Para Kurt Vonnegut el bombardeo de Dresde era algo absolutamente incomprensible. Estuvo ahí, lo presenció y lo sobrevivió pero no era capaz de explicarlo. Por años planeó e intentó escribir un libro sobre la experiencia pero no lo conseguía. Con ironía admitió que lo escribió no lo satisfizo. No fue producto de una deficiencia suya como escritor, el asunto es que la magnitud del horror y el sufrimiento superan el significado de las palabras. La violencia y la tragedia absolutas son fenómenos que trascienden el lenguaje. Pueden ser relatados en sus generalidades y ofrecer vagas referencias sobre los hechos, pero "eso", aquello que íntimamente el testigo quisiera contar, es incomunicable. Vonnegut, como nosotros, es incapaz de comprender el mundo. Específicamente la violencia, la crueldad y la desolación de la guerra, y el absurdo como tema recurrente en la condición humana: mucho de lo que hacemos no tiene ningún sentido. Nos preguntamos por qué, preguntamos por el valor y el propósito del mal, de tanta sangre y sufrimiento. ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Pero sobre todo, ¿Por qué hay algo en vez de nada? Vonnegut se aferra a lo que tenemos y nos dice: Aquí están estos momentos, tal vez tengamos que vivirlos eternamente porque nada muere realmente, solo nos parece de ese modo. Todo este dolor es de algún modo una ilusión. Vive para que no te importe volver a repetirlo nuevamente y que los instantes de felicidad justifiquen una existencia abrumadora y misteriosa que a veces resulta absurda, injusta y arbitraria, pero que también es capaz de engendrar lo bello y lo sublime. Además, es nuestra, irremediablemente nuestra.
Posted on: Tue, 16 Jul 2013 19:48:20 +0000
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