Para los que andan confundidos con el reformista espiritual mas - TopicsExpress



          

Para los que andan confundidos con el reformista espiritual mas grande que ha existido. Nietzsche, el nihilista antinihilista. En el pensamiento europeo, el concepto del nihilismo se equiparó con la destrucción de los valores tradicionales. Aunque el nihilismo nietzscheano parece apuntar hacia la interpretación tradicional, Nietzsche ve en el nihilismo una consecuencia de la propia tradición occidental: el cristianismo consumó la separación entre Dios y el mundo, devaluó las pulsiones naturales del hombre y puso al más acá en manos de la nada. La destrucción nietzscheana de los valores cristianos es, además, la destrucción de una religión que había aniquilado los valores de la antigüedad. Nietzsche propugna un retorno a la antigüedad grecorromana, que había colocado la autodeterminación del hombre en el centro de su filosofía y reconocido lo trágico de la existencia humana. "¡Casi ya dos milenios y ni un solo dios nuevo! Únicamente todavía y como si fuera ley, como un ultimátum y un máximum de la fuerza divina, del creator spiritus en el hombre, ese dios deplorable del monotonoteísmo europeo... y cuántos dioses nuevos serían aún posibles. A mí mismo, en quien entretanto el instinto religioso, es decir el instinto creador de la divinidad, otra vez ha querido revivir: ¡de qué manera tan diferente, tan diversa, se me ha manifestado lo divino! Yo no dudaría de que existen muchas clases de dioses " Cuando en la primavera de 1888, escasamente medio año antes de su colapso mental, Nietzsche escribió este fragmento, la problemática del nihilismo europeo se encontraba en el centro de sus reflexiones y análisis; reflexiones que luego, en septiembre de ese mismo año, tuvieron una expresión condensada en su escrito polémico del Anticristo. Por esto tampoco es sorprendente que esta cita vuelva a aparecer literalmente en el Anticristo. En cualquier caso, la crítica de Nietzsche al monoteísmo occidental y, en particular, a la religión cristiana, se ubicaba en la tradición de la crítica a la religión del siglo XIX, que tenía sus raíces en la filosofía de la Ilustración y que alcanzó su cúspide después del derrumbe del sistema hegeliano. Feuerbach, Marx y Stirner partieron del hecho irrefutable de la muerte del monoteísmo judío y cristiano, y su ateísmo era tan radical e inapelable como el de Nietzsche, y, sin embargo, éste cuestionó la moral occidental como nadie lo había hecho antes. El denominador común de estas concepciones era que el hombre, como ser creador de mitos y dioses, había inventado las diversas interpretaciones religiosas del mundo para poder encontrar su camino en él. El mito, según lo definió Hans Blumenberg en su innovador libro, Trabajo sobre el mito, es la irrupción del nombre en el caos de lo desconocido. Los mitos eliminan la anonimia de lo informe, el predominio de lo no disponible y la falta de sentido de lo extraño. Cuentan historias que dotan de nombres a la realidad, con lo cual en cierto modo se ahuyenta su indeterminación, preponderancia y contingencia. Para Nietzsche estaba claro que tanto el monoteísmo judeo–cristiano como también la religión cristiana creados por el hombre, eran construcciones míticas que no podían reivindicar para sí ninguna verdad. En todo caso, no fue ésta la única perspectiva desde la que Nietzsche se aproximó a la historia de las religiones. La creación e invención de religiones correspondía a un desempeño humano que, desde siempre, se había manejado más allá de la verdad y la mentira. La reflexión de Nietzsche sobre las diversas religiones siempre se vio marcada por la idea del valor que tenían éstas para la conformación de la vida humana; si eran vitalmente afirmativas o negativas, si representaban los valores aristocráticos de una élite o los instintos en pos de seguridad del hombre gregario, si tenían una postura afirmativa hacia los impulsos eróticos del ser humano o si buscaban reprimirlos. Únicamente hasta que uno toma en serio la perspectiva de Nietzsche sobre la utilidad u hostilidad de las religiones frente a la vida, más allá de cualquier contenido de verdad, es posible reconstruir el horizonte interpretativo desde el cual éste se aproximó a la historia de las religiones. Para Nietzsche, el Dios del monoteísmo judeo–cristiano es tan sólo un dios más entre los muchos dioses posibles y, por lo tanto, el veredicto de la muerte de los dioses recae también sobre él. Lo que en algunos fragmentos de Nietzsche sólo aparece en forma esbozada, pero que cobra cada vez más significado como interpretación en su obra posterior, es que el dios único como cúspide de la negación del mundo tenía que morir, para que el hombre pudiese vivir en armonía con su naturaleza y reapropiarse del mundo como el suyo propio.
Posted on: Tue, 24 Sep 2013 02:21:32 +0000

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