Ouutaal El gorgoteante succionar se hizo más audible, era - TopicsExpress



          

Ouutaal El gorgoteante succionar se hizo más audible, era absolutamente ominoso. Con los nervios de punta, di unos pasos hacia atrás, me invadía un pavor aberrante, el cual llegó a su máxima expresión, cuando divisé entre los retorcidos árboles del pesadillesco bosque, unos enormes tentáculos pulposos, chorreantes de una viscosa sustancia verde fosforescente, que chisporroteaba en un crepitar blasfemo y repugnante. Temí que la tierra en donde me ubicaba, se hundiera bajo mis pies temblorosos, pues aquello vibraba, o mejor aún, palpitaba, como si debajo morase una bestia iracunda a punto de reventar; me encomendé al Benefactor a pesar de ser un declarado escéptico, por no decir un convencido ateo. Cuando ya me veía inexorablemente sumido en la mayor de las desgracias, tal vez engullido o aplastado a saber por qué ente o conjunto de seres de insospechada malignidad; los aberrantes tentáculos y las frenéticas sacudidas, cesaron de repente en su alevosa presencia. Volví a casa totalmente turbado, alucinado por completo, perplejo por lo acontecido, por presenciar las horripilantes visiones totalmente realistas que había padecido en el bosque de hayas de la Comarca del Caballero decapitado. Por lo tanto, el viejo Albar no mintió a nadie con sus supuestos cuentos de borrachos, solamente faltaba que la leyenda del caballero también fuese real. A la mañana siguiente visité al anciano en su cochambrosa casa, llena como él de inmundicias y olores perniciosos. Era un vejestorio de edad casi incalculable, de no menos de noventa años, andrajoso y repleto de peluzos enjutos y pringosos. Sus anteojos, con cristales como culos de botella, nunca fueron limpiados desde su remota adquisición. Los pies, nunca llevaba calzado, semejaban sospechosamente las pezuñas de un jabalí o de un macho cabrío, o una mezcla de ambos. No tenía más que un brazo (lo había perdido de un mosquetonazo en la guerra de secesión) largo y grueso como una barra de pan, llenito de enormes granos supurantes, y la manaza en que acababa era cual garra de harpía. Su pestífero aliento de infinita putridez, era tan rechazable como el fétido hedor de las mofetas enfermas. -¿Qué quiere usted? - su voz era muy rasposa, horriblemente desagradable, a tono con todo su desechable cuerpo - ¿Qué hace en mi propiedad? -puso los ojos vidriosos en actitud poco amistosa. -La pasada medianoche estuve en el bosque, concretamente en la zona delimitada de las piedras antiguas, y lo vi y lo sentí -solté sin rodeos absurdos. -¿Sí? - alegró un poco el serio semblante - ¿Y no le devoraron o aplastaron? -No, ya ve, de hecho estoy aquí, vivo de milagro, pues como si se tomara un descanso, lo que fuese cesó al momento, cuando mi corazón iba a rendirse. -Fue usted demasiado osado e irresponsable. -Únicamente quería verificar sus narraciones. -Je, je, je... -sonrió malévolamente, mostrando una buena dentadura sin embargo, pero por un pequeño instante creí ver en vez de una lengua humana, un gelatinoso tentáculo pulposo. -¿Qué o quién mora allí? ¿Qué era eso? - estaba asustado y un poco encogido. - Usted vio a mi verdadero padre, el dios Ooutaal, un primigenio, un poderoso ser venido de remostas estrellas, cuando el universo se estaba formando, el cual retorna cada diez años para zamparse las criaturas de la noche en el bosque del caballero sin cabeza, el cual intentó en vano matar a Ooutaal por haber preñado a mi madre; él era mi tío Joshua Altinton - continuó su relato en un evidente estado de euforia -. Un servidor se encarga de abrir la puerta que comunica la Tierra con las remotas estrellas cada vez que nos brinda su visita... ¡¡Qué grandioso espectáculo!! Absolutamente anonadado, alterado, medio incrédulo por el estupor, volvía a preguntar con vacilante voz: ¿Qué criaturas son? -Criaturas, seres... Ja, ja , ja... - en ese momento no sólo vi un tentáculo, si no un ramillete de ellos, pulposos y babeantes -. Bajo el bosque, bajo el círculo de piedras, hay un gran pozo, un abismo rebosante de entes de otros mundos y planos atemporales, un criadero, un banquete para Ooutaal, mi amado padre. -¡Bobadas! - grité para picarle, sonsacarle del todo, con gran valor -. Creo que su historia es una media verdad. ¡No me esconda nada! -¡Jamás he mentido, imbécil! - me temí una dura represalia -Umm... Me suelo aburrir mucho, ya son varios siglos, nada más me divierto criando a esos apreciados seres, dándoles su comidita. -¿En qué consiste su dieta? - de pensarlo me daban arcadas. -Pues... de batracios, chotacabras, escarabajos... pero lo que más les apetece, todo un manjar de reyes, son las almitas pequeñas de los no natos, de los abortos humanos que produzco con mi nauseabundo aliento cuando paso al lado de sus madres. A muchas las dejo en paz, claro, hacen falta fabricas para continuar el ciclo... ja, ja, ja... -rió cual loco de atar -. Pero hay más bosques visitados por otros primigenios, y más hijos bastardos como yo. ¡Mis queridos hermanos! -¡Maldito cabrón! ¡Mi esposa ha tenido seis abortos! ¡Puto bastardo! - ululé. Entonces sus asquerosos tentáculos pulposos me rodearon el cuello con la velocidad del camaleón para aniquilarme sin remisión... mas algo de bondad en aquella pérfida aberración del Averno se apiadó de mi y me perdonó la vida. No pudiendo soportar aquella pesadilla, vivir en aquella comarca fuera del reino del Altísimo, tuve que marcharme junto a mi señora e hija bien lejos de allí, en un fútil intento de olvidar lo inolvidable. Pasados los años, a media noche, aún padezco de pesadillas, imaginándome en aquel ominoso bosque, aunque siempre he tenido la cruel impresión de no imaginarlo, de estar allí al menos en espíritu, y no solamente en el bosque del Caballero decapitado, si no en otros muchos lugares. No hemos vuelto a tener hijos. Últimamente incluso noto la presencia de algo extraño y amigo a la vez cuando camino en solitario, como su hedionda respiración, la del viejo Albar, desde el más allá, o donde quiera que esté. By Phobia
Posted on: Fri, 25 Oct 2013 02:32:49 +0000

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