Observad cómo al punto que otorgó María su consentimiento para ser madre de Dios, se obraron muchos prodigios. El Espíritu Santo formó de la purísima sangre de María un cuerpecito; le organizó perfectamente; creó Dios el alma más perfecta que jamás creara. La Sabiduría eterna, o sea el Hijo de Dios, se unió en verdad de persona a este cuerpo y a esta alma. He ahí el gran milagro del cielo y de la tierra, el exceso prodigioso del amor de Dios: Verbum caro factum est : «El Verbo se hizo carne». La Sabiduría eterna se ha encarnado, Dios se ha hecho hombre sin dejar de ser Dios; este hombre-Dios se llama Jesucristo, es decir, Salvador.
Posted on: Thu, 17 Oct 2013 17:31:31 +0000
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