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Para los que no pudieron leer la crónica de Lenin Pantoja Torres, en la Bitácora de El Hablador, sobre la videoconferencia “Sector Literario en el Perú”, acá lo compartimos: Sector Literario en debate Por Lenin Pantoja Torres El domingo pasado se llevó a cabo un debate en torno al tema “Sector Literario en el Perú” organizado por la Red Literaria Peruana y moderado por Américo Mendoza. La idea de la conversación era ver los problemas existentes, y sus posibles soluciones, en el medio literario peruano, desde la perspectiva de cuatro personalidades que analizaran y entendieran los casos de manera distinta, de acuerdo a su actividad cultural y a su experiencia laboral. En ese sentido, el panel estuvo conformado por Gianfranco Hereña (blog El buen librero), Jaime Cabrera (blog Lee por gusto), Claudia Arteaga (revista Casa de Citas) y Giancarlo Stagnaro (El Hablador). Actualmente, los dos primeros están involucrados a la actividad periodística y los dos últimos, a la actividad académica, hecho que se hizo notar en cada una de sus intervenciones. ¿Qué es el Sector Literario? La idea de hacer un debate en torno a los problemas que padece nuestro medio literario es importante desde cualquier punto de vista. Sin embargo, no es desconocida la cantidad de ejes temáticos que pueden ser materia y escenario de confrontación de opiniones. La organización de la videoconferencia del domingo fue positiva como iniciativa, pues dentro de nuestro medio lo que menos existen son canales que estimulen la discusión y el debate. No obstante, lo que no se debió perder de vista es el enorme horizonte temático que implica la frase “Sector Literario”. En ese sentido, se pudo precisar el alcance de estas palabras y delimitar el terreno de discusión por donde transitaran las ideas de los participantes. Al inicio del debate y motivadas por la apertura de la pregunta, las primeras intervenciones no dieron una idea más clara y concreta de los puntos que se tocarían en el transcurso de la noche. Cada uno de los participantes mencionó el interés en tocar distintos temas. Dentro de lo más relevante, se mencionaron la institucionalidad de lo cultural, la enseñanza de lo literario, la fragmentación de la literatura peruana, la ausencia de medios culturales, el papel de las redes sociales, la accesibilidad a lo literario, las literaturas regionales, etc. Inmediatamente, el moderador planteó el primer eje temático para, de alguna forma, evitar que la conversación se dispersara. El poder de los actores culturales en las instituciones y en los medios La primera pregunta estuvo dirigida a tratar de esclarecer cómo actuaban los actores, gracias al poder que poseen, a través de las instituciones y los medios culturales. Claudia Arteaga destacó la visión económica de los empresarios culturales. En ese sentido, importa cómo se mueve el negocio. No sorprende que el presidente de la Cámara Peruana del Libro posea acciones en la Librería Crisol, destacó. También mencionó el papel de los periodistas y los bloggers como difusores del debate, además del consumidor, el actor más fragmentado en el sentido de jerarquías sociales y geográficas. Efectivamente, quizá lo último sea lo más complicado de precisar, pues el consumidor puede reaccionar de las formas menos esperadas, lo cual puede afectar la actuación de los otros actores que, hasta cierto punto, son más estables. En ese sentido, si el consumidor es básicamente el lector, ¿a qué tipo de lector nos referimos?, ¿al alumno de secundaria, al estudiante universitario, al lector casual, a los propios escritores y periodistas? Son algunas líneas que pudieron ser exploradas. Considerando el proceso histórico de esta discusión, Giancarlo Stagnaro se apoyó en las ideas de González Prada, Mariátegui y Flores Galindo para aseverar que una buena crítica puede producir una red de contrapoder, una alternativa al poder oficial. Es necesario crear espacios alternos, de interacción con el lector, es decir, que el contacto entre lector y autor sea menos difícil en términos de diálogo, remarcó. Inmediatamente, el moderador matizó la opinión de Stagnaro resaltando la comodidad de la academia para criticar y remarcó la distancia del espacio académico respecto al periodístico. Lamentablemente, no hubo espacio para la réplica, lo cual hubiera sido pertinente para comenzar a cruzar las opiniones entre los participantes y generar verdadera confrontación de ideas. La crítica académica no se puede mezclar con la cultural, pues son distintas, sostuvo Gianfranco Hereña. Luego, aludió a los agentes que difunden la literatura. Mencionó a los colegios como un ente difusor de lo literario. Por su parte, Jaime Cabrera, luego de enumerar a los actores culturales, enfatizó la importancia de conocer las literaturas regionales y de hacer una crítica seria en los medios, por ejemplo, a través de reseñas con un desarrollo alturado. Ambas opiniones fueron importantes por las particularidades señaladas, pero no tocaron temas de fondo. De todas formas, todos coincidieron en la necesidad de crear espacios alternos, ya sean académicos o periodísticos, para contrarrestar el problema de los espacios de discusión y de difusión de lo literario. El rol de Estado El siguiente punto que se tocó fue la participación del Estado y la presencia de otras políticas que pueden aportar frente a las decisiones oficiales arbitrarias. De manera tajante, Claudia Arteaga dijo que del Estado no se puede esperar nada, pues no hay presupuesto para nada. Como solución, trajo a colación su intervención inicial, es decir, que debemos crear redes alternas. Américo Mendoza fue un poco más optimista y destacó la presencia implícita del Estado a través de espacios alquilados a menor precio, la ayuda diplomática, etc. De inmediato, Gianfranco Hereña aceptó su parecer, pero señaló lo insuficiente de tal apoyo. Como ejemplo de lo idóneo, citó un caso mexicano donde el Estado apoyaba haciendo circular los libros de los autores. Una vez más, son medidas positivas, que suman para enfrentar los diversos problemas, pero no tocan cuestiones de fondo. Para tratar de dar soluciones, primero deberíamos entender el problema de raíz, es decir, ¿por qué el Estado no invierte en cultura?, ¿qué relevancia tiene la cultura dentro de la agenda nacional?, ¿no estamos siendo injustos al exigir apoyo estatal cuando hay necesidades inmediatas que atender? Nuestra posición no es negativa, simplemente nos importa comprender el problema desde todos las aristas existentes. Jaime Cabrera mencionó que, en el caso de la Feria del Libro, el Estado no organiza ni auspicia, solo apoya. Además, dio ejemplos donde tranquilamente se pueden obtener soluciones si se trabaja sin quejarse. La Feria del Libro de Arequipa la organiza el gobierno regional con el apoyo de algunas entidades privadas, por ejemplo, indicó. En ese sentido, una vez más, los participantes coincidieron en el hecho de buscar alternativas no oficiales, no solo con la participación directa de los mismos actores involucrados, sino también con la siempre importante ayuda de la empresa privada. De todas formas, es fundamental ver cómo se produce este apoyo privado, es decir, ¿cuáles son sus motivaciones? En un país, como lo dijo Claudia Arteaga, donde reina la lógica del márketing, resultaría ingenuo recibir el apoyo privado sin reflexionar sobre el beneficio pretendido. Políticas culturales, iniciativa privada, Casa de la Literatura, redes sociales y centros de poder En esta parte de la discusión, las preguntas planteadas por el moderador y recogidas del público provocaron el salto de un tema a otro. La primera cuestión hizo referencia a qué políticas culturales pueden darse para producir una mayor participación del Estado y de la empresa privada. Gianfranco Hereña sostuvo que el Estado puede hacer mucho desde la educación. Dijo que no se trata de llevar grandes utopías a las escuelas, sino del trabajo con aspectos sencillo, como la participación del profesor de literatura. Luego, recogiendo una pregunta que no estaba muy clara, el moderador inquirió a Giancarlo Stagnaro acerca de la iniciativa privada. Él señaló lo complicado del apoyo privado sin la intervención de una empresa, es decir, no se puede hacer un proyecto de calidad sin el apoyo de la empresa privada. ¿Cuáles son las actividades que respaldan las empresas privadas?, se auto preguntó Stagnaro. A modo de respuesta, dijo que siempre son aspectos vinculados a la política empresarial. Esto es un eje que requiere de mayor reflexión, pues, como se desliga de esta intervención y como ya sostuvimos, tampoco se trata de buscar a ciegas el apoyo de la empresa privada, sino de detenerse a pensar en la inclinación social y política de dicho apoyo. Tratando de enfatizar la imprecisa participación del Estado en las políticas culturales, el moderador preguntó acerca del papel de la Casa de la Literatura. Jaime Cabrera resaltó el uso de sus instalaciones como espacios de debate, pero discrepó de la visión museológica que implica percibir el proceso histórico de la literatura a través de paneles que no suman al debate, sino que lo vuelven frío y casi muerto. Giancarlo Stagnaro fue más cauto al respecto, pues sostuvo que es muy apresurado emitir juicios de valor en plena etapa de transición que vive dicha institución. Recordemos que la CasLit está pasando a manos del Ministerio de Cultura, lo cual, rescató Stagnaro, puede hacer que su política ya no sea tan escolar, sino más cultural. De todas formas, es “la serpiente que se come la cola”, pues qué es lo cultural para el Estado y cómo lo difunde al público, cuestionó. Producto de una pregunta del público, se mencionó la ya consensuada importancia de las redes sociales, debido a que suman. Sin embargo, se lamentó la pobreza de las bibliotecas regionales por la escasa demanda de sus lectores, cuando en la capital hay una sensación de mayor lectura producto de la aparición de nuevas tecnologías de lectoescritura. Por otro lado, el moderador recordó la existencia de encuentros literarios en las diversas regiones del país, aunque los “centros de poder” no se manifiesten al respecto. Esta opinión fue desmentida por Stagnaro, ya que se están haciendo eventos, por ejemplo sobre lo amazónico, que sí aglutinan a críticos regionales y provincianos con los vinculados a estos “centros de poder”, aseveró. De todas formas, es válida la posición del moderador cuando indica que esto no es parte de una agenda estable, sino son casos, por ahora, aislados. Muchas ideas, pocas conclusiones Durante casi cien minutos, se discutieron muchos temas, pero prácticamente todos estuvieron vinculados a las políticas culturales privados y públicas. Resultó positivo tratar de ensayar probables soluciones a través de diversas medidas, pero la sensación final es que cada opción no era rebatida o cuestionada por los otros participantes, lo cual no estimulaba el debate y no permitía observar contraargumentos. La discusión se pudo dirigir mejor si se orientaban las respuestas hacia ejes temáticos específicos. Hay que evitar la dispersión de ideas para llegar a conclusiones concretas. De todas formas, fue positivo presenciar una discusión entre personalidades con distintas ideas, pero con preocupaciones similares. Al final del debate, todos trataron de proponer conclusiones. Claudia Arteaga remarcó que el crítico cultural y el académico no deben estar separados, por el contrario, deben mantenerse unidos para formar parte de una misma red de contrapoder. Por su parte, Giancarlo Stagnaro señaló la importancia de ver los problemas de manera política. Nos recordó que desde hace veintitrés años vivimos en la lógica fujimorista, lo cual implica saber quién vende más para establecer a quién le va mejor. Todo forma parte de la lógica neoliberal. Además, propuso volver a la Historia, revisar nuestros acontecimientos pasados para ser conscientes de una tradición que nos configura como sujetos culturales. Sobre todo, debemos articular redes, espacios alternativos y otras discusiones que se escapen de la lógica del mercado, indicó. Por su parte, Gianfranco Hereña señaló la importancia de los espacios alternativos. En ese sentido, los bloggers tienen un lugar desde donde trabajar, aseveró. Además, llamó la atención al hecho de no desdeñar dicha labor solo por pertenecer a un ámbito masivo. A su vez, Jaime Cabrera resaltó que el problema de todo es la educación. Dijo que no hace falta citar a muchos pensadores para darse cuenta de ello. Como una forma de solucionar el problema, sostuvo que lo mejor es hacer bien nuestro trabajo, en mejorar lo que hacemos. En su caso, a pesar de que el internet se asocia al contenido rápido y fácil, mencionó que se trata de brindar un material de calidad. No podemos seguir siendo quejones, sino hombres de acción, dijo. Sin duda, las conclusiones resaltan las preocupaciones individuales de cada uno de los participantes. Estas conclusiones no son negativas desde el punto de vista de la búsqueda de propuestas, pues suman a enfrentar los diversos problemas. Sin embargo, quizá se pudo haber logrado conclusiones consensuadas si se hubiera estimulado la confrontación de opiniones. De todas formas, esta discusión fue un práctica que debe seguir realizándose, pero corrigiendo los errores y profundizando los aciertos.
Posted on: Wed, 07 Aug 2013 17:55:38 +0000

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