PESOS DISCRIMINATORIOS Y CON ESTEROIDES. Por Gilberto Dihigo.- - TopicsExpress



          

PESOS DISCRIMINATORIOS Y CON ESTEROIDES. Por Gilberto Dihigo.- Dentro del torbellino de sus delirios, con las voces que le susurraban dentro de su cabeza y la feroz determinación por cambiar a sus ideas todo el país, el líder de todos los lideres cubanos no podía dejar pasar por alto cambiar la moneda cubana y así el 5 de agosto de 1961 logró su paso de canjear los antiguos billetes burgueses por una moneda revolucionaria ciento por ciento, dentro de las nuevas creaciones para llevar a la realidad el gobierno de sus viejas lecturas ultranacionalistas. Mediante la ley 963 promulgada por el estado revolucionario se estableció el canje obligatorio: “Es inaplazable eliminar la inseguridad y el riesgo resultantes del hecho de que los billetes cubanos actualmente en circulación vengan imprimiéndose en empresas extranjeras que están fuera del control efectivo del Gobierno Revolucionario”. No hace falta decir de qué empresas extranjeras se habla, pero no es ocioso recordar que ya en esa época Estados Unidos era el odioso imperialismo yanqui. Continua la ley:..” es necesario retirar de la circulación y anular totalmente los billetes actualmente en circulación, mediante el canje obligatorio por billetes de nueva emisión, impresos con las debidas garantías, exceptuando de ese canje aquellos billetes que han sido extraídos del territorio nacional...” Así fue la justificación para el trueque. Los billetes cubanos comenzaron a imprimirse en un país que hoy ya no existe, la República Socialista de Checoeslovaquia, y los nuevos papeles de pago debían tener la mitología “sierramaestril” en sus relieves, para recordarles a los cubanos que los nuevos dioses revolucionarios no llegaban del Olimpo, sino de la Sierra Maestra. Dicho de una manera musical, los nuevos detentores del poder “son de la loma y cantaban como les daba la gana en el llano” De esa manera fue el cambiazo y el único que quedó en su posición de antaño fue José Martí, quien no abandonó al valor de un peso. Sin embargo Máximo Gómez, quien lucía impecable, desde los cinco pesos, de un tirón pasó a los 10 para desalojar al padre de la patria, Carlos Manuel de Céspedes, quien de repente se fue en blanco. El Titán de Bronce, Antonio Maceo, anclado en los viejos billetes como el de 20, fue degradado a los cinco, porque un nuevo héroe tenía que valer 20 pesos y nada mejor que Camilo Cienfuegos. Inamovible permaneció Calixto García en los 50 pesos, mientras que el insigne patriota Francisco Vicente Aguilera, desapareció también al no imprimirse el billete de 100 pesos dentro de la nueva república que ya se encaminaba a socialista. Los proletarios no necesitaban un papel con tanta denominación. El misterio por la ausencia de los 100 pesos lo reveló el propio máximo jefe, siete años después, el 26 de julio de 1968 en Santa Clara, cuando dijo: “Ciertamente, cuando la Revolución suprimió los negocios privados dio un extraordinario paso de avance. Ya no hay nadie en nuestro país que se pueda ganar 100 pesos en un día”. Caso cerrado, como enfatiza una jurista de un show televisivo. El Che Guevara, quien fue el encargado de estas labores del canje – después engrosaría el panteón de las nuevas denominaciones al ocupar el de los tres pesos algo así como la santísima trinidad socialista del dinero- le encargó al diseñador Hernando López Martínez que pintara imágenes alegóricas a los nuevos dioses revolucionarios y le solicitó al artista un dibujo del gran líder erguido sobre un tanque (hasta para el argentino era demasiado ponerlo sobre un caballo blanco). En una entrevista posterior, López Martínez dijo sobre ese momento histórico: “Cuando le dije que yo no estaba muy seguro, pero creía que Fidel no había entrado así a la capital, me contestó que no importaba ese detalle ahora, que era algo realmente simbólico, pues el pueblo seguramente tenía esa imagen aguerrida y combativa de que entró en un tanque.” Una vez más la manipulación de los hechos para contar una leyenda, influir en la conciencia de las personas, sodomizarlos y elevar más el pedestal para el líder. De un golpe y porrazo llegó el nuevo dinero revolucionario con esos cambios en sus imágenes. Las tribulaciones del peso cubano para imponerse como sistema legal de pago oficial fueron muchas antes del consabido canje de los “sierramaestreros”. Un siglo antes el gobierno interventor estadounidense dispuso, mediante el decreto 123, un primero de enero de 1899, que todos los pagos fueran en la moneda de los Estados Unidos, sin embargo en ese momento permitieron la existencia de las monedas españolas (centenes) y francesa (luises). Tiempo después, un 29 de octubre de 1914, el presidente en funciones, Mario García Menocal firmó la ley que tomaba como base el oro y por unidad el peso. Dejemos el pasado y volvamos al presente después de 1959. Ya instalado el peso revolucionario bajo el ritmo de la marcha del 26 de julio, con aquello de “marchando vamos hacia un ideal,” su camino fue más o menos complicado hacia el ideal castrista, pero durante un largo tiempo su presencia infundió respeto cuando los trabajadores lo sacaban de la cartera para comprar o pagar sus compromisos económicos dentro de la “paz y prosperidad” que pronosticaba la susodicha marcha del movimiento revolucionario. Luego, como dijo el poeta: “pasó el tiempo y pasó un águila por el mar” la cual anidó en la isla con el mismo color verde de 1899 para convertirse en una moneda clandestina, pero imprescindible para obtener los bienes necesarios en la supervivencia diaria del cubano a pie que ya sentía sobre su vida los vientos huracanados del calamitoso periodo especial. Fue entonces dentro de ese oscuro periodo de la historia cubana que surgió el remedo de los vales o fichas que el padre del líder, don Ángel Castro entregó a los trabajadores de la finca familiar para que compraran en su propia tienda. Por cierto este sistema abusivo de vales y fichas, que emplearon por un largo periodo los dueños de centrales azucareros y otros terratenientes de la época, fue eliminado bajo la ley Arteaga el 23 de julio de 1909, no obstante sobrevivió durante un tiempo en los campos cubanos. Sin embargo dentro del reinado de Castro I los vales y fichas cambiaron de nombre bautizados con el aristocrático nombre de Peso Cubano Convertible,(CUC), llamados popularmente chavito. De esa manera el gobierno vendía artículos que compraba en el mercado bajo un costo menor, lo revendía más caro a sus ciudadanos bajo el precio de los “convertibles”, cambiados antes por los valiosos dólares y la ganancia era más alta. ¡! Brillante formula, desde la tumba el propio Carlos Marx debió aplaudir entusiasmado con esta nueva tesis del valor del dinero dentro del socialismo cubano, aunque vale decir que esa transacción es considerada una suerte de comercio usurero por los detractores del humano sistema. En cualquier película o novela ese resultado debió ser el cierre, pero con los chicos “sierramaestreros” nunca hay final esperado. De ellos hay que aguardar siempre aquello que decía el famoso narrador del beisbol profesional Buck Canel, “no se vayan que esto se pone bueno” y el 8 de noviembre del 2004 el banco central cubano liquidó de manera oficial la circulación del dólar en Cuba. Todo tenía que ser con los chavitos. De esta manera el banco central terminó la circulación del dólar dentro de la isla y estableció un gravamen del 10 por ciento en el cambio de esa moneda con respecto al peso convertible cubano o sea por cada 100,00 dólares cambiados se recibiría 90,00 CUC. Entonces a partir de ese momento los cubanos tienen dos monedas, aquel peso revolucionario, al parecer fuerte e indestructible surgido en 1961 y ya hoy desvencijado como sus creadores, y el rojizo chavito fortalecido con los esteroides de un ficticio valor que solo compite dentro de Cuba, pero el único capacitado para comprar en las tiendas donde se vende la “despreciada” mercancía capitalista. Ahora, para adquirir un solo dopado chavito hay que entregar 25 pesos de musiquita de “marchando vamos a un ideal”. Recordemos que el salario mínimo en Cuba es alrededor de 225 pesos sin doping. Veamos algunos precios. Un celular vale cinco CUC al mes, es decir 125 pesos. Si viajan a Varadero el costo de una habitación barata es de 40 CUC al día por persona que son ¡!mil pesos!.. Una caja de jugo vale 2 CUC con 60 centavos que significan 65 pesos cubanos. En todas las ecuaciones se demuestra que no alcanzan los viejos pesos para adquirir al arrogante chavito, que si tiene por cierto billete de cien. El escritor Francisco de Quevedo escribió hace siglos un poema sobre el dinero que desdice en la actualidad el anoréxico peso cubano: Es tanta su majestad, Aunque son sus duelos hartos, Que aun con estar hecho cuartos No pierde su calidad. Pero pues da autoridad Al gañán y al jornalero, Poderoso caballero Es don Dinero. El dinero de los trabajadores cubanos no tiene valor ante las mercancías imperialistas que venden en la isla las cuales solo se someten ante un billete sin una personalidad internacional, oportunista y discriminatoria, el cual divide más a los ciudadanos dentro de la isla. Ya muchos no recuerdan la marcha del 26, pero ante tantas calamidades sufridas en este medio siglo de dominio absoluto del dictador del proletariado deberían gritar con fuerza: ….”El pueblo de Cuba...sumido en su dolor se siente herido y se ha decidido...hallar sin tregua una solución que sirva de ejemplo a ésos que no tienen compasión..” Es muy probable que cuando se encuentre una solución y el país retome un sistema político donde no sea necesario morirse por el socialismo, ni pertenecer a un partido u otras organizaciones para ser considerado un ciudadano “integrado,” salga por la misma tronera del olvido el inadecuado peso convertible y termine de una vez por todas las tribulaciones del peso cubano, que volverá al redil internacional como en antaño, antes que todos “marcháramos hacia un ideal” dihigo.blogspot/
Posted on: Thu, 06 Jun 2013 13:20:43 +0000

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