Para los pocos que no conozcan a Justin Bieber, es un niño nacido - TopicsExpress



          

Para los pocos que no conozcan a Justin Bieber, es un niño nacido a mitades de los noventa, que por alguna razón hoy en día es conocido como un ícono de la música Pop. Si no lo conocen, no gasten su tiempo en hacerlo, ya que para la gran mayoría de las personas que no son chicas de catorce o quince años, se trata de la decadencia de la cultura musical personificada. Siendo Proyecto Sandía un blog de pensamiento crítico, es bastante difícil comenzar un artículo con esa introducción, y continuarlo intentando medir algo tan subjetivo como los gustos musicales. Los gustos en general, y particularmente los musicales son imposibles de medir por varias razones. Principalmente, porque no guardan una correlación muy importante con la complejidad de las canciones: hay obras realizadas con cientos de instrumentos y meses de ensayo que no gustan, y melodías tocadas con sólo un par de notas de una guitarra que enamoran al más crítico. Los gustos musicales son muy particulares de cada persona porque están muy arraigados a las experiencias vividas. Tienden a gustarnos artistas que escuchaban nuestros padres y otros seres queridos, así como también géneros que escuchamos en algún momento en el que estábamos alegres por otra razón, como un viaje o el colegio secundario. También podrían relacionarse con la estética visual de las bandas, con su nombre, o por estar relacionada con algún movimiento político o cultural. A partir de ahí, es probable que el gusto se vaya por las ramas, y conozcamos bandas o géneros con algunas cosas en común, y que no tengan relación con la causa original. Dicho esto, no tenemos ninguna herramienta absoluta para medir los gustos, por lo que la respuesta a la pregunta original sería un rotundo No. Pero es interesante también analizar qué es lo que nos lleva a hacernos ese tipo de pregunta: ¿Entonces por qué pensamos que la música de antes era mejor? La razón principal es el efecto llamado Cherry Picking, o cosecha de cerezas. Como ya explicamos anteriormente, en una plantación de cerezas, las hay de todo tipo, pero si cosechamos vamos a tomar sólo las que tienen un mejor aspecto. Si llevamos una canasta de cerezas a un amigo, éste podría creer que todas las cerezas de nuestro campo son así, pero lo cierto es que nosotros hemos realizado un importante filtro. Cuando escuchamos música vieja, de los 60, 70 y 80 por ejemplo, no estamos escuchando la radio de esa época, ni una muestra aleatoria de lo que se componía en esos momentos. Sino que escuchamos nuestras bandas favoritas, y tal vez hasta compilados de las mejores de la época. Esto es un filtro grandísimo, y que tal vez represente unas pocas canciones por cada año de esa época. Si retrocedemos más en el tiempo, nos encontraremos con la música clásica. Se tiende a pensar que la calidad de esa música (incluyendo los períodos barroco, renacentista, clásico, romántico y demás) es superior a la que se oye y se produce hoy en día. Y de hecho lo es. Pero ¿por qué?. Simplemente porque en esa época no existían las grabadoras ni ningún método económico de guardar música para la posteridad, así que todo lo que se tocaba y no valía la pena, simplemente no se escribía, y se olvidaba. Entonces tenemos que hace cientos de años sólo quedaba registro de la mejor música, en gran parte del siglo XX se grababa una gran variedad de música, pero sólo escuchamos la mejor y en el siglo XXI cualquiera puede grabarse y publicar gracias a las nuevas tecnologías. Además, gracias a Internet tenemos acceso a toda la música de la que hay registro con sólo unos clicks. Y finalmente, sucede que solemos apreciar por demás las cosas de antes. Como comentan los muchachos de Cracked, si ponemos un ligero ojo crítico sobre el el gran éxito de 1969 según las listas de Billboard se va todo al demonio.
Posted on: Fri, 22 Nov 2013 17:18:12 +0000

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