los aviones, el ataque hizo que la base dejara de operar y que los aviones Pucará allí estacionados debiesen ser abandonados debido a que las facilidades de la base hacían imposible su reparación. El objetivo de la operación se había cumplido rápidamente. Aviones destruidos: 6 PUCARA A-502 A-520 A-523 A-529 A-552 A-556 4 T-34C-1 1-A-401 1-A-408 1-A-411 1-A-412 1 SKYVAN. PA-50 Destrucción total. El día 19 de Mayo aviones Harrier bombardearon la pista; los aviones recibieron más impactos de esquirlas y quedó inutilizado el sector izquierdo de la pista. El día 20 de Mayo se hicieron detonar algunas bombas que no explotaron cuando fueron arrojados por los Harrier y se acondicionó la pista. Ese día a las 0215 horas se produjo un incendio en un alojamiento. La casa quedó totalmente destruida. El día 23 de Mayo se intentó el rescate de un piloto derribado, pero solamente se encontró el avión totalmente destrozado y sin indicios de sobreviviente. Los aviones Harrier volvieron a bombardear la pista. La Fuerza Aérea Sur, estaba planificando un ataque, y solicito a la Base Aeronaval Calderón, que se mantuviera actualizada la situación y que se diera apoyo de comunicaciones al grupo de ataque. En la Base Aeronaval Calderón, se destacó personal de Infantería de Marina, con una patrulla a un punto de observación en una elevación, para transmitir por UHF a la Central de Operaciones de la Estación Aeronaval la posición y movimientos de los buques. Esta posición era obtenida por marcación tomada con brújula y apreciación de distancia. Otro integrante se ubicó en proximidad de la pista y trasmitía a la Central por VHF la posición de patrullas de Harriers que sobrevolaban la zona. Toda esta información era recibida por la Central y retransmitida por a GT 80.1 por HF, quien, a su vez, la pasaba a La Fuerza Aérea Sur. La Fuerza Aérea Sur informó a GT 80.1 que efectuaría un ataque con A4 y un LEAR JET como retransmisor, quien se ligaría con GT 80.1 en RIO GRANDE para recibir información. La posición de los buques, que resultaron ser el Destructor HMS COVENTRY y la Fragata HMS BROADSWORD, era prácticamente constante, entre el 330º y 350º vistos desde la posición del observador de la Infantería de Marina. También era constante la presencia de cuatro Harriers en la zona. La Fuerza Aérea Sur informó a GT 80.1 que a 1335 despegó un Lear Jet y a 1400 y 1405, dos secciones de A-4-B . Durante el vuelo, GT 80.1 mantuvo actualizada la situación de los buques y de las PACs al Lear Jet. A 1520 iniciaron el ataque, que fue presenciado por el observador de la Infantería de Marina. Los A4B lanzaron sus bombas sin poder ser interceptados por los buques ni los Harriers debido a interferencias mutuas inglesas y a un desenganche del sistema misilístico SEA WOLF de la BROADSWORD. Mientras regresaba a RIO GALLEGOS, el Lear Jet solicitó a GT 80.1 los resultados del ataque. A 1530 la Base Aeronaval Calderón, informó a GT 80.1 que no apreciaba daños en los buques, y que los aviones regresaban sin novedad. A 1535 la Base Aeronaval Calderón, informó a GT 80.1 que se veían salir helicópteros desde SAN CARLOS hacia los buques, llegando a contar 10. Además informó que se veían balsas amarillas. Todo esto fue retransmitido al Lear Jet. La COVENTRY recibió tres bombas de 500 kg que provocaron su hundimiento en aproximadamente media hora, y la BROADSWORD, una de 500 kg. Que la atravesó después de un rebote, entrando de abajo hacia arriba, rompiendo el helicóptero Sea Lynx y cayendo al agua sin explotar. Durante el rescate, se incrementó la PAC, llegando a seis aviones. A 1705 una sección de Harriers sobrevoló a 200 mts. el puesto de observación del Infante de Marina, que pasaba la información. El personal de la Base Aeronaval Calderón informó con precisión los movimientos del enemigo, colaborando eficientemente en el hundimiento de la COVENTRY y averías en la BROADSWORD. Los días 26/27 de mayo se adaptó el armamento de los T-34 para la defensa terrestre de las pistas. Día 28 de mayo la Base Aeronaval Calderón, recibió la orden de preparar y balizar 300 mts. de la pista para permitir el aterrizaje durante el crepúsculo de un avión Twin Otter de la F.A.A., que evacuaría a los heridos. Este vuelo fue apoyado por un F-27 de la F.A.A., pero no se pudo cumplir por fallas en las comunicaciones. El día 29 de mayo a 1000 horas y 1430 horas aviones HARRIER bombardearon la pista, parte de la misma quedó fuera de servicio. A 1730 horas aterrizó un avión Twin Otter (T-82) de F.A.A., para evacuar a los pilotos rescatados y parte del personal de la y los restos mortales del 1er Teniente VOLPONI. EL día 30 de mayo se acondicionó la Base Aeronaval Calderón, para recibir helicópteros y aprovisionarlos de combustible. El día 1 de junio es evacuado el resto del personal, mediante dos Sea King (2-H-233 y 2-H-234) de la SEGUNDA ESCUADRILLA AERONAVAL DE HELICOPTEROS. A estos efectos, se seleccionó la unidad que llevaría a cabo tan riesgosa misión: La 2da. Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros (EA2H). Esta unidad se encontraba en las proximidades de Viedma, en tareas de cobertura antisubmarina, cuando fue convocada. La escuadrilla estaba dotada con aparatos Sikorsky S-61-D4 Sea King. Estos aparatos distaban mucho de ser los ideales para la misión. Su único punto a favor era su radio de acción, mientras que no poseía ningún equipo de contramedidas electrónicas, su equipo de navegación era poco confiable (existían antecedentes de fallas en la Escuadrilla), su armamento era nulo (su función primaria es la lucha antisubmarina) y su velocidad de escape muy reducida (135 Nudos). Pese a todo esto, eran los únicos aparatos disponibles para la tarea. A fines de aumentar su autonomía, se les removió todo el equipo antisubmarino, y se les instaló tanques suplementarios flexibles internos, que operarían los mecánicos merced a una bomba manual. Otros requerimientos fueron el sistema de navegación VLF-Omega y Gafas de Visión Nocturna para los pilotos. Con respecto al VLF Omega, sólo se pudo obtener uno de estos equipos. Y las gafas de visión nocturna no eran completamente compatibles con el instrumental de a bordo. El 31 de Mayo, el 2-H-234 y el 2-H-233 se reunieron en Río Grande. Allí se llegó a camuflar a uno sólo de los aparatos y se probaron, sin mucho éxito, las gafas de visión nocturna. El 1ero. de Junio despegaron a las 1400, calculando arribar a Borbón con el crepúsculo. Las primeras 120 millas del recorrido fueron guiados por un SA 330 Puma de la Prefectura Naval. A las 1725 arribaron a Borbón, envueltos en una mala meteorología que, empero, les brindaba cierta protección. Al aterrizar, comenzaron los problemas. Por problemas de enlace la base esperaba sólo un helicóptero, lo que generó una demora adicional para cargar el JP-1 en las sedientas máquinas. A su vez, el VLF-Omega comenzó a fallar. Pese a esto, a las 1835 despegaron. El líder de la formación debió ascender por fallas en sus gafas de visión nocturna, mientras que el numeral pudo continuar en rasante. Pero esas no eran las únicas dificultades. Ambas naves volaban excedidas en 300Kg. de su peso máximo. El combustible recibido estaba contaminado, lo que generaba alarma en las tripulaciones. A su vez, estaba el ubicuo peligro de la formación de hielo, ya que el Sea King carece de desheladores. Asi las cosas, los aparatos seguían acercándose lentamente a Rio Grande. Finalmente, a las 2155 aterrizaron en Río Grande. El aterrizaje puso fin a una de las misiones más arriesgadas de la guerra: Un vuelo de 7 horas y media, en helicópteros desarmados, bajo el paraguas antiaéreo de la flota británica.
Posted on: Sun, 01 Dec 2013 12:30:23 +0000

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