Oración de niño INVOCATIO: Bendeciré al Señor en todo - TopicsExpress



          

Oración de niño INVOCATIO: Bendeciré al Señor en todo momento, su alabanza estará siempre en mi boca. LECTIO: Ecli 35,12-18. El Señor es juez y no hace distinción de personas. Sal 33,2-3.17-19.23. Bendeciré al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mis labios. 2Tm 4,6-8.16-18c. Pablo ha peleado hasta el fin el buen combate. Concluyó su carrera, conservó la fe. Lc 18,9-14. La parábola del fariseo y del publicano. Dos hombres suben al templo a orar. MEDITATIO: Se acerca el fin de los tiempos, la liturgia lo recuerda por la selección de las lecturas. Se acerca el juicio, el encuentro con el Juez imparcial que atiende a todos por igual, así sea el hombre más rico del mundo o el más pobre entre los pobres. Justísimo como el sol que sale para buenos y malos, listos y tontos. Preciso hasta la coma, en la sentencia de cada uno, así sea el santo San Francisco o el Hitler temido y temerario. En el siglo XXI, los pobres no tienen voz, los que sufren en la calle son abandonados, las lágrimas de los que tienen hambre se ahogan en la garganta, a los empleados en trabajos humildes, no les alcanza el salario. La voz del pobre es música para Dios. El sufrimiento del abandonado y del enfermo es su poesía. Las lágrimas del hambriento suben como un surtidor hasta el corazón de Dios. La queja de los maltratados no la pasará por alto. El Señor de Señores y Rey de reyes está pendiente de todas las injusticias cometidas a lo largo y ancho de la historia. Hay miles de millones de neuronas en el cerebro humano y el hombre lleva un registro de sus acciones. Unas las olvida, otras las justifica. Dios no necesita de neurona alguna; todo lo sucedido bueno o malo de todos los seres humanos de todos los tiempos y lugares le está presente como en un solo golpe de vista. Vendrá el juicio y todo cuadrará al milímetro como un rompecabezas. No habrá atropello ni abuso sin enmendar, no quedará deuda alguna sin saldar. San Pablo hace su propia elegía. En la carta a Timoteo, recuerda su hora, un final feliz. Ha librado el buen combate, ha concluido su carrera, ha conservado la fe. Le espera la corona de la justicia. Al lado de Pablo se pueden colocar millones de personas en la búsqueda del amor. No, no hace falta haber sido canonizado, ni ser popular como San Francisco o San Pablo, como Santa Teresa o Santa Rita. La historia de la humanidad tiene un libro de oro donde han firmado millones de personas entregadas al bien. El Evangelio de hoy también se sitúa en una perspectiva de juicio, de dar cuenta al Señor, por los bienes recibidos y narra la escena de dos que subieron al templo a orar. Uno está en la primera banca para que todos lo vean y reza en voz alta para que todos lo oigan. Parecería que la oración no le es necesaria, porque él no es como los demás, no; él cumple todas las leyes, Bla bla bla… En cambio el otro, ése que todos desprecian por su oficio, por su condición social, ni la mirada se atreve a levantar y se ha quedado en una esquina en la parte posterior del templo. Ese otro es un pecador y se reconoce pecador y pide perdón por su debilidad y es juez severo de sí mismo y ha puesto a Dios como su abogado. Sus heridas han quedado al descubierto.
Posted on: Tue, 05 Nov 2013 03:32:03 +0000

Recently Viewed Topics




© 2015