Octavio Crivaro Hoy morirá alguna mujer por un aborto mal hecho, o fajada por su marido, o caerá el cuerpo de un pibe agujereado por balas policiales o de bandas narco sobre el asfalto mojado de agua, juventud y sangre. Algún nene morirá desnutrido o abandonado porque la ambulancia no se anime entrar a su barrio, marginalizado por un sistema descompuesto e irracional, y encima inundado por aliviadoras pero inoportunas lluvias. Pero esas pérdidas pasarán, en realidad quedarán, en el registro del silencio y el anonimato. Ppr ser pobres, por ser humildes, por ser nadie. Pero la muerte de Ricardo Fort ocupa los portales de todos los diarios. No me alegra muerte de nadie. Pero admito que recibo esta noticia con la frialdad menos conmovedora posible. Se fue un zángano: vivía como Rey mientras sus abejas producían una riqueza enajenada. No de miel sino de chocolate. A su modo, Fort jugó un rol pedagógico masivo e indeseado: desnudó la esquizofrenia de una sociedad capitalista donde una enorme mayoría vive de rascar el monedero, mientras un puñado de ladrones sociales vive jactanciosamente de hacer nada, de disfrutar de elixires malhabidos. Hasta que llega la Parca con esa cruenta labor igualitaria. Me despierto y nada me hace reír. Pero tampoco lloro por pérdida alguna.
Posted on: Tue, 26 Nov 2013 11:01:14 +0000
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