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PREPARACIONES DEL MERCURIO SOFICO EXPERIMENTOS PARA LA PREPARACIÓN DEL MERCURIO SOFICO, POR LA LUNA Y EL REGULUS ANTIMONICO ESTRELLADO DE MARTE, PARA LA PIEDRA DE LOS FILOSOFOS. Escrito por Eirenaeus Philalethes, Inglés, y Cosmopolita. EL MERCURIO SOFICO 1. El Secreto del Arsénico Filosófico. Tomé una parte del Dragón Ardiente, y dos partes del Cuerpo Magnético; los preparé juntos en un fuego fuerte, y en la primera fusión se produjeron aproximadamente unas ocho onzas de arsénico puro. 2. El Secreto de la Preparación del Mercurio con su Arsénico para la separación de sus Residuos. Tomé una parte del mejor arsénico y dos partes de Diana Virgen, realicé un matrimonio y los uní en un solo cuerpo; lo molí bien fino y con ello preparé mi Mercurio, trabajándolos juntos al fuego hasta que se incorporaron el uno al otro de forma exquisita. Entonces lo purgué con la sal de orina, que separó los residuos, los cuales aparté. 3. La Purificación del Mercurio Sófico. El Mercurio, así elaborado, todavía está contaminado por una suciedad externa, por lo que hay que destilarlo tres o cuatro veces en el alambique adecuado con su cucúrbita de hierro; luego lavarlo con la sal de orina hasta que quede limpio y brillante y no deje ningún rastro tras él al moverlo. 4. Otra muy excelente Purgación Tomad diez onzas de sal decrépita, diez de Escorias de Marte, y una onza y media de Mercurio elaborado; moled muy finamente la sal y las Escorias conjuntamente en un mortero de mármol; añadidlo entonces al Mercurio y moledlo con vinagre el tiempo necesario para que el Mercurio desaparezca. Ponedlo en un recipiente de cristal y destiladlo por arena en un alambique de cristal hasta que todo el Mercurio haya ascendido puro, limpio y espléndidamente brillante. Repetid esto tres veces y obtendréis un Mercurio excelentemente bien elaborado para el Magisterio. 5. El Secreto de la justa Preparación del Mercurio Sófico. Cada preparado individual de Mercurio con su arsénico es un Aguila; siendo purificadas las Plumas del Aguila de su negrura cuérvica, le hacen volar el séptimo vuelo y está preparado incluso para el décimo. 6. El Secreto del Mercurio Sófico. Tomé la cantidad adecuada de , lo mezclé con su verdadero arsénico –a saber, aproximadamente cuatro onzas de Mercurio– y elaboré una sutil mezcla densa. Después la purgué debidamente, la destilé, y obtuve un cuerpo puro de Luna, por lo que supe que lo había elaborado correctamente. Después le añadí su peso de arsénico, y aumenté su primer peso de Mercurio, lo suficiente para que el Mercurio pudiera prevalecer a un pequeño flujo, y entonces lo purgué lavando su negrura hasta casi una blancura lunar. Luego tomé media onza de arsénico y realicé un correcto matrimonio; la añadí a su prometido Mercurio y se produjo una temperatura un poco inferior a la de la tierra de alfarero. Lo purgué de nuevo de la manera debida; la purgación fue laboriosa y larga. La realicé con la sal de orina que creí que mejor funcionaba para este trabajo. 7. Otra Purgación, todavía mejor. Encontré una purga mejor, con vinagre y sal marina pura. Con esta purga se puede obtener un Aguila en el lapso de tiempo de medio día: hice volar la primera Aguila y Diana partió con una ligera tintura de cobre. Empecé la segunda Aguila eliminando las superfluosidades, y luego la hice volar; nuevamente partieron las Palomas de Diana con la tintura de cobre. Me uní con la tercera Aguila y purgué las superfluosidades, eliminándolas, hasta incluso la blancura; entonces la hice volar, y dejó tras ella una gran parte de cobre con las Palomas de Diana. Luego la hice volar dos veces por sí misma, para la extracción completa de todo el cuerpo. Después me reuní con la cuarta Aguila, añadiendo gradualmente más y más de su propio humor, y se produjo una consistencia sumamente templada en la que no había Hidropes (o humedades superfluas) tal como sucedía en las primeras Aguilas. 8. He encontrado la mejor forma de Preparar el Mercurio Sófico, a saber, de la manera siguiente: Pongo la masa amalgamada, esposada o unida muy íntimamente por el debido matrimonio, en un crisol dentro de un horno de arena, durante media hora, sin que se sublime. Luego la saco y la trituro fuertemente; la coloco nuevamente en un crisol dentro del horno y después de un cuarto de hora, aproximadamente, la muelo de nuevo y caliento el mortero. Por este procedimiento la amalgama comienza a volverse nítida y arroja una gran cantidad de polvo. Luego la pongo nuevamente en un crisol al fuego como antes durante un tiempo conveniente para que no se sublime: siempre que se evite la sublimación, cuanto más grande sea el fuego, mejor. Así pues continúo poniéndola al fuego y triturándola hasta que casi todo el polvo desaparece completamente. Luego la lavo, con lo que se separan fácilmente los residuos y la amalgama se vuelve completamente homogénea. Entonces la lavo con sal y nuevamente la caliento y la trituro. Repito este procedimiento hasta limpiarla de cualquier tipo de residuo. 9. Una Triple Prueba de la Virtud del Mercurio Preparado. Tomad vuestro Mercurio preparado con su arsénico de siete, ocho, nueve o diez Aguilas. Ponedlo en una ampolla que debéis enlodar con el Lutum Sapientiae. Colocadlo en un horno de arena y dejadlo allí sometido a un calor de sublimación para que pueda ascender y descender en el vaso hasta que coagule un poco más espeso que la mantequilla. Continuad hasta una perfecta coagulación, hasta que sea tan blanco como la plata. 10. Otra Prueba. Si, al sacudirlo en un recipiente de cristal con la sal de orina, se convierte por iniciativa propia en un polvo blanco impalpable, de tal manera que no parece Mercurio, y también por su propia iniciativa, se coagula nuevamente en sutil Mercurio en un lugar caliente y seco, ya es suficiente. Sin embargo, todavía es mejor si al agitarlo en agua mineral, se convierte en pequeñas cabezuelas o partículas; puesto que si el grano estuviese en el cuerpo no podría convertirse y separarse así en partículas diminutas. 11. La Tercera Prueba. Destiladlo en un alambique de cristal, a partir de una cucúrbita de cristal. Si pasa a su través sin dejar ningún rastro tras él, es un buen agua mineral. 12. La Extracción de Azufre del Mercurio vivo por Separación. Tomad vuestro compuesto mezclado de lo corporal y lo espiritual, cuyo cuerpo se ha coagulado a partir de lo volátil por digestión, y separad el Mercurio de su Azufre mediante un alambique de cristal. Deberéis obtener una blanca Luna, una Aqua fortis fija y resistente, más pesada que la plata común. 13. El Sol Mágico salido de esta Luna. De este Azufre blanco, mediante el fuego, obtendréis un Azufre amarillo, por un procedimiento manual, cuyo Sol es el Plomo Rojo de los Filósofos. 14. Aurum Potabile, salido de este Azufre. Podéis convertir este Azufre amarillo en un aceite tan rojo como la sangre, diseminándolo ("circulándolo") con el Menstruum Filosófico–Mercurial–Volátil; y así obtendréis una admirable panacea, o medicina universal. 15. La Conjunción en Bruto del Menstruum con su Azufre, para la Formación de la Descendencia del Fuego. Tomad vuestro mejor Mercurio preparado, el más purgado y selecto, de siete, ocho, nueve o como mucho diez Aguilas; mezcladlo con el Latón elaborado, su Azufre Rojo, de la siguiente manera: dos partes del agua, o como máximo tres, con una del Azufre puro, sedimentado y purgado. Nota: Es mejor tomar dos partes por una. 16. El Trabajo de la Mezcla por Operación Manual. Debéis triturar muy bien vuestra mezcla sobre un mármol. Luego debéis lavarla con vinagre y Sal Amónica hasta que haya arrojado todo su residuo negro. Entonces debéis lavar toda su salinidad y acritud con agua mineral pura y luego secarla sobre un papel blanco limpio, volteándola con la punta de un cuchillo hasta lograr una exquisita sequedad. 17. La Colocación del Feto en el Huevo Filosófico. Ahora que vuestra mezcla está seca, ponedla en un óvalo del mejor y más transparente cristal, del tamaño de un huevo de gallina. En un recipiente como este no debéis colocar más de dos onzas de vuestra substancia. Selladlo herméticamente. 18. El Gobierno del Fuego. Entonces habréis de tener construido un horno, en el que podáis mantener un fuego perpetuo. En él, deberéis producir un calor de arena del primer grado, gracias al cual el relente de nuestro compuesto pueda elevarse y circular continuamente, día y noche, sin ninguna interrupción, etc. Y en un fuego así el cuerpo morirá, y el espíritu será renovado; y al final el alma será glorificada y unida con un nuevo cuerpo incorruptible e inmortal. De este modo se hace un nuevo Cielo.
Posted on: Sun, 18 Aug 2013 06:36:21 +0000

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