Para la semana de la dulzura un cuento con bonobones, o sin, - TopicsExpress



          

Para la semana de la dulzura un cuento con bonobones, o sin, bueno, chocolatoso apenas. Es un poco boca sucia el personaje. Perdón, yo no tengo nada que ver, quiero educarlos y se niegan. Panchos deudores. La neblina lo invadía todo y yo continuaba detrás del camión. Refunfuñando jergas de automovilista desbordado e intolerante, iba detrás del camión. El armatoste no superaba los cuarenta kilómetros, por lo que intentaba sobrepasarlo en cada recta. Me resultaba infructuoso porque siempre venían autos por el carril contrario. Cuándo carajo terminarían la doble vía, me pregunté y, al fin, la recta se veía libre de autos que vinieran de frente. Lo estaba logrando. Iba pasando al lenteja tortugón e hice el rebaje para darle al auto reacción. Cuando quise volver a tercera la palanca estaba loca, mas no para internación en el neuropsiquiátrico. Loca de suelta estaba. Había quedado puesta en una velocidad con la que desconocía si iba a lograr terminar de rodear el camión para tirarme a la banquina. Ya se divisaban dos autos de frente. Fueron segundos fatales, quizá, los últimos de mi vida. De ellos, de mis seres más queridos me acordé y también de la petisa del almacén, a la que le debía cuatro paquetes de salchichas y un pan lactal de los largos. Tres jugos, creo que también. Que también le debía a esa chusma. Cómo me va a putear esa cuereadora compulsiva. Seguro opinará y dirá a todos mis conocidos que me tiré debajo del camión para no pagarle a ella, petisa bagayo, que se quedó caliente porque salí Miss Simpatía y ella nada. Y qué pretendía con esa cara de orto que se pisa desde que éramos chicas. No podía pretender nada. Para llegar a Reina de los estudiantes, primera o segunda Princesa o, al menos, Miss, se requiere, mínimamente no tener la cara de culo que portaba la petisa. Y así está, diez años después, así está con su cara de retaguardia celulítica, mostrando que es lo que es: una petisa amargada. Y ahora, siendo que me odiaba, le debía las salchichas y se las iba a cobrar a mis parientes. En mi velorio, seguro les va a cobrar, velorio cuya sala estará colmada de rosas anaranjadas. Todos saben que me gustan las rosas anaranjadas. Menos Braulio, mi novio, que capaz que me lleva unas de cualquier color. Y esta vez no lo voy a poder putear a ese boludo, desde mi mortaja, porque seguro me van a velar a cajón cerrado, luego de quedar medio desfiguradita. Luego de que no me pudieran arreglar con las técnicas de Susana ni las de Cristina. Las de acomodarlas para que parezcan divinas cuando todo el mundo sabe que de viejas están hechas mierda. Yo no, yo estoy escultural a los veintinueve años, pero voy a quedar medio desfiguradita. Eso es peor que muertita, habiendo sido alguna vez Miss. Y Braulio me va a llevar cualquier cosa al velorio, porque es así de pelotudo. Seguro que ni en mi velorio se va a avivar ese boludo que vive en una nube de pedo y no me termina de entender, ni de conocer, y eso que salimos desde la secundaria. Otra vez bonobones, Braulio, hace como diez años que te digo que no me gustan, boludo, que la única golosina que me va son los medallones de menta. Ni eso mínimo me entendés desde hace una década y después me querés encontrar el punto G. Si serás boludo, Braulio, llevate esos bonobones de acá o comételos vos. Después no te quejes de los granitos. No me entendés, te digo que estaba cruzando el camión, que me tiré de este lado para no matarme porque me iba a estampillar con una Fiorino, y que estaba recordando que le debo unos paquetes de salchichas a la petisa Suárez, y que mi novio es muy boludo y me llevaría rosas de cualquier color a mi velorio. “Yo te llevaría lo que quieras, mamita, lo que quieras y como lo quieras”, me dice el flaco de la grúa que está más bueno que el helado de moka y limón y mucho más bueno que Braulio. Y nos fuimos. Petisa: que las salchichas y el pan lactal te los pague Magoya.
Posted on: Mon, 01 Jul 2013 22:44:59 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015