PRINCIPIO SEIS 6. Vivís en un martirio perpetuo: por querer - TopicsExpress



          

PRINCIPIO SEIS 6. Vivís en un martirio perpetuo: por querer resolver los problemas de tu pareja te olvidaste de vos. Pero no sólo la ayudás e intentás sacarla adelante a cualquier precio, sino que utilizás una manera de sacrificarte absolutamente irracional: te volvés opac@ a propósito, para que él o ella , por contraste, brille más. Compensás negativamente y ocultás tus virtudes para que los déficits de tu pareja se disimulen o no se noten tanto. Practicás una curiosa forma de SUICIDIO AFECTIVO. REFLEXIONÁ: EVITÁ EL SACRIFICIO IRRACIONAL: NO TE ANULES PARA QUE TU PAREJA SEA FELIZ. “Donde hay amor, no hay sacrificio”. JACINTO BENAVENTE “Todo exceso, lo mismo que toda renunciación, trae su castigo”. OSCAR WILDE Amor por contraste: parecer un poco más ignorante para que la pareja se sienta más inteligente; pasar desapercibid@ para que ella o él se destaque; fracasar para que los errores del otro se diluyan; afearse para que la persona amada se vea mejor. Un sacrificio de los peores y el más autodestructivo: ser menos para que la persona amada se sienta más. ¿Habrá mayor estupidez «amorosa»? Aunque parezca extraño, infinidad de parejas sufren de esta compensación negativa. Vos mism@ podrías estar, precisamente ahora, metid@ en este juego enfermizo de intentar equilibrar disparidades por lo bajo. A veces, el déficit y las incapacidades de la persona amada nos duelen tanto que queremos eliminar el sufrimiento a cualquier precio y «equilibrar» la cuestión sufriendo más que el otro. Hundirnos para que la pareja salga a flote, en vez de tirarle un salvavidas: «Relajate, mi amor: soy, o estoy, peor que vos». Mal de dos, consuelo de enamorados (como si las incapacidades o las inseguridades de la persona que amamos se eliminaran mágicamente con el sacrificio). AUTOCASTIGARSE O ANULARSE PARA LEVANTARLE LA MORAL AL OTRO ES MATAR EL AMOR EN NOMBRE DEL AMOR. ÉSA ES LA PARADOJA. A causa del despecho y el desamor, algunos se cortan las venas y otros comienzan a consumir drogas o adoptan una vida licenciosa y sin control. Para todos estos casos hay protocolos escritos y detallados que ponen en práctica médicos u otros profesionales cualificados. Pero la autoaniquilación psicológica por afecto pasa inadvertida, ya que no es tan dramática y quien la ejecuta lo hace en el más estricto anonimato (además, no siempre somos del todo conscientes de ello). Hay que alertar a todo BUENAS COMPAÑÍAS sobre su existencia, porque cualquiera puede caer en la trampa de la autodestrucción del «yo». «Sólo me sacrifico un poco». No es posible destruirse «un poco» y que ese hecho no afecte a la persona en su totalidad. Ser «un poco» ruin de todos modos te hace ruin; ser «un poco» asesino te convierte en asesino... No es posible frenar o inhibir el impulso de tus talentos naturales o de tus virtudes sin que lo notes y te impacte negativamente. Anularse y bloquear el desarrollo de las propias fortalezas, aunque sea por amor, generará una desorganización interior que tu cerebro evaluará como contraproducente y negativa. Una «pizca» de infección alterará todo tu cuerpo y «algo» de depresión hará que funciones a media máquina por la vida. El problema no es cuantitativo, sino cualitativo. No digo que no ayudes a tu pareja, lo que sostengo es que la anulación de tus propias capacidades por amor es insostenible para quienes defienden el bienestar del ser humano. Ayudar a la persona que amás, sin destruirte, es ayudar dos veces. Las buenas parejas se compensan por lo positivo. No hay que cortarse una pierna para igualar la renguera del otro, es más saludable buscar un soporte o una pierna ortopédica, si lo que interesa es que la relación avance. El camino del crecimiento afectivo es buscar lo positivo en el otro y lo positivo en uno para ensamblarse en esos puntos: estar atentos a lo negativo para modificarlo y estar atentos a lo positivo para consolidarlo. Sin quiebres ni mentiras, con el dolor que se requiera y el tiempo que sea necesario. Entonces el proceso de ajuste será dinámico, realista y honesto, y quizá hasta divertido. Cómo salirse del juego perverso de aparentar «ser menos» para que el otro se «sienta más» 1. EL AMOR SALUDABLE NO EXIGE AUTOCASTIGO Si creés que debés incapacitarte y pasarla mal para que tu pareja sea feliz, tenés un problema grave, malinterpretaste el amor. No me refiero a donar un riñón para salvarla de una enfermedad grave o ayudarla en la adversidad, sino a tratar de que el otro no se enfrente a su propio déficit psicológico para que lo supere. Es paradójico que sea precisamente tu sacrificio lo que le impida mejorar y salir adelante: por hacer el BIEN, hacés el MAL. Pensá: ¿cómo superar un problema, si lo escondés? ¿Cómo crecer si no nos hacemos cargo de nuestros propios problemas? El amor nada tiene que ver con cargar una cruz en la espalda. Muchas personas, influidas por filosofías que justifican y exaltan el sacrificio irracional como uno de los motores principales de las relaciones afectivas, consideran que el amor verdadero conlleva la pérdida de una gran parte de la identidad personal. La consigna es tenebrosa: «Si amás de verdad, dejarás de ser vos mism@». Pero no es así: en una buena relación, no se pierde nada vital. No tenés que despersonalizarte para amar y ser amado. Evidentemente, habrá pactos y ajustes por un lado y por el otro, pero ello no significa que debamos negociar nuestros valores y principios. Lo que te define como persona es intocable, no importa cuánto amor esté en juego y cuánto desamor anticipes. 2. TODAS LAS PAREJAS SON DESPAREJAS ¿No sería más lógico que tu pareja se sintiera orgullosa por ser quien sos, en vez de compararse y deprimirse por ser «menos»? Simplemente, sé vos, con tus capacidades y desaciertos, descaradamente, sin esconder ni disimular nada, aunque el otro se retuerza de rabia. Si sacar tu lado bueno le genera inseguridad a la persona que amás, es ella quien debe cambiar y no vos: ella debe alcanzarte a vos y no vos detener la marcha. Si notás algún atisbo de rivalidad por tus éxitos, escapá lo más lejos posible. El amor «envidioso» no es amor. Algunos defienden el mito de la «igualdad total» y creen que una pareja sólo funcionará si la coincidencia entre sus miembros es completa. Sin embargo, la realidad nos enseña que no hay clones afectivos. Las «desigualdades» entre los enamorados son inevitables y a veces interesantes y pedagógicas (uno puede aprender del otro y mantener vivo el fuego del asombro), pero si somos inseguros y temerosos, cada disparidad y cada contraste se convertirá en un martirio. 3. ES MEJOR UN SUFRIMIENTO ÚTIL QUE UNA CALMA FICTICIA No hay crecimiento sin dolor, sin molestias y sin alguna incomodidad. Crecer implica un desajuste de lo que existe actualmente, para reorganizarse en una nueva estructura. Si tu pareja desea superarse a sí misma de verdad, admirará tus capacidades en vez de rechazarlas y aprenderá de ellas, te pedirá que le des una mano y agradecerá tu ayuda. Es mejor que tu fortaleza la haga fuerte, a que su debilidad te debilite. Hay un sufrimiento inútil y muy dañino, que surge cuando intentás equilibrar negativamente la relación, y hay un sufrimiento útil y constructivo, que se asocia al cambio real y profundo de la persona que tiene problemas. Y si me dijeras qué preferís mentirle a verl@ sufrir, te respondería que es mucho más saludable una verdad incómoda que una mentira piadosa. 4. BUSCÁ AYUDA PROFESIONAL PARA AMBOS En las relaciones que se equilibran negativamente, el problema es de ambos: uno por defecto y el otro por exceso, pero es de los dos. ¿De verdad querés ayudar a tu pareja sin destruirte en el intento? En esto hay que ser valiente y salir a la cancha. La ayuda psicológica puede llegar a la conclusión de que ya es tarde y no hay nada que hacer o que todavía estás a tiempo de nivelar saludable y positivamente tu vida afectiva. Sea cual sea la conclusión, y esto es lo importante, en ambos casos estarás viendo las cosas como son y sin autoengaños, lo que es imprescindible para generar una transformación significativa. Una terapia adecuada te enseñará qué cosas debés cambiar vos y cuáles debe modificar tu pareja. Ir juntos en ascenso y no en descenso. 5. ¿REALMENTE QUERÉS SER MEDIOCRE? Creo firmemente que las personas tenemos una misión que cumplir y parte de ese «destino» se relaciona con nuestras fortalezas y capacidades. La posibilidad de optimizar las virtudes que poseemos es parte de nuestra autorrealización. Los griegos definían la virtud como una fuerza o disposición que permite desarrollar lo que somos de la mejor manera posible. Apropiarse y conciliarse con el propio ser en tanto ponemos a rodar lo mejor de cada uno: puro crecimiento. No obstante, si «por amor» decido bloquear mis capacidades y «vivir menos» le estoy quitando sentido y fuerza a mi existencia. Cada vez que te anulás, que inhabilitás tu «yo» y te privás de avanzar emocional y psicológicamente, das un paso atrás. Y si esta actitud se mantiene y generaliza, perderás en tu propia limitación y te acostumbrarás a ser mediocre, pudiendo no serlo. Si tenés la posibilidad de ser una persona brillante, emprendedora, inteligente, amable o eficiente, entre otras muchas virtudes posibles, tenés que serlo, ésa es tu misión. Así que cuando decidís acoplarte a la incapacidad de tu pareja, corrés dos riesgos: violentarte internamente y resignarte a tu nuevo papel. UN AMOR QUE TE OBLIGA A INVOLUCIONAR ES UN CASTIGO.
Posted on: Sat, 28 Sep 2013 13:29:00 +0000

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