PARECE QUE LOS TUMBARON Miguel acababa de cobrar un cheque, con - TopicsExpress



          

PARECE QUE LOS TUMBARON Miguel acababa de cobrar un cheque, con el cual le habían pagado la leche del mes. Salió del banco y se fue para la farmacia a comprar unos remedios que le habìa encargado uno de sus trabajadores. En esas estaba, cuando se le acerca un tipo todo lloroso, solicitándole que le hiciera un préstamo, a lo que Miguel responde que él no lo conoce, que cómo le va a prestar plata. El hombrecito no se da por vencido y le dice que el tiene con que responder, por que el se ganó tres quintos de la lotería de Córdoba, se los muestra y la página del periódico donde aparecen los resultados. Miguel los compara, y efectivamente, todo concuerda. El hombre le explica que el no puede esperar los ocho días que la lotería da de plazo para cancelar el premio y que él tiene un pariente grave y necesita plata con urgencia para pagar la salida del hospital , que ya le dieron de alta, y le muestra una formula del hospital. Le dice que le vende las tres fracciones por $ 50.000, que es lo que gana una sola fracción. No se si a Miguel se le llenaron las agallas o fue por hacerle el favor al sujeto. Lo cierto fue que le aflojó el billete. El hombre no sabìa como agradecerle el favor y le dijo que el domingo se encontraban en el Remolino, donde le iba a regalar un pavo como de 15 libras que tenía en el monte y que estaban engordando para comérselo en navidad, pero que en muestras de su agradecimiento se lo iba a traer para que se lo comiera con su familia Miguel no se cambiaba por nadie, y fue donde Francisco Urzola y le fió una caja de ron, para festejar con su familia su buena suerte. Solo tenía que esperar una semana y a cobrar el premio. El domingo bien temprano se vino para el pueblo, y pasó toda la mañana en el Remolino, esperando al del pavo que nunca apareció. El martes a las ocho de la mañana, cogiò un carro expreso y arrancó para Montería a cambiar los billetes de lotería. Iba tan contento y haciendo planes de lo que iba a hacer con la plata. Le tocó hacer una cola de más de dos hora para llegar a la ventanilla de pago. Cuando muestra los billetes, a la encargada de la ventanilla, esta le pregunta que si què se le ofrece y el le contesta que viene a cobrar el premio mayor, a continuación le entrega los billetes. La empleada manda a buscar al gerente, quien lo hace pasar a su oficina. El gerente observa con mucho cuidado el billete, toca un timbre y aparecen dos policías, quienes comienzan a preguntarle que dónde habìa comprado ese billete, que ese no era el número del premio mayor, ni siquiera de alguno de los secos. Miguel muestra el recorte del periódico donde aparecen los resultados del sorteo. El gerente se rasca la calva y con mucha paciencia le dice…maestro se me hace que a usted lo han tumbado y se salva de vainas de ir a parar a la cárcel, por que todo eso es chimbiao. Miguel le rogó al gerente que le devolviera los billeticos. Que él se iba a encargar de buscar al tipo que se los vendió. Muchos años después de esta historia, un dia llegamos a la finca de Miguel y me llamó la atención ver tres fracciones de la lotería de Córdoba, enmarcadas en un precioso cuadro de vidrio y aluminio. Por curiosidad le pregunto… ¿Que significa esto?, y el me responde: es mi diploma de marica. Y a continuación me contó toda la historia. Lo mismo le ocurrió a Roque, que tenía una chaza bien surtida en la entrada principal del parque central. Compró la lotería de Córdoba y se puso a escuchar la transmisión del sorteo a través de radio Panzenù de Montería. Finalizado el sorteo, Roque sacó de su cartera los tres pedacitos de lotería y al comparar el número, comenzó a gritar… me gané la lotería…me gané la lotería. El hombre se volvió loco y comenzó a tirar dulces y paquetes de cigarrillos a la “tiña”. Era tanta su felicidad que a todo el mundo le pasaba los billeticos para que los vieran. Pasada la euforia del momento y con la chaza casi vacía, volvió a mirar, los billeticos y se llevó la sorpresa…se los habían cambiado. El hombre quedó sin plante, y como trabajaba con plata prestada, esa noche recogió sus corotos y se marchó del pueblo. La última vez que lo vieron andaba por San Marcos, vendiendo lotería. A la señora Juana, el hijo le regaló un quintico de lotería. Al día siguiente, le preguntó al “Sapito” que si habìa librado algo. Este miró el quintico y le dijo que habìa librado las dos primeras y las dos últimas y le cambió el libre. Se fue para el campin a celebrar que se habìa ganado la lotería. En esos momentos llega el hijo de la señora, que también se habia ganado dos quinticos y la mamá le dijo que el “Sapito” se los habia cambiado por otros dos quinticos del libre. Se buscó dos policías y se presentaron al campin, donde lo obligaron a devolver el billete. El “Sapito” dijo que el en ningún momento se lo habia robado, que el solamente le cambió el libre de las dos primeras y las dos últimas cifras. Que esto era legal. Lo bueno fue que lo tuvieron que soltar, pero quedó ensartado en el billar con la cuenta que habìa pedido.
Posted on: Sat, 17 Aug 2013 01:33:41 +0000

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